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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

ROSARIO: IMPUNIDAD POLICIAL Y GATILLO FÁCIL

Franco Casco: un nuevo Luciano Arruga

Dos noticias los últimos días revelaron la impunidad con la que se manejan las fuerzas policiales y el blanco en que se convierte la juventud trabajadora para esos “perros del orden”.

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6 de noviembre 2014

Franco Casco: un nuevo Luciano Arruga

Dos noticias los últimos días revelaron la impunidad con la que se manejan las fuerzas policiales y el blanco en que se convierte la juventud trabajadora para esos “perros del orden”. A la aparición como NN del cuerpo de Luciano Arruga, ahora se suma la aparición sin vida de Franco Casco, un joven albañil de veinte años que estuvo 24 días desaparecido en Rosario, luego de haber estado detenido en una comisaría.

A los jóvenes trabajadores siempre se les invierte la carga de la prueba: son culpables hasta que demuestren lo contrario. De Luciano decían que era ladrón porque era pobre. Lo mismo pasó con Franco, que los únicos dos crímenes que cometió fueron ser joven y ser trabajador. A los que trabajan día y noche para ganar un salario de hambre, las campañas contra la inseguridad los convierten en amenazas. Sufren la “inseguridad” de vivir en condiciones penosas, y la “inseguridad” de ser sospechosos. Desde la caída de la dictadura, según denuncia la CORREPI, hubo 4200 casos de gatillo fácil y 200 desapariciones. Un verdadero genocidio.

Otro Luciano Arruga, esta vez en Santa Fe

Esta vez la saña policial fue en Santa Fe, el bastión de los supuestos socialistas (PS/FA-UNEN), que se jactaban de ser combatientes contra la corrupción, pero se apoyan en la Policía, con sus narcos y sus redes de trata. Como sucede con todos los gobiernos, durante los 24 días que estuvo desaparecido Franco, ningún funcionario del Gobernador Bonfatti se comunicó con la familia y, además se dejó correr la versión de que Franco había sido visto con vida. Se encubrió a la Policía.

Muertes jóvenes, chantaje policial

Mientras la muerte de Franco Casco copa la sensibilidad del pueblo trabajador, como a finales de 2013 las fuerzas policiales inician chantajes para recomponer sus “salarios”. Esta vez en Santa Cruz se tomó la posta y los policías se autoacuartelaron para reclamar aumentos del 25 por ciento, demanda que los gobiernos considerarían una herejía si viniera de estatales o docentes. En el 2013 el método del chantaje policial fueron los saqueos.

La clase obrera, para defender lo suyo es empujada a luchas duras, como se vio en los conflictos docentes o en la lucha de Lear. No sucedió esto con los chantajistas policiales: les dieron aumentos y exoneraciones. Los motines policiales tuvieron (¿y tendrán?) como combustible la campaña contra la “inseguridad”, pro mano dura. Cada uno de los gobiernos cede a esta presión fortaleciendo a las policías provinciales y combinándolas con gendarmes, para usarlas cuando el pueblo salga a las calles contra el ajuste. A cambio de ese “servicio” encubren todas las barbaridades que se cometen en las comisarías.

La impunidad y el poder que gana la Policía de conjunto, es lo que les da libertad para cobrarse a cada Luciano Arruga y cada Franco Casco. La agenda de la izquierda debe ser la de impulsar la movilización para que los asesinos de Franco Casco sean encarcelados.

Responder con contundencia ante cada caso de gatillo fácil es una tarea indeclinable para debilitar a un Estado que declara la guerra a los trabajadores y a la juventud. Poner en pie un gran movimiento de familiares de jóvenes asesinados y de todos los que apoyan la lucha contra la Policía brava es una política contundente, a la orden del día. 

Prensa

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