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Del “Nac&Pop” a la restauración (leyendo desde Gramsci al kirchnerismo) - Del Blog El Violento Oficio de la Crítica (15/09/11)

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22 de septiembre 2011

Existe más o menos un acuerdo generalizado de que en el 2001 hubo, en términos gramscianos, una “crisis orgánica” (…)

Siguiendo a Gramsci, los momentos de crisis orgánica y sobre todo cuando existe un “empate catastrófico” entre las fuerzas “progresistas” y “reaccionarias”, son propicios para soluciones de fuerza y para diferentes variedades de “cesarismo”. 

En esto no hacía más que seguir al Marx del 18 Brumario. Incluso planteaba que lo distintivo de los cesarismos-bonapartismos modernos, era que el rol de apoyo que antes cumplía la “soldadesca” o el elemento militar (…), ahora podían cumplirlo las asociaciones, sindicatos y partidos, con un papel de control policial sobre el movimiento de masas (…) “En el mundo moderno, las fuerzas sindicales y políticas, con medios financieros incalculables puestos a disposición de pequeños grupos de ciudadanos, complican el problema. Los funcionarios de los partidos y de los sindicatos económicos pueden ser corrompidos o aterrorizados, sin necesidad de acciones militares en vasta escala, tipo César o 18 Brumario (…)La técnica política moderna ha cambiado por completo luego de 1848, luego de la expansión del parlamentarismo, del régimen de asociación sindical o de partido de la formación de vastas burocracias estatales y “privadas” (político-privadas, de partido y sindicales) y las transformaciones producidas en la organización de la policía en sentido amplio (…). En este sentido, partidos “políticos” enteros y otras organizaciones económicas o de otro tipo deben ser considerados organismos de policía política, de carácter preventivo y de investigación” (Notas sobre Maquiavelo) (…)

Este costado del pensamiento gramsciano es poco considerado por muchos de sus presuntos seguidores criollos, que pretenden ver en el peronismo al partido de la transformación, más que al partido de la contención y en la burocracia sindical a los genuinos representantes naturales de los trabajadores, más que a la policía interna del movimiento obrero.

(…) Gramsci también planteaba que podía darse un “cesarismo” sin un Cesar o una gran personalidad “carismática”, ya que el concepto de “cesarismo” es una fórmula “polémico-ideológica”, no un canon y que “Todo gobierno de coalición es un grado inicial de cesarismo, que puede o no desarrollarse hasta los grados más significativos”. (...). “Se trata de ver si en la dialéctica revolución-restauración es el elemento revolución o el elemento restauración el que prevalece (…)”. Por último explicando la mecánica política de los cesarismos, Gramsci plantea “El cesarismo es progresista cuando su intervención ayuda a las fuerzas progresivas a triunfar aunque sea con ciertos compromisos y temperamentos limitativos de la victoria, es regresivo cuando su intervención ayuda a triunfar a las fuerzas regresivas, también en este caso con ciertos compromisos y limitaciones (…)”.

Las coaliciones o “cesarismos”, que muchas veces se imponen como salidas a los momentos de crisis orgánica, tienen una gran base en la debilidad de las fuerzas “progresistas” en el sentido histórico. En el 2001 argentino, tanto el partido proletario en el sentido amplio de Marx, es decir la dinámica de la propia clase obrera en tanto potencia de partido político, así como el partido en sentido coyuntural (la izquierda marxista realmente existente) eran débiles para dar una salida “progresista” (es decir revolucionaria). Las derrotas de la clase obrera bajo el “neoliberalismo” y el rol de policía interna de la burocracia sindical peronista, fueron elementos limitantes para que el 2001 no se convierta en un “argentinazo” y mucho menos en una revolución. La situación económica internacional y la medida “económico-política” de la devaluación, sacaron del medio el elemento catastrófico de la economía.

La “etapa superior del kirchnerismo”, es decir el cristinismo y su coalición, al haber desarrollado el fenómeno político hasta su madurez, permite ver más claramente el rol cumplido en sus fases anteriores (“en el hombre hay una clave para la anatomía del mono”, Marx).

Es evidente el rol restaurador de la coalición gobernante, hoy con elementos de “bonapartismo fiscal”. Tuvo su primera fase (“kirchnerista pura”) donde la propia burguesía tuvo que aceptar “compromisos y limitaciones” para ocultar el elemento restaurador: paritarias, discurso “setentista”, de “no represión” a la protesta social, demagogia en DDHH, ocultamiento de los impresentables del peronismo; y la nueva fase (“cristinista”) donde se propone realizar la restauración hasta el final: pérdida de peso y poder de los sindicatos y ataque a la izquierda sindical clasista en particular, discurso contra los piquetes, alianza más fuerte con los empresarios, Buodou como la “gran figura” del “nueva” coalición, apoyo abierto en y al aparato pejotista (…)

Desde ya que el uso de las metáforas y comparaciones históricas tiene muchos límites, los elementos “nac&pop” (los reales y los del relato), así como los de “restauración”, tienen una relación directamente proporcional a las potencialidades y límites de la crisis y las jornadas del 2001 (…)

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