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A 70 años de la fundación de la IV° Internacional

La estatización de los sindicatos y la lucha por la independencia del movimiento obrero

A diferencia de lo que pensaban ciertos “trotskistas” desorientados de ese entonces, Trotsky, apoyándose en las caracterizaciones del gobierno de Cárdenas y del conjunto de la situación política mexicana, daba un peso central a la lucha por la independencia del movimiento obrero respecto del gobierno y del Estado.

28 de agosto 2008

A diferencia de lo que pensaban ciertos “trotskistas” desorientados de ese entonces, Trotsky, apoyándose en las caracterizaciones del gobierno de Cárdenas y del conjunto de la situación política mexicana, daba un peso central a la lucha por la independencia del movimiento obrero respecto del gobierno y del Estado. En este terreno, la estadía en México le permitió generalizar una serie de análisis sobre la situación de los sindicatos, que también había podido observar en los países europeos: “Hay una característica común, en el desarrollo, o para ser más exactos en la degeneración, de las modernas organizaciones sindicales de todo el mundo; su acercamiento y su vinculación cada vez más estrecha con el poder estatal. (...) En México los sindicatos se han transformado por ley en instituciones semiestatales, y asumieron, como es lógico, un carácter semitotalitario. Según los legisladores, la estatización de los sindicatos se hizo en bien de los intereses de los obreros, para asegurarles cierta influencia en la vida económica y gubernamental. Pero mientras el imperialismo extranjero domine el Estado nacional y pueda, con la ayuda de fuerzas reaccionarias internas, derrocar a la inestable democracia y reemplazarla con una dictadura fascista desembozada, la legislación sindical puede convertirse fácilmente en una herramienta de la dictadura imperialista”1.

Trotsky consideraba un grave error suponer que este proceso de estatización de los sindicatos era un impedimento absoluto para el trabajo de los revolucionarios en su seno. Señalaba que era necesario luchar por lograr influencia en la clase obrera, en las condiciones concretas, más allá de que fueran más o menos desafavorables. Por eso sostenía que: “La primera consigna de esta lucha es: independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del estado capitalista. Esto significa luchar por convertir los sindicatos en organismos de las grandes masas explotadas y no de la aristocracia obrera. La segunda consigna es: democracia sindical. Esta segunda consigna se desprende directamente de la primera y presupone para su realización la independencia total de los sindicatos del Estado imperialista o colonial”2.

En este contexto, Trotsky afirmaba que la mejor política para contrarrestar la influencia de la burguesía en el movimiento obrero, era la lucha al interior de los sindicatos contra la burocracia adicta al gobierno y el stalinismo: “en México más que en cualquier otro lado, la lucha contra la burguesía y su gobierno consiste ante todo en liberar a los sindicatos de su dependencia respecto al gobierno. Formalmente, en los sindicatos mexicanos está todo el proletariado. La esencia del marxismo consiste en proporcionar una dirección a la lucha de clases del proletariado. Pero ésta exige su independencia de la burguesía. En consecuencia, la lucha de clases en México tiene que estar orientada a ganar la independencia de los sindicatos del Estado burgués. Esto exige de los marxistas una concentración de todas sus fuerzas contra los stalinistas y toledanistas3.

Para resumir un poco:

 Trotsky apoyó las medidas progresivas de Cárdenas, nos referimos a las expropiaciones de las empresas petroleras y llamó al movimiento obrero a defender las expropiaciones contra los ataques del imperialismo.

 Pero no llamó a identificar el programa de la clase obrera con el del gobierno mexicano. En este sentido, Trotsky buscaba dialogar con los trabajadores que confiaban en Cárdenas, también desarrollando una crítica del programa cardenista.

 Consideraba una condición indispensable para que la experiencia de los trabajadores se orientara en un sentido revolucionario, la plena independencia de la clase obrera, de sus organizaciones de masas y del partido revolucionario, respecto del gobierno.

Para terminar, diremos que los análisis de Trotsky (que no se reducen a los elementos que aquí comentamos) implicaron un enriquecimiento de la Teoría de la Revolución Permanente, ampliando su capacidad explicativa a fenómenos nuevos, pero su importancia no es solamente teórica. Los análisis de Trotsky sobre nuestro subcontinente tienen una implicancia política central, porque las tareas del presente que vivió Trotsky, siguen siendo, con las obvias diferencias de contexto, las mismas del presente nuestro. La lucha contra el imperialismo, la lucha por la independencia política de la clase obrera y por una salida a los principales problemas nacionales y continentales, tienen hoy quizás más vigencia que antes, por las difíciles condiciones que la degradación del capitalismo impone a nuestros pueblos. