El gran perdedor fue el asesino Sobisch que pretendía pelear el primer lugar en “su” provincia pero quedó relegado al tercer puesto. El repudio al asesino de Fuentealba arrastró a la derrota a su candidato a intendente y los diputados del MPN que, por primera vez en más de 40 años de historia, obtienen un solo representante al senado. La alta votación en blanco a diputados y senadores (más del 25%) reflejó la interna del MPN cuyo nuevo gobernador dejó correr el voto a Cristina, que ganó las elecciones en la provincia.
Pero junto con las presidenciales se eligió el intendente de la capital provincial. Hubo una falsa polarización entre el MPN y la “oposición” kirchnerista. Por escaso margen se impuso el radical Farizano, acompañado por el peronismo, el UNE, ARI, Libres del Sur y otras fuerzas como la de López Murphy. Farizano es funcionario clave y continuador del actual intendente, el radical Quiroga, que en estos años apoyó la política de Sobisch (como en la Constituyente del 2005), pidió una y otra vez el desalojo de las tomas y las ocupaciones en reclamo de vivienda y no dudó en posicionarse junto a los empresarios del turismo cuando llamaron al “despeje” de las rutas en la última huelga docente.
CTA y el UNE: de la oposición gremial al gabinete municipal
El UNE es el partido que más votos aportó a Farizano por lo que ocuparán altos cargos en el próximo gobierno municipal junto a los radicales y kirchneristas locales. Conformado originalmente por dirigentes de la CTA y algunos referentes barriales, el UNE avanzó en su giro hacia un proyecto “opositor” al MPN, sin ninguna distinción de clase. Para estas elecciones incorporó empresarios en sus listas: de sus 2 concejales electos una es Patricia Barragán, dirigente de ATE y el otro Fabricio Cascino, un empresario de la construcción.
El UNE surgió como la expresión provincial del “Movimiento Político Social y Cultural” de la CTA que, desde su lanzamiento y durante años, no fue más que un slogan pero se concretó en Neuquén. En las últimas elecciones, bajo la cobertura de un frente anti-MPN, terminó en las faldas del kirchnerismo provincial y los radicales K. Es el derrotero de un movimiento político de colaboración de clases que licua las fuerzas de los trabajadores tras la de los banqueros “nacionales”, la Federación Agraria y los patrones “pequeños y medianos”.
La extendida oposición social y cultural al MPN y la amplia vanguardia de activistas y luchadores sigue sin tener una expresión en el terreno político. El UNE y los políticos de centroizquierda la utilizan como base de maniobra. Frente a este proyecto los trabajadores tenemos que levantar otra perspectiva: la de la construcción de un gran partido de la clase trabajadora. Es lo que está planteado para los partidos de la izquierda clasista, los delegados, comisiones internas y sindicatos combativos como el SOECN, para prepararnos para nuevas crisis, como la que afrontamos en Neuquén este año.