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Internacionales

Gran Bretaña

El voto antiguerra y la izquierda

1ro de julio 2004

Aunque es muy probable que de haber sido éstas elecciones generales y no regionales, el laborismo hubiese ganado, el resultado muestra una gran crisis del Partido Laborista, que ya venía reflejándose cuando el gobierno enfrentó las ‘rebeliones parlamentarias’ donde una gran parte de la bancada del Labour votó en contra de ir a la guerra sin el dictado de una resolución de las Naciones Unidas y también en la negativa de los diputados laboristas a la privatización del sistema de salud. Estos elementos de crisis se mantuvieron siempre a un nivel de la superestructura partidaria del Laborismo ya que no fueron acompañadas por grandes procesos de lucha obrera, salvo en el caso de los trabajadores del correo.
Si tomamos toda Europa, la mayor derrota la sufrieron los gobiernos que dieron apoyo militar a la guerra en Irak: Gran Bretaña, Italia y Polonia, lo que se llamó el ‘voto contra la guerra’; pero los partidos que tuvieron una postura ‘anti-guerra’, como el gobierno de centroderecha de Francia y el socialdemócrata Schr˜öder de Alemania, también fueron golpeados por su política neoliberal de ataques a las condiciones de vida de la clase obrera.



Un voto contra la guerra en Irak y la política privatizadora del Nuevo Laborismo



Las elecciones para autoridades locales son generalmente un hecho político menor, con una participación de voto que no supera el 25%, pero éstas se transformaron en un referéndum para el gobierno de Blair. En política exterior mostraron la oposición a la guerra contra Irak y a nivel interno, el rechazo a la política de privatizaciones de los servicios públicos, educación, y correos. Por otro lado, en las elecciones a intendente de Londres, Ken Livingstone, candidato del Labour, fue reelecto con un 35,7% (superando en un 10% a los conservadores). Su campaña era ‘Vote por Ken’ y ‘Ken para Londres’, donde la sigla del partido laborista casi ni se veía, para distinguirse del Nuevo Laborismo. Livingstone cuenta con el prestigio de haber sido orador en los actos de la coalición Stop the War. Pero el eje de su campaña fueron los problemas cotidianos, transporte, seguridad, vivienda y congestión en las calles. Debido a la mala elección del Labour, que perdió dos bancadas en la Asamblea de Londres, Livingstone no contará con mayoría propia.
Muchos de los consejeros locales, que tienen contacto con la base del partido, tuvieron una posición contra la guerra, sin embargo el voto no fue a ellos, lo que explica la debilidad de la oposición dentro del laborismo. Los dirigentes del Labour tienen esperanza en que la situación en Irak se solucione para las próximas elecciones –algo que el aumento de los hechos de violencia muestra bastante difícil– y se puedan concentrar en temas domésticos como el mejoramiento del sistema de salud y educación.
Pero por casa también anda mal el partido laborista. A fines del año pasado la gran “huelga salvaje” (no oficial) de los trabajadores del correo, en defensa de los empleados sancionados por la patronal y por condiciones laborales, rompió de hecho las leyes antisindicales del Thatcherismo –y rigurosamente respetadas por el Nuevo Laborismo– que prohíben toda huelga que no sea votada por correo (voto secreto, no en asambleas) con meses de anticipación. El sindicato del transporte RMT (ferroviarios y subtes) permitió en Escocia que sus seccionales se afiliaran al Scottish Socialist Party lo que le valió la expulsión del laborismo del cual fuera fundador. El sindicato Communication Workers Union votó en su conferencia que se desafiliaría del Labour si el gobierno privatiza la empresa de correos Royal Mail. Esta semana el RMT convocó a una huelga de los subtes de Londres por condiciones de trabajo y la reducción de la jornada laboral. Estas elecciones podrían reflejar no sólo una oposición a la guerra sino un anticipo de luchas del movimiento obrero contra el gobierno laborista.

La emergencia de un voto antieuropeo

El partido conservador tampoco sacó buen rédito de las elecciones ya que no obtuvo ningún consejero nuevo en las elecciones locales. Su electorado fue disputado por el UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido), que refleja un creciente nacionalismo o ‘miedo’ a la Unión Europa de sectores de la clase media, votantes tradicionales del partido conservador que opinan que este último no hizo una campaña electoral con eje antieuropeo. El UKIP, que obtuvo casi un 16% para las elecciones europeas y un 8,4% para el gobierno de la ciudad de Londres, es un partido xenófobo y racista formado en 1994, contra la UE y a favor de la mano dura contra los inmigrantes; su figura pública es un conductor de un programa de TV, Robert Kilroy-Silk, expulsado de la BBC, hace unos meses, por sus comentarios racistas contra los árabes.

