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Historia

El sindicalismo

9 de diciembre 2005

Tiempos del “régimen oligárquico”, de inexistentes reformas, de importantes huelgas y de un fallido levantamiento Radical. La oligarquía responde con un estado de sitio de 60 días acompañado de represión, deportaciones y censura para las organizaciones obreras.
El Partido Socialista llama a la mesura, pero un sector dirigente del PS insta a los obreros a defenderse con todos los medios disponibles a su alcance.
En oposición al parlamentarismo febril del Socialismo nacía así, en 1906, el llamado “sindicalismo revolucionario”. Su influencia se consolidará en la UGT1 llegando a compartir grandes huelgas junto al anarquismo como la Semana Roja de 1909 y las del Centenario2 de 1910.
La nueva corriente se pronuncia por la lucha de clases, los métodos de acción directa y la huelga general. Para ella, serán los sindicatos y no el partido el arma principal de lucha obrera, y a diferencia del anarco sindicalismo, sostendrá que los sindicatos no deben regirse por ninguna ideología y aceptará al partido político sólo como una herramienta subordinada a la lucha sindical.
Al declarar que el movimiento obrero debe ser apolítico, el “Sindicalismo Revolucionario” sostendrá que este debe ocuparse de la lucha por mejorar permanentemente su nivel de vida. En este recorrido, los sindicatos “vaciarían” al Estado de su contenido y asumirían las funciones de dirección de la producción y la sociedad.

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Para mediados de la década de 1910 se afianza el “modelo agroexportador” y la clase obrera se encuentra más concentrada y estratificada. La creciente conflictividad social, hará que el régimen conservador se vea obligado a iniciar un camino de reformas políticas.
Luego de la derrota de las luchas del Centenario, el sindicalismo se volverá más moderado y proclive a entablar negociaciones con el Estado. Pero es preciso un régimen dispuesto al diálogo y será el gobierno radical, tras el triunfo de Yrigoyen en 1916, quien a la vez que reprimía a los sectores más combativos del movimiento obrero, encontrará en el sindicalismo un interlocutor válido.
Surgen los primeros sindicatos nacionales por actividad, el ferroviario y el marítimo, concentrando un alto poder de negociación, pues de ellos depende la libre circulación de las mercancías. El sindicalismo tendrá gran influencia en ellos y apoyado en este poder se inclinará por la negociación dejando de lado sus posiciones combativas iniciales.
Las posiciones antiestatales y antipolíticas que lo llevaron a no proponerse la conquista del poder político del Estado por parte de la clase obrera, traerán la consecuencia inevitable de su adaptación al régimen burgués adoptando una práctica reformista centrada exclusivamente en la obtención de mejoras parciales.

