logo PTS

Nacional

A 35 AÑOS DE LA FUNDACION DE LA COPAL (I)

La corporación alimenticia y el Golpe del 76

El ascenso obrero que había despuntado con el Cordobazo tenía también su capítulo en las empresas alimenticias. Allí estaban los trabajadores de los ingenios azucareros tucumanos, de los frigoríficos como Swift, de grandes empresas como Terrabusi, Matarazzo y Molinos.

Lucho Aguilar

4 de noviembre 2010

La corporación alimenticia y el Golpe del 76

El ascenso obrero que había despuntado con el Cordobazo tenía también su capítulo en las empresas alimenticias. Allí estaban los trabajadores de los ingenios azucareros tucumanos, de los frigoríficos como Swift, de grandes empresas como Terrabusi, Matarazzo y Molinos.

Ellos fueron parte de la oleada de paros y movilizaciones que culminarían con las huelgas generales de junio y julio de 1975.

José Tejeda recuerda lo que pasaba por aquellos años, cuando trabajaba en Terrabusi Barracas y comenzaba a militar en el PST.

“Cuando entro a Terrabusi, en 1971, veo un proceso de superexplotación muy alevosa. Hombreábamos 350 bolsas por hora. Adentro el compañero sentía la explotación, el trato inhumano.

Entonces con un grupo de compañeros nos pusimos de acuerdo que había que cambiar esa situación. Y venía un proceso que tenía que ver con el Cordobazo, el Tucumanazo, se empezaba a discutir mucho en las fábricas. Porque aunque casi todo el mundo era peronista, era ‘viva Perón pero quiero aumento de salarios, viva Perón pero quiero hombrear menos bolsas’.

Entonces la situación que había en el país y la lucha de los compañeros permitió que avanzásemos mucho. Hasta que hacemos entrar en crisis a toda esa comisión interna y la desplazamos. A fines del 74 dirigíamos casi toda la fábrica, y se empiezan a organizar las conquistas.

Isabel todavía estaba con el Pacto Social, entonces disfrazábamos los aumentos de salarios con movimientos de bolsas, con los descansos. Y bajando los ritmos de producción: una máquina que tenía 6 golpes se la bajábamos a 4.

Ahí se vió el surgimiento todo un proceso de compañeros muy combativos. ¡Cómo salían a pelear!”

Pero el gobierno peronista, en momentos de crisis capitalista, opta por dar un mazazo a su propia base social, lanzando el plan de ajuste del ministro Celestino Rodrigo.

“Y coordinábamos todo – sigue Tejeda – y así llegamos a lo que pasó al 75. Ese año en la alimentación se consigue un convenio con el 94 % de aumento. ¿Y por qué se consigue eso? Por las comisiones internas, los cuerpos de delegados: eran una presión muy grande para la burocracia. Empezaban a coordinarse las luchas.

Nosotros participábamos de las Coordinadoras, en Capital, y en las coordinadoras de la zona norte, a partir de la Terrabusi Pacheco. Esas coordinadoras siguieron funcionando después del Rodrigazo, y había compañeros de Frigor, de Felfort, de Bonafide, de Noel. Entre las internas de la alimentación nos juntábamos y coordinábamos las luchas.

Y en ese momento estaba claro: era “14.250 o paro nacional”. Queríamos que se hagan efectivas las conquistas que se habían conseguido a partir de nuestra lucha.

En la zona norte las coordinadoras funcionaban mayormente por fuera de los sindicatos. Y fueron las que mejor organizaron la lucha en esos días. Eran asambleas masivas, lugares de democracia de base y luchadores clasistas. Todo esto me sirvió para entender que las internas y los cuerpos de delegados, cuando estalla la lucha de clases, se convierten en las direcciones del movimiento obrero.

Entonces llega el golpe. No lo hacen para liquidar a la guerrilla, sino para terminar con todo este proceso: querían liquidar a toda la vanguardia obrera industrial.”

A bendecir las armas

La derrota al plan de ajuste impulsado por el gobierno de Isabel Perón terminaría de convencer a los sectores más concentrados del empresariado. Para ellos, la salida que venía sosteniendo la Confederación General Económica no podía resolver la crisis económica, ni detener el ascenso obrero.

Semanas después del Rodrigazo, en agosto de 1975, comenzarían a reunirse integrantes de la Sociedad Rural, la Cámara de la Construcción, el Consejo Empresario y los principales grupos capitalistas nacionales y extranjeros.

Era hora, para ellos, de declarar el alerta empresario y fundar la APEGE (Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias). Desde allí convocarían a todos los empresarios a “la defensa de la propiedad y la empresa privada”, tras denunciar que “se entrega al país al sindicalismo continuando su camino hacia el marxismo”1.

Los Bunge, los Zorraquin Garovaglio, los Blaquier, los Reyes Terrabusi y los industriales de las golosinas agrupados en la CIPA no tardarían en sumarse a los preparativos. Por eso, a fines de octubre de 1975 pondrían en pie la COPAL, la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios, Bebidas y Afines. Desde allí buscarían organizar la reacción contra el proceso de organización que se vivía en ingenios, frigoríficos y otras plantas el sector.

Jorge Zorreguieta, uno de los hombres que representaba a la Sociedad Rural y los ingenios azucareros, plantearía en aquellas reuniones que“el problema laboral está muy ligado al de la producción. Existen dos factores determinantes: instrumentos legales inadecuados, como la Ley de Contrato de Trabajo, y la presión ‘por parte de las comisiones internas y elementos subversivos’ que impiden que ‘al menos se cumpla con lo que el Gobierno pacta en el más alto nivel’”2. Zorreguieta se convertiría en la dictadura en funcionario de Videla, y más tarde en presidente de la COPAL.
Comenzaba 1976 y eran momentos de más definiciones. Reunidos en las oficinas que habían pertenecido a los industriales de las golosinas, la COPAL emitiría entonces una solicitada para adherir “a los principios enunciados por la APEGE y apoyar el paro empresario a realizarse el 16 de febrero”. Además repudiaba a la CGE “por haber defraudado la esperanza que el empresariado le confiara en 1973, permitiendo la infiltración marxista”3.

Para entonces, la APEGE se había transformado en plataforma y dirección del partido del orden y estaba en marcha el lock-out patronal del 16 de febrero de 1976. La inmensa mayoría del empresariado estaba definido por una salida de fuerza.

Ese día, como hombres de ‘alimentos y bebidas’, los dirigentes de la COPAL serían los encargados de bendecir la conspiración con hostias y agua bendita. Por eso fueron los anfitriones de la misa que al caer la tarde se realizó en la Iglesia de Nuestra Señora de los Inmigrantes. No veían mejor escenario para coronar el exitoso paro empresario, antesala del golpe militar.

En el próximo número sabremos quiénes fueron los empresarios que desde la COPAL participaron de la conspiración, y que hoy hacen excelentes negocios en “el nuevo modelo político y económico iniciado en 2003”.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados:

Historia

/   

Nacional