El resultado de Respect

La coalición por la unidad Respect, montada por el Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores) luego de las grandes movilizaciones contra la guerra de febrero del 2003, con la consigna “marche y vote”, obtuvo 250 mil votos, algo menos de un 2%. Este resultado no se aleja del porcentaje de la Alianza Socialista -que ellos mismos impulsaron- en elecciones anteriores. Pero, en algunos distritos de alta población musulmana llegó al 13,5%, como en ‘City and East’, en Londres, en una de las zonas más pobres de la ciudad, con gran concentración obrera, que se movilizó contra la guerra. En Birmingham obtuvo un 7,4 % de votos.
Lindsey German, dirigente nacional del SWP y candidata a intendente obtuvo un 3,2% tomando Londres de conjunto y un 12% en su distrito, saliendo por encima de los verdes y del BNP (partido de derecha fascista). Respect se jugó con todo a la candidatura de Galloway, figura pública de la campaña contra la guerra y por el levantamiento de las sanciones a Irak, pero también conocido por su enérgica oposición al aborto y su catolicismo practicante.
Estos resultados envalentonaron al SWP, que dice que nació una nueva fuerza política, alternativa al laborismo. En el último número de su periódico (26/6/04) John Rees discute contra los que dicen que el voto a Respect es un ‘voto musulmán’ y hace notar, correctamente, que la comunidad musulmana es parte de la clase trabajadora británica y que los votos a la coalición fueron independientemente a un sindicalista de la comunidad musulmana, asiática o un socialista blanco y que los tres pilares fundamentales de la coalición son las fuerzas socialistas, la izquierda en los sindicatos y los musulmanes que se radicalizaron en la guerra.
La polémica de todos modos es falsa, ya que para los marxistas la crítica a Respect se basa en que representa una alianza policlasista que llevó como primer candidato a diputado para el Parlamento europeo al diputado laborista escocés George Galloway, ahora expulsado del Labour. Respect presentó a Galloway como un hombre de ‘fuertes convicciones religiosas en la lucha contra la injusticia’ (ver www.respectcoalition.org). Lamentablemente, se olvidaron de decir que también se opone enérgicamente al aborto. El SWP hasta ahora no sacó ninguna declaración al respecto, haciéndole el juego a esta posición reaccionaria de su figurón electoral.
Otro ejemplo de la naturaleza policlasista de Respect lo muestra el hecho que Anas Altikriti, quien encabezó la lista del distrito de Yorkshire y Humberside renunció a su cargo como presidente de la Asociación Musulmana de Gran Bretaña para poder presentarse como candidato. Esta organización no es de ideología socialista, ni clasista, ni representa los intereses de los trabajadores. Así vemos también que en Brent and Harrow en Londres un reverendo fue candidato. No es casual que en el manifiesto europeo de Respect no se pronuncie por una educación laica, sino por la educación gratuita y la libertad de culto, evitando así el roce con los grupos líderes de los distintos credos que sí quieren una educación religiosa. El SWP argumenta defender el multiculturalismo británico, pero una cosa es el respeto a las diferentes culturas y otra hacerle el juego a ideologías reaccionarias contrarias al socialismo y a los intereses de la clase trabajadora.
La coalición Respect surgió a partir de la gran campaña contra la guerra, de carácter progresivo y de masas, que tenía la consigna: “Paremos la guerra” y que el SWP se encargó de transformar en un frente electoral cuya única estrategia es conseguir votos, no importa cómo, ni con qué política, ni con quién. Esta estrategia es lo que los llevó a terminar levantando una programa reformista que se limita a “hacer acciones para frenar la ‘islamofobia’, el racismo y la discriminación; por viviendas populares a precios accesibles; por un transporte público eficiente, seguro y barato; contra los aranceles educativos; por pensiones de acuerdo a los ingresos; por igual salario y los mismos derechos laborales y por terminar con la destrucción del medio ambiente”.
Como vemos hay mucho ‘pluralismo’ para reverendos, católicos practicantes y líderes religiosos pero nada de protagonismo para la clase trabajadora. Proyectos como éste que diluyen a la clase obrera y donde los argumentos a favor del socialismo y de una política de clase independiente son olvidados por figurones ajenos a los trabajadores, no son alternativa cuando la clase obrera empieza a enfrentar los ataques del laborismo.

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