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Debates

Medio Oriente: debate con el Partido obrero

¿El PO se convierte al morenismo?

17 de agosto 2006

El PO intenta, a través de una serie de inferencias sin sustento, demostrar que el PTS tendría una suerte de “teoría de los dos demonios” en la guerra del Líbano, igualando a Hezbollah con el Estado de Israel. Según el PO, el PTS habría dado en los últimos 15 años un giro de 180° pasando de ser “nacionalista burgués” en la guerra del Golfo de 1991 a “proimperialista” en el 2006. Pero Oviedo no pudo encontrar ninguna evidencia de este “crimen”, sencillamente porque no existe. Más bien parece que el que ha dado un giro hacia apoyar “fer-vo-ro-sa-men-te” a cualquier dirección del movimiento de masas es el propio PO.
La guerra es la continuación de la política por medios violentos. A diferencia de los pacifistas, los revolucionarios sostenemos que hay guerras justas e injustas. Toda guerra de defensa y liberación nacional de una nación oprimida contra el imperialismo, es una guerra justa y legítima, por eso los revolucionarios nos ubicamos incondicionalmente en el campo militar de la nación oprimida, independientemente del carácter de su dirección y luchamos por su triunfo. Pero no le damos el más mínimo apoyo político a las direcciones que las encabezan cuando éstas son burguesas, pequeño burguesas o burocráticas, ajenas a los intereses estratégicos de la clase obrera y la revolución social. 
Por eso, nuestra posición en el Líbano es la de participar en el campo militar de Hezbollah contra el Estado de Israel y sus aliados, a la vez que mantenemos nuestra independencia política y peleamos por la dirección y por darle al movimiento de masas una estrategia revolucionaria, que no es la de Hezbollah. Del mismo modo que defendemos a Irán frente a la amenaza imperialista, aunque combatamos a la teocracia khomeinista.
Esta posición no es un invento del PTS sino que forma parte de la tradición revolucionaria y ha sido el eje de la política de Trotsky en China, España o la India, surgida de la relación dialéctica entre la lucha de liberación nacional, la revolución social, las clases y su dirección. Es decir, que como plantea Trotsky en la teoría de la revolución permanente y como se ha demostrado con creces en todo el siglo XX, la liberación nacional sólo podrá realizarse “íntegra y efectivamente” a través de la revolución proletaria. Eso implica que, si bien los revolucionarios intervenimos en la lucha tal cual se da, lo hacemos peleando por ganar la dirección y dotar al movimiento de masas de una estrategia revolucionaria, socialista e internacionalista. Es decir que en el Líbano, los revolucionarios del PTS estamos “fer-vo-ro-sa-men-te” por el triunfo militar de la resistencia y combatimos en sus filas mientras que peleamos la dirección política, combatiendo la estrategia de conciliación de clases de Hezbollah, que entre otras cosas, participa del gobierno burgués y proimperialista de Siniora. Incluso en su discurso triunfal, luego de haber aceptado la resolución 1701 de la ONU, el dirigente de Hezbollah, Hassam Nasrrallah, afirmó “siempre estuvimos y estamos dispuestos al diálogo para extender la autoridad del estado” y agregó que “somos una parte fundamental del gobierno”. Lo que muestra que a pesar de haberse fortalecido por la resistencia a Israel, por su carácter social y su estrategia de colaboración de clases, Hezbollah no puede llevar hasta el final la lucha por la liberación nacional del Líbano1 . 
Pero parece que para el PO en las guerras de liberación nacional la lucha de clases desaparecería y sería sustituida por un enfrentamiento entre “campos”, ya no en el terreno militar sino también en el político. Sólo así se entiende que para el PO incluso sería “criminal” o propio de una “camarilla autorreferencial”(sic) que el PTS plantee algo tan elemental como que para que los trabajadores, los campesinos pobres y los oprimidos libaneses puedan conquistar su verdadera emancipación nacional y social, es necesario unir la resistencia contra el Estado de Israel y el imperialismo con la lucha contra el gobierno de Siniora que defiende los intereses de los explotadores libaneses, y que, como quedó bien demostrado, en un mes de guerra no ha tomado ni la medida más elemental, ni siquiera ha movilizado a un solo soldado para defender al pueblo del Líbano contra la agresión israelí. 
Con su lógica de que criticar la política de una dirección no revolucionaria –centrista, populista, stalinista o incluso nacionalista burguesa– es pasarse al bando del enemigo, o “alinearse con el imperialismo”, el PO debería considerar por ejemplo que Trotsky en España le hacía el juego a Franco y “era parte de una camarilla autorreferencial” cuando criticaba duramente no sólo al gobierno republicano y al Partido Comunista sino también al POUM por su traición y su participación en el gobierno del frente popular en 1936. 
 
