La intranquilidad de las bases fue la impronta que tuvo la masiva concentración que protagonizamos los petroleros el jueves 23 de abril en pleno centro de Neuquén. En lo que constituyó una imponente demostración de la significación social que tenemos por ser un sector clave de la economía neuquina, confluimos más de 7.000 obreros, muchos de los cuales ya empiezan a mostrar signos de impaciencia ante las prolongadas negociaciones con que el Ministerio de Trabajo, los empresarios petroleros y la dirigencia sindical, nos mantienen en nuestras casas con el salario reducido, pretendiendo que acudamos de manera pasiva a una realidad que amenaza con enviarnos a la desocupación masiva.

Tras lo que la superficialidad de los medios a lo sumo llega a ver como una demostración de fuerzas de Pereyra, intentan disimular la complicada situación en que se encuentran nuestros dirigentes sindicales. Disfrazando de ‘asamblea’ lo que un amplio sector de trabajadores interpretamos como un ‘acto político’, protagonizaron un intento de canalizar la bronca obrera contra un puñado de firmas petroleras, planteando un programa para garantizar que las restantes empresas -bajo el paraguas de convertirse en ‘socias del Estado’- puedan continuar con la expoliación de los hidrocarburos.

Contrariamente, luego de haber sido testigos de las ganancias record que obtuvieron las compañías durante los últimos años, los obreros del petróleo nos negamos a resignarnos a la degradación de nuestras condiciones de vida, demostrando en cuanta ocasión permitieron los discursos desde el palco, nuestra disposición a ir al paro total en defensa de los puestos de trabajo y el salario.

En vistas de la proximidad de las elecciones, la burocracia no dejó pasar la oportunidad para promover a sus candidatos, argumentando que “necesitamos políticos obreros”. Estos vendrían a ser los dirigentes de la CGT, quienes a pesar de los meses que llevamos suspendidos por los empresarios, no han promovido una sola acción en nuestra defensa. Es cierto que necesitamos políticos obreros, pero de otro tipo: obreros que no estén comprometidos con los intereses de los empresarios, sino que estén dispuestos a dar todo para defender verdaderamente los interese de los trabajadores.

Frente a esta situación, no alcanza con señalar sólo que a la crisis no debemos pagarla los trabajadores; es necesario señalar claramente la necesidad de que la paguen los capitalistas. Para esto es imprescindible expropiar a quienes expropiaron nuestros recursos y nuestro trabajo durante todos estos años y renacionalizar el petróleo y el gas de nuestro subsuelo, poniéndolos bajo el control de los obreros, administrando esos enormes recursos en función de satisfacer las demandas que la crisis capitalista en curso niega al pueblo trabajador y sus familias.

En las semanas sucesivas, probablemente se incrementará la inquietud entre los compañeros, viendo cómo nuestro futuro se está jugando entre la intransigencia empresarial y las maniobras dilatorias del Sindicato Petrolero y el Ministerio de Trabajo que estiraron el estado actual de las cosas hasta el 6 de mayo. Puede abrirse así la perspectiva que ya empieza a surgir entre distintos sectores del movimiento obrero industrial, como en las automotrices cordobesas y en distintos parques industriales del país, que afrontan duras luchas contra los planes capitalistas.