El soldado Bradley Manning, quien habría realizado la filtración más importante de la historia de Estados Unidos -más de 500.000 cables militares y 250.000 cables diplomáticos- dejando en primer plano, entre otros aspectos, las atrocidades y los verdaderos intereses de la intervención imperialista en Irak y Afganistán, recibió ayer el veredicto de la justicia militar norteamericana. La jueza decidió dejar de lado la mayor acusación de “ayudar al enemigo” pedido por el gobierno, que equivale a cadena perpetua o la posibilidad de ser condenado a pena de muerte. Aun así mantuvo otros 20 cargos de los que encontró al soldado culpable, entre ellos de espionaje, robo, etc., que podrían determinar más de 100 años de prisión.

El veredicto significa un claro mensaje contra todos los que intentan denunciar las actividades de espionaje y anti democráticas del estado norteamericano. Que la jueza haya tenido que dejar de lado la acusación de “ayudar al enemigo” no quita que se ha utilizado la Ley de Espionaje que data de 1917, usada también en 1975 cuando se filtraron informes del Pentágono sobre la guerra en Vietnam.

Como denuncian organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, la aplicación de estas leyes para juzgar a quienes revelan información sobre las actividades del gobierno yanki son una clara advertencia que busca evitar la publicación de las mismas y un avasallamiento a las mínimas libertades democráticas.

En su defensa Manning dijo que con las filtraciones buscaba mostrar las “injusticias de la guerra”; recientemente Edward Snowden (el ex agente de la CIA) afirmaba que reveló el espionaje para que el mundo se entere de que es vigilado por los organismos de seguridad yankis. Es necesario seguir exigiendo la libertad inmediata del soldado Manning y el libre derecho de tránsito y asilo para Snowden.

El juicio contra Manning, en manos del gobierno yanki, busca poner fin a las filtraciones que muestran al mundo su carácter imperialista cuando las manifestaciones y luchas masivas, por distintos continentes, comienzan a marcar un cambio de época, cuestionando las actuales democracias y su casta de políticos al servicio de la burguesía.