Guerra, revolución y dirección
Contra toda la experiencia histórica, para el PO la pelea por la independencia de clase que plantea el PTS “no es más que una proclama de abstención en la lucha de clases y en las guerras internacionales” . Claro que lo que para el PO es una posición abstencionista, para Trotsky era, junto a la intervención activa en el campo militar de la nación oprimida, un elemento esencial de toda política revolucionaria en enfrentamientos de este tipo. Por ejemplo frente a la invasión japonesa en China en 1937 planteaba que “Al participar en la legítima y progresista guerra, contra la invasión japonesa, las organizaciones obreras deben mantener su total independencia política del gobierno de Chiang Kai-Shek”. (China y el Pacifismo, 25 de septiembre de 1937)2 .
Por último, el PO sostiene que “en oposición a las pavadas del PTS, apoyamos a muerte la lucha armada de Hezbollah contra el agresor sionista, con nuestra política, o sea interviniendo para que sirva a la revolución socialista internacional”. ¿Cuál es la “propia política” del PO que sirva a la “revolución socialista internacional” si considera como “pavadas del PTS” la lucha por la expropiación de la burguesía libanesa, contra el gobierno proimperialista de Siniora y por la masificación de la resistencia armada al imperialismo y al Estado de Israel?
Evidentemente el PO no tiene ninguna política para hacer avanzar la “revolución socialista internacional” más que adaptarse a las direcciones actuales del movimiento de masas e insistir en que los revolucionarios tenemos que optar entre “campos” –entre Evo Morales y la “derecha” boliviana, entre Hezbollah y el imperialismo– y no pelear por una política obrera revolucionaria.
El PO no inventó nada nuevo, sino que, proviniendo de la tradición “antipablista” coincide sin embargo con el seguidismo que tradicionalmente tuvieron en la Cuarta Internacional los seguidores de Michel Pablo, como cuando se adaptó al Frente de Liberación Nacional en Argelia y se transformó en consejero de Ben Bella3 integrando su gobierno, abandonando una perspectiva revolucionaria independiente y abriendo así el camino a la derrota de la revolución social argelina luego del golpe de 1965. Siguiendo la lógica del PO, si es suficiente con la dirección de Evo Morales para enfrentar al imperialismo y a la oligarquía cruceña en Bolivia, si alcanza con la milicia de Hezbollah para derrotar al Estado de Israel y a Estados Unidos, si los revolucionarios tenemos que subordinarnos a las direcciones existentes, la pelea por la reconstrucción de la Cuarta Internacional y de sus secciones allí donde los explotados deciden enfrentar a sus explotadores no tendría ningún sentido. Es, si se lleva hasta sus últimas consecuencias, una política liquidacionista del trotskismo. 
Para el PTS, guerras como las del Líbano, levantamientos como los de Bolivia, reafirman que la única estrategia realista es luchar por reconstruir un programa y una organización revolucionaria internacional y eso sólo se puede hacer llamando a las cosas por su nombre, es decir combatiendo a las direcciones populistas, nacionalistas o pequeño burguesas, laicas o religiosas, que terminarán tarde o temprano llevando a la lucha de las masas a un callejón sin salida.
 
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1 Mal que le pese al PO, Hezbollah tiene su inspiración en la teocracia iraní, con la que mantiene en la actualidad relaciones estrechas. Esto no quiere decir que sea un peón de Irán, como pretende caricaturizarlo occidente, pero sí que su estrategia es establecer un estado islámico similar a Irán. Como dice en su carta fundacional, “Somos los hijos de la umma –el partido de Dios, a cuya vanguardia Dios hizo victoriosa en Irán. Allí la vanguardia logró establecer las bases de un estado musulmán que juega un rol central en el mundo. Obedecemos las órdenes de un líder sabio y justo (...) Ruhollah Musawi Khomeini. Dios lo guarde” (Programa Original de Hezbollah, publicado por primera vez en febrero de 1985). En su afán polémico el PO llega a poner en duda el carácter reaccionario de los clérigos iraníes y su régimen.
2 En otro artículo referido a los mismos hechos, Trotsky señalaba: “El obrero chino debe decir: ‘los ladrones japoneses obligan a mi pueblo a ir a la guerra defensiva. Es mi guerra. Pero, desgraciadamente la conducción de la guerra está en malas manos. Debemos controlar severamente a dicha conducción, debemos prepararnos para reemplazarla’. Este es el único plan de agitación y propaganda viable”. Acerca de la resolución sobre la guerra, 1937.
3 Dirigente nacionalista argelino fundador del Frente de Liberación Nacional (FLN). Pactó con De Gaulle la independencia de Argelia en 1962, fue derrocado por un golpe de estado en 1965.
 
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Mienten
Según Oviedo, el PTS llamó “a apoyar a Saddam Hussein en la perspectiva de que se transformaría en la dirección de la revolución proletaria en Medio Oriente (Estrategia Internacional, Boletín N° 1, febrero 1991) (ver también Prensa Obrera, 22 de marzo de 1991)”. Evidentemente el compañero Oviedo ni siquiera se tomó el trabajo de releer los periódicos que cita. En el artículo “Los límites del nacionalismo burgués”, publicado en Estrategia Internacionalista N° 1, planteábamos que “El principal obstáculo para el triunfo de Irak es precisamente la dirección burguesa de Hussein (…) Sólo la acción del movimiento de masas podrá liberar a Palestina y todo el Medio Oriente. Y sólo una dirección que tenga esta estrategia lo logrará. Hussein de ninguna manera tiene este objetivo”.
A pesar de que nuestra posición no permitía ninguna duda, el PO afirmaba en su periódico del 22 de marzo de 1991 que “En la guerra del golfo el PTS apoyó en forma política integral a la dirección de Saddam Hussein (...) Según el PTS Saddam Hussein se habría convertido en una dirección revolucionaria antiimperialista de dimensiones internacionales que habría hecho suyo el programa del proletariado mundial”.
En ese momento el Partido Obrero nos acusaba de seguir a Nahuel Moreno, quien sostenía que por la situación objetiva de crisis capitalista, cualquier dirección –sea campesina, populista, sandinista, etc.– que encabezara una lucha de los explotados terminaría objetivamente realizando, a veces a su pesar, la revolución proletaria y el socialismo.
Parece que quienes se han convertido al morenismo son Altamira, Oviedo y sus seguidores del Partido Obrero.

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