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1919. Estalla La Semana Trágica3. El sindicalismo, cuyo peso ya era predominante, se encuentra agrupado junto a sectores anarco sindicalistas y socialistas en la FORA IX° Congreso, mientras los sectores más combativos y sectarios del anarquismo lo hacían en la FORA V Congreso.
Las proclamas revolucionarias contenidas en los manifiestos que dieron origen a la FORA IX° Congreso se volverán cenizas en un ambiente cargado de olor a pólvora, e insignificantes comparadas con los fuegos que destellan en las barriadas obreras. Mientras el potencial de la rebeldía y la insurrección latían como nunca, los vestigios de un sindicalismo combativo se apagaban para siempre.
El programa que soldara la unidad obrera y popular, será suplantado por la unidad con el PS para intentar levantar la huelga y condenar a los manifestantes violentos.
El frente único obrero, reemplazado por los reclamos corporativos de la Federación Obrera Marítima y la Federación Obrera Ferroviaria4 (que una vez conquistados serían determinantes para el retroceso del movimiento y para su posterior derrota). Las milicias para la autodefensa, transformadas en las “milicias de los pasillos ministeriales”, en los cuales los sindicalistas pasaron gran parte de los sucesos buscando entrevistarse con Yrigoyen.
La FORA IX° Congreso terminará levantando la huelga general y dejando a los sectores más combativos a merced de la represión. En momentos que los trabajadores tejían aceleradamente un escenario insurreccional, el sindicalismo optará por cambiarlo por una serie de reformas parciales aportando al entramado del proceso los hilos de la traición.
Al no poseer una teoría correcta de la naturaleza del Estado y del papel del imperialismo en el Siglo XX, el sindicalismo de los inicios, que supo compartir aspectos progresivos con el anarquismo, terminará degenerando hacia el reformismo. La separación ficticia que hiciera entre economía y política lo llevará a negarse a la construcción de un partido marxista que se propusiera el derrocamiento de la burguesía y la instauración de un estado obrero.
La Semana Trágica fue una prueba decisiva. Independientemente del resultado, al igual que el anarquismo, el sindicalismo demostró carecer de un estrategia revolucionaria, y como consecuencia de ello su degeneración hacia la subordinación con el régimen burgués se volverá inevitable.
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Durante la década del 20 los sindicalistas profundizarán su relación con el gobierno radical, relación que el gobierno utilizará para lograr la integración de los sindicatos al Estado.
Serán años de nuevas divisiones. La corriente sindicalista propiamente dicha pasa a agruparse en la Unión Sindical Argentina.
Aún siendo una central minoritaria, la USA impulsará la unidad sindical que finalmente se va a realizar a principios de 1930 con la creación de la CGT. No podrá comprenderse este hecho sin ver que la influencia del sindicalismo se extendía también a la Unión Ferroviaria (que concentra casi el 50% del total de obreros sindicalizados).
La CGT será fundada sobre bases sindicalistas que establecían “el principio de independencia de los sindicatos de todos los partidos políticos y las agrupaciones ideológicas”, oponiéndose a la vez a la “intervención de las organizaciones extrasindicales en los asuntos gremiales”.
El nuevo Comité Nacional Sindical debería ser integrado por “obreros auténticos”, es decir todos aquellos que no ejercieran cargos políticos como podía ser un diputado o en algunos casos que no fueran dirigentes de partidos políticos. Otro elemento es el rechazo a incluir la palabra “lucha de clases” en el proyecto de las bases.
Comienza a afianzarse en este periodo la figura del caudillo sindical. Mantenerse al frente de grandes gremios de masas reportaba un prestigio social que los dirigentes no estaban dispuestos a perder. Para lograrlo se recurrirá a la utilización de la prescindencia política (el apoliticismo) y la denominación de obreros auténticos.
La prescindencia en realidad sirvió para declarar la neutralidad de la CGT frente al golpe reaccionario de Uriburu y para lograr una mayor integración de los sindicatos al Estado.

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En el marco del creciente peso social de la clase obrera y su exclusión de la vida política por los gobiernos de la “década infame”, tendrá lugar un proceso de luchas cuyo punto culminante será la huelga de la construcción de 1936. Estas modificaciones tuvieron su expresión en la división de la CGT en 1935, agrupando a sindicalistas en la CGT de la calle Catamarca, y a socialistas y comunistas en la CGT de la calle Independencia. Sin embargo, el peso creciente será de la CGT Independencia.
No desarrollaremos aquí el papel jugado por el Partido Comunista ni la compleja situación política abierta frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial, que dará marco para el surgimiento del peronismo en nuestro país y será tema de un próximo artículo. Digamos sí que será Perón quien sabrá recoger los frutos de la ideología reformista y de negociación pregonada por los dirigentes sindicalistas asentados en los principales gremios que serán los puntales para el despliegue de la política de colaboración de clases del peronismo5.

1 Central sindical ligada al PS.
2 Ver La Verdad Obrera, número 175. “Los inicios revolucionarios de la organización obrera: La FORA” por Martín Noda.
3 La clase obrera influenciada y alentada por el triunfo de la revolución rusa, vivió durante una semana en un estado de intensa lucha de clases. La huelga iniciada en los talleres Vasena se extenderá a huelga general en toda la Capital confluyendo con otras que se desarrollan en gran parte de Buenos Aires y en el interior del país. Un estado de sublevación que sólo pudo ser derrotado mediante una gran alianza reaccionaria formada por el gobierno Radical y las fuerzas de seguridad y por todos los representantes de las clases pudientes.
4 La FOF luego se dividirá y dará origen a la Unión Ferroviaria y a La Fraternidad.
5 Son comunes a Perón discursos como el siguiente: “entiendo que el sindicato bien realizado es una de las bases fundamentales de la organización racional del estado. Considero que para que el sindicato sea eficaz debe basarse en tres puntos esenciales: dirigentes capacitados que representen auténticos trabajadores y que estén absolutamente persuadidos que para ellos no existirá mayor honor que ser exclusivamente dirigentes de sus propios gremios; absoluta disciplina gremial; defenderse contra la política, ejerciendo únicamente funciones específicas, vale decir, custodiar únicamente los intereses gremiales…” (negritas nuestras). Hugo Del Campo, “Sindicalismo y Peronismo”.


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