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Debates

Debate sobre el manifiesto del PTS "Por qué luchamos"

11 de agosto 2005

Carta de un lector

Compañeros del PTS:
He recibido el suplemento de LVO “Por que luchamos”. Sin ser parte de “la vanguardia obrera” y menos aún “juvenil”, me permito hacer algunas preguntas y dar algunas opiniones breves. El capítulo que más me gusta es el de la pagina 2, tiene una gran cantidad de datos no fácil de encontrar y análisis. Pero en general a mí me parece que tiene mucho de descripción y no suficiente análisis.
Detallo donde encuentro diferencias:
Para saber qué hacer con claridad, hace falta un análisis, aunque sea sintético de la crisis general del capitalismo, causas y consecuencias , a qué altura de su desarrollo está, naciente, en el cenit, en su ocaso. De allí se desprenden las tareas para cada región y país.
No hay suficiente análisis sobre los consejos obreros, me parece que se reemplaza por un partido tipo PT al que le llaman “la herramienta política de los trabajadores”. (mi patrón también era trabajador, trabajador y clase no son sinónimos), y además apoyado en los sindicatos, que siendo creaciones de la clase para vender mejor nuestra fuerza de trabajo, contribuyen a seccionarla y a su lucha corporativa, son instrumentos para mejorar nuestras condiciones de vida dentro del régimen capitalista. Son instrumentos temporales que juegan a favor o en contra según quien los dirija. No puede ser apoyatura del nuevo régimen algo que tiende a desaparecer.
No me queda claro cuál sería el rol del partido obrero revolucionario, su composición, extensión, etc.
Para mí los consejos obreros son los órganos de poder, y el rol del partido revolucionario es ser fuente teórica práctica de la ciencia del desarrollo social, el marxismo, que contribuya en su experiencia concreta con análisis concretos de la realidad concreta, destrabando cada paso de su lucha de clases y aportando teoría y no simple ideología.
En vuestra práctica concreta veo que prestan más atención militante y al frente de la izquierda que a los consejos obreros, izquierda y clase no son sinónimos, ni etimológicamente ni en la vida.
La participación misma de vuestro partido en las elecciones me confirma esto. Lo dicho por Lenin en un momento ¿es válido en cualquier circunstancia?, o nos puede pasar lo del amigo del Principito que cumpliendo la consigna prendía y apagaba la luz permanentemente cuando había cambiado la situación pero él “cumplía la consigna”.
En un país agrario-industrial si lo miramos desde el punto de vista del desagregado del PBI, no hay análisis y apenas mención de la producción agrícola ganadera que es hoy y será por mucho tiempo por las condiciones naturales el principal factor económico nuestro.
Mido mis diferencias sobre el rol del partido en hoy y aquí: ¿Elemento de conciencia de clase o elemento de dirección de la clase? ¡Si a la clase hay que “dirigirla” es señal de que aún no será consciente! ¿Y, se puede así? ¿Cómo nos fue con esto? Cuando hablo de la clase, no parto de que toda la clase es igual, desde el punto de vista de la compresión de su misión histórica, parto de que hay una capa superior dirigente, hay una masa importante que aportará conscientemente y hay una parte que deberá ser arrastrada detrás. Pero sus divisiones no son ideológicas sino de nivel de conciencia. Las divisiones ideológicas las trae la izquierda a su seno.
Compañeros, disculpen mi atrevimiento, pero lo hago porque tengo valoración de vuestro intento, aunque no siempre acuerdo con líneas y métodos; no lo haría con algunos otros partidos de la “izquierda”.

Un abrazo fraternal
NANO 1/8/05
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Sindicatos, consejos obreros y partido revolucionario

Por Manolo Romano

El compañero que nos escribe reivindica nuestro intento de señalar una perspectiva revolucionaria a la clase obrera, aunque nos señala importantes cuestionamientos. El más importante de ellos podría sintetizarse así: han descuidado el llamado a formar organismos de
autodeterminación y democracia directa (en perspectiva, consejos obreros) y lo han reemplazado por el llamado a construir un partido de trabajadores basado en los sindicatos. Pero, continúa su razonamiento, los sindicatos «son instrumentos para mejorar nuestras condiciones de vida dentro del régimen capitalista», mientras que «los consejos obreros son los órganos de poder». Esta orientación en la política del PTS que ve el compañero estaría, además, ejemplificada en que, según su visión, prestamos en nuestra «práctica concreta más atención militante al frente de la izquierda que a los consejos obreros». Podríamos diferenciar dos planos distintos en estas críticas. Uno se refiere a las tácticas políticas del PTS, como la participación electoral o el impulso a la formación de un partido de trabajadores. El otro a concepciones más generales, de teoría y de estrategia. Vamos a centrar la respuesta en estas últimas.

