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Acontecimientos históricos

Luego de que por octava vez en la historia, el Dow Jones cayera durante 8 días consecutivos y que las bolsas europeas perdieran más de 400.000 millones de euros, el pasado viernes, la calificadora Standard & Poor’s redujo, por primera vez en la historia, la nota de la deuda norteamericana (ver “No son las nociones económicas…”).

Paula Bach

11 de agosto 2011

Luego de que por octava vez en la historia, el Dow Jones cayera durante 8 días consecutivos y que las bolsas europeas perdieran más de 400.000 millones de euros, el pasado viernes, la calificadora Standard & Poor’s redujo, por primera vez en la historia, la nota de la deuda norteamericana (ver “No son las nociones económicas…”). Tras un fin de semana frenético, en un nuevo lunes negro, las bolsas se derrumbaban nuevamente mientras Obama pronunciaba un discurso en el que aseguraba que “siempre seremos triple A” (buscando convencer a los mercados de que, por más que Estados Unidos haya perdido la máxima calificación, continúa albergando la máxima seguridad). El martes, tras el compromiso de Berlusconi de adelantar y profundizar los planes de ajuste, el Banco Central Europeo salía a comprar en el mercado secundario bonos de las deudas Italiana y Española (2da. y 3ra. economías de la zona euro) para detener el desplome. El miércoles, el presidente de la Reserva Federal Norteamericana, Ben Bernanke, anunciaba que con el voto dividido de sus miembros y en lo que es un reconocimiento de que Estados Unidos se encuentra nuevamente al borde de la recesión, las tasas de interés serían mantenidas en su mínimo histórico, hasta el año 2013. La idea de que la Reserva Federal podría estar preparando el anuncio de un nuevo plan de facilidades cuantitativas (QE3) junto con una toma de ganancias debida a la caída de los días anteriores, provocaron que el martes y el miércoles la situación de las bolsas tendiera a tranquilizarse pero a última hora, una nueva noticia conmovió a los mercados: Francia, la segunda economía de la zona euro, podría ser la próxima en perder la calificación triple A. El pánico bursátil volvió a desatarse y la caída de los principales índices llegó a los peores niveles de 2009 cuando la economía mundial sufría el temblor posterior a la caída de Lehman. Ante esta situación el presidente Nicolás Sarkozy se disponía a apurar un plan de ajuste fiscal para tranquilizar a los mercados.

“La crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial”

Esta es “la crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial”, declaraba con razón el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet y agregaba que “creo que podría haber sido la crisis más grave desde la Primera si el conjunto de los responsables no hubieran adoptado decisiones muy importantes” refiriéndose a los rescates bancarios y medidas de intervención monetarias y fiscales aplicadas por los principales estados desde la caída del banco de inversión Lehman Brothers desde fines de 2008. Lo que Trichet no dice es que, a consecuencia de esas mismas medidas, las economías norteamericana y europeas se encuentran ahora frente a una combinación de crisis de deuda privada y crisis de deuda pública. Lo que no dice es que producto de las medidas de contención, la recaída amenaza ser más violenta que su primer episodio.
Justamente los hechos tal como se están sucediendo, son una prueba del fracaso de las medidas de intervención estatal (ver “No son las nociones económicas…”) que a su vez derivó en la actualmente limitada capacidad de acción de los Estados. La base estructural de la situación de debilidad es que se están combinando elementos claramente recesivos (situación de Estados Unidos y la mayor parte de los países de la zona euro) a la vez que se implementan cada vez peores ajustes. Esta situación es evidente que no tiene un “buen final”. En última instancia sería algo así como dejar actuar la crisis, esto es, lo que se intentó evitar después de 2008. Es obvio que la burguesía ha sacado sus lecciones tanto de los años 30 como de la caída de Lehman Brothers por lo que no es muy difícil imaginar que desean evitar un escenario semejante. La contradicción es que para evitar un escenario tal precisan aplicar una cantidad de recursos que son precisamente los que están intentando reducir. Veamos un solo ejemplo. El Banco Central Europeo adoptó una política monetaria contractiva disponiendo hace muy poco el incremento de la tasa de interés. Sin embargo tuvo que intervenir de urgencia comprando bonos de las deudas soberanas de Italia y España. Cuando el BCE compra bonos emite euros que vuelca al mercado y esto es lo contrario de una política monetaria contractiva. En última instancia, el BCE tuvo que intervenir porque todavía no se puso en práctica la medida acordada en la Cumbre de Bruselas del 21 de julio, que habilita al Fondo de Estabilidad Europeo a intervenir con sus fondos en casos de emergencia en los distintos países de la zona. El problema es que la implementación de esa medida requiere que fundamentalmente Alemania y Francia, recapitalicen ese fondo cuyos haberes no alcanzan para ninguna intervención seria. Esta cuestión no está por ahora resuelta y por eso el BCE intervino de urgencia. Lo que sucede es que hay una contradicción en los términos entre el retiro de los planes, recortes de gastos e intervención lo suficientemente contundente para evitar un “nuevo Lehman”. Aunque no puede descartarse la aplicación de planes más contundentes como último recurso, parecería ser que estos elementos son los que están detrás de esta situación explosiva que no deja de desarrollarse ni termina de explotar.

P. B.

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