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Cultura

La Santa Inquisición ataca a León Ferrari

10 de diciembre 2004

Allá por el año 1965, el artista plástico León Ferrari presentaba a las autoridades del Instituto Di Tella su obra “Civilización occidental y cristiana”, un montaje de un Cristo de santería crucificado sobre un avión de guerra norteamericano. En clara alusión a los valores occidentales y cristianos con los que se justificaban las escaladas imperialistas en Vietnam y a su vez al discurso de la dictadura de Onganía. Antes de la inauguración de la muestra esta obra fue excluida del concurso y de la exposición por ofender la sensibilidad religiosa. El artista se presentaba con esta frase: “El problema es el viejo problema de mezclar el arte con la política”. Para muchos esta obra fue de las pioneras en unir la vanguardia artística de los ’60 con la política en nuestro país.

En 1966 el mismo Ferrari y otros artistas convocan al “Homenaje al Vietnam”, una de las mayores exposiciones colectivas en torno a un eje político en la historia del arte argentino. En 1968 será parte con sus montajes de recortes periodísticos de la muestra “Tucumán Arde”, experiencia artística de denuncia de la situación social de la población tucumana debido al cierre de los ingenios azucareros. Realizada por fuera de las instituciones artísticas, se expuso primero en el local de la CGT los argentinos de Rosario y cuando llegó a Buenos Aires apenas pasadas unas horas fue censurada por la dictadura de Onganía.

Ya por el año 2000 una muestra de Ferrari fue atacada por un grupo de militantes clericales que arrojaron pintura, basura y gas lacrimógeno en la sala. En el 2003 tuvimos el orgullo de contar con León Ferrari entre los artistas que se sumaron a la semana cultural “Arte y confección” en apoyo a las obreras de Brukman mientras la policía ocupaba la fábrica.

Hoy, con un hijo desaparecido por la última dictadura militar y casi cuarenta años después de la primer censura, León Ferrari con sus jóvenes 84 años de edad realiza una retrospectiva de toda su obra en el Centro Cultural Recoleta y nuevamente es acusado y perseguido. Una vez más es la Iglesia con la acusación pública del arzobispo Jorge Bergoglio la que arremete contra su arte, queriendo censurarlo acusándolo de blasfemia.

La retrospectiva de León Ferrari incluye la serie “Ideas para infiernos” donde por medio del collage y el montaje utiliza figuras de personajes santos encerrados en una licuadora, formados ordenadamente sobre una sartén, saliendo de una tostadora eléctrica, etc.

También se pueden ver obras donde los símbolos religiosos son combinados con íconos del erotismo occidental, como la imagen del Papa junto a Madonna. Hay pájaros en jaulas sin fondo que dejan caer sus excrementos sobre el “Juicio Final” de Miguel Angel. Y vuelve a estar presente “Civilización occidental y cristiana” colgada en el techo sobre el público, manteniendo su vigencia durante 40 años, desde Vietnam a Irak. El problema vuelve a ser el arte relacionado con la política, y en particular su denuncia vehemente contra los valores de la iglesia y la religión.

Si bien el pedido de la Iglesia de clausura de la retrospectiva no prosperó, al poco tiempo de la inauguración cuatro personajes de la extrema derecha católica, envalentonados por las declaraciones oficiales de la curia, han irrumpido en la muestra destrozando algunas obras al grito de “Viva el Cristo Rey”. Las cosas siguieron con una misa del día de la Virgen en repudio a Ferrari, y la amenaza de volver a invadir en su muestra. El poder inquisitorio de la Iglesia extraña la primacía que tenía durante la dictadura.

Este nuevo reavivar del oscurantismo de la Iglesia se da en el marco del debate que cruza a curas y gobernantes sobre el tema de la despenalización del aborto y la educación sexual en las escuelas. Un debate hipócrita que no hace más que consensuar entre los de arriba como seguir oprimiendo a las mujeres y niños del pueblo. Queda claro que la Iglesia como institución sigue siendo un pilar fundamental para el Estado capitalista, pues su injerencia no sólo es en la cultura y los medios de expresión, sino en la educación, la política y la economía. Por eso puede exigir al gobierno su parte de poder y para muestra está la votación a medida de la curia del represivo Código Contravencional que dejó los presos de la Legislatura.

Muchos artistas e intelectuales se han solidarizado con León Ferrari en nombre de la libertad de expresión, pero lamentablemente no dijeron nada de la Iglesia. El Gobierno hipócritamente también habló de la libertad de expresión y prometió dejar la muestra en pie porque es “arte”. Pero hace falta decir las cosas como son, la Iglesia representó y representa (como bien lo expresa León Ferrari en su obra) lo más recalcitrante de la derecha y no sólo apoyó y santificó a la dictadura militar, sino que hoy es el Estado quien la sostiene mediante los subsidios a sus escuelas privadas, mediante los apoyos financieros y exenciones impositivas a sus propiedades y fundaciones. Los artistas debemos denunciar a la censura y reivindicar el arte político, pero esto sólo no alcanza, debemos enfrentar la injerencia de la Iglesia y la complicidad del Gobierno, debemos enfrentar sus leyes represivas y oscurantistas uniéndonos a la lucha de los trabajadores y el pueblo.

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