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INTERNACIONAL

LA OFENSIVA MILITAR CONTRA PALESTINA

Castigo colectivo

El castigo colectivo fue un método empleado por los nazis para sembrar el terror y la desmoralización entre las masas. El Estado de Israel recurre a menudo a este método, propio de la superioridad militar, tal como lo hace hoy lanzando el operativo Barrera Defensiva contra la franja de Gaza, que ya cobró un saldo de 41 palestinos muertos y más de 230 heridos

Miguel Raider

10 de julio 2014

El castigo colectivo fue un método empleado por los nazis para sembrar el terror y la desmoralización entre las masas. El Estado de Israel recurre a menudo a este método, propio de la superioridad militar, tal como lo hace hoy lanzando el operativo Barrera Defensiva contra la franja de Gaza, que ya cobró un saldo de 41 palestinos muertos y más de 230 heridos. La convocatoria a 40.000 reservistas subió la intensidad y la incertidumbre de los alcances cuando suenan tambores de guerra, mientras en Jerusalén oriental y en Cisjordania hay más de 450 detenidos (predominantemente militantes de Hamas) y cientos de apresados bajo las llamadas “detenciones administrativas”.

Como un presunta víctima, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu declaró que el lanzamiento del operativo militar tenía como objetivo terminar con los cohetes lanzados desde Gaza hacia el sur israelí, casualmente el mismo argumento sostenido para justificar las operaciones Plomo Fundido en diciembre de 2009 y Pilar Defensivo en noviembre de 2012, que terminaron con masacres de 1400 muertos la primera y otros más de 700 la segunda.

En realidad, fue el mismo gobierno de Netanyahu el responsable de esta escalada de violencia, alentando el odio anti árabe en los funerales de los tres jóvenes israelíes hallados asesinados, acusando sin ningún fundamento a Hamas. Hasta el presidente Reuben Rivlin admitió su estupor cuando escuchó consignas que clamaban “muerte a los árabes”, haciéndole recordar “lo que padecieron sus ancestros”. La prensa internacional omitió un significativo detalle: los jóvenes israelíes asesinados eran colonos en Hebrón, la zona más álgida de los asentamientos judíos que ocupan el territorio palestino de Cisjordania, clausurando calles y avenidas arbitrariamente, una afrenta permanente a la vida diaria del pueblo palestino.

Enseguida el clima de pogrom anti árabe cobró la vida Mohamed Abu Khdeir, un adolescente palestino de 16 años quemado vivo por seis israelíes, también adolescentes, vinculados a grupos ultra derechistas. Cuestionado por su “tibieza”, según críticas de los ministros Naftali Bennet y Avigdor Lieberman (quien acaba de separarse de su alianza con el Likud), Netanyahu lanzó el castigo colectivo sobre Gaza atacando 430 objetivos, mientras Hamas respondió con 117 cohetes de baja calidad. Esa desproporción evidente se reduce al extremo, pues los israelíes tienen emplazado el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, que interceptó todos los cohetes lanzados desde Gaza, aunque no dejan de despertar preocupación en la población civil, que ante el sonido de las sirenas acude a los refugios, un objeto de ciencia ficción para los palestinos.

Como era de esperar, EE.UU., la UE y el establishment internacional se pronunciaron en favor del “derecho a defenderse” del Estado de Israel. El “derecho a defenderse” de una nación opresora sostenida sobre un régimen colonial y racista y un ejército de ocupación es incompatible con el derecho a la autodeterminación de una nación oprimida, huérfana de los más elementales derechos democráticos. Como señalaba Karl Marx, “cuando dos derechos se oponen, termina resolviendo la fuerza”. El castigo colectivo es una muestra cabal de la comprensión de este principio que bien dominan los sionistas.

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