Las organizaciones de la clase y sus direcciones

Nos parece que el compañero subestima el rol que juegan las direcciones para cambiar el curso de los organismos que se da la clase obrera para la lucha. Y por ello, nos parece que termina definiendo formalmente, en abstracto, a las propias organizaciones: sindicatos, consejos obreros y partidos.
Definir a los sindicatos como «instrumentos para mejorar nuestras condiciones de vida dentro del régimen capitalista» es útil si lo que queremos es diferenciarlos de un partido revolucionario. Pero si nos aferráramos a esa definición abstracta, en la realidad encontraríamos pocos sindicatos en la Argentina que merecieran ese nombre. La gran mayoría no cumplen con ese requisito, ya que están a la derecha de esa función reformista. En otro polo de la realidad, el reciente cambio de los estatutos del Sindicato Ceramista de Neuquén incluye en su declaración de principios el objetivo de terminar con la explotación del hombre por el hombre (es decir, no «dentro del capitalismo»), por lo tanto tampoco respeta la definición, en este caso superándola por izquierda. En ambos casos, bajo distintas premisas objetivas, han actuado direcciones políticas. En el primero la burocracia sindical, peronista en su mayoría. En el último, un embrión de dirección obrera revolucionaria. También es correcto que los consejos obreros son los órganos de poder, pero las direcciones políticas les imprimen, bajos distintas premisas objetivas, distinto carácter. O un curso conciliador con los capitalistas o revolucionario haciéndolos irreconciliables con el Estado burgués. Esta disyuntiva se planteó en los soviets de 1917 en Rusia, ya que si los bolcheviques no obtenían la dirección y seguían bajo la dirección de los mencheviques, no hubiera triunfado la revolución. Actualmente, en una situación internacional en la que la revolución aparece sólo como destellos como en Bolivia, existen corrientes de tipo autonomista que plantean siempre la formación de consejos obreros, pero para una transformación social «sin tomar el poder». En cambio, aun en esta situación de luchas sindicales en la Argentina, desde el PTS siempre planteamos los organismos de democracia directa y de frente único obrero (desde Coordinadoras hasta un comité de apoyo a la lucha del Garrahan), con el objetivo de impulsar a los trabajadores a ejercer una gimnasia revolucionaria, de escuela de guerra. No son los mismos consejos obreros de los que estamos hablando. La otra cuestión central que nos escribe el compañero es que «el rol del partido revolucionario es ser fuente teórica práctica de la ciencia del desarrollo social, el marxismo, que contribuya en su experiencia concreta con análisis concreto de la realidad concreta, destrabando cada paso de su lucha de clases y aportando teoría y no simple ideología».
Nosotros creemos que el partido revolucionario debe estar enraizado en la clase obrera no sólo guiarla con su teoría desde afuera. Nosotros siempre acudimos al ejemplo de Zanon, no porque seamos autoproclamatorios, sino porque queremos mostrar dos cosas: una es la rica experiencia de un sector de la clase obrera argentina que es de lo más avanzado del nuevo movimiento obrero que también surge en subterráneos, Astilleros, aeronáuticos o el Garrahan. La segunda razón es mostrar nuestra experiencia viva como PTS para infundir ánimo a los trabajadores y su vanguardia en luchar por construir un partido propio junto a nosotros. Se podrá decir que las condiciones objetivas de Zanon son muy distintas a la de todo el movimiento obrero, y es cierto. La realidad no permite que se generalice el ejemplo del control obrero y sindicato clasista. Pero, ¿por qué sólo un Zanon y no varios entre todas las empresas ocupadas y seccionales de gremios recuperados a la burocracia? Porque allí no sólo existieron activistas y dirigentes obreros combativos, sino que el PTS logró insertarse como una fracción orgánica de la clase obrera, con militantes obreros que tienen puestos de dirección en el sindicato o en la producción, y en todos los terrenos aportó teoría pero también influyó en decisiones políticas, no sin debates con compañeros independientes con los que hemos marchado en común estableciendo acuerdos y diferencias, para defender el control obrero, no conciliar con el Estado y hacer avanzar al sindicato hacia posiciones clasistas. Es un pequeño ejemplo. Creemos que la importancia de un partido revolucionario se medirá en los momentos decisivos de la lucha por el poder. Pero ese partido no se va a construir de la noche a la mañana sino que debe participar activamente, ponerse a prueba y foguearse en luchas preparatorias, en la escuela de la lucha de clases y lograr una predominante composición obrera en confluencia con los intelectuales marxistas.
Por último, sobre nuestra participación electoral y el llamado a la formación de un partido de trabajadores unas pocas palabras. La primera táctica es para fomentar mediante la propaganda, en la medida de nuestras fuerzas, la independencia de clase, la movilización extraparlamentaria de las masas y acelerar el camino hacia los consejos obreros. La segunda es para que las organizaciones sindicales que se han puesto en movimiento (y son las que están en el centro de la escena, según nuestro análisis concreto de la situación concreta) y destacan a una vanguardia antiburocrática y combativa, se acerquen a la idea de un partido revolucionario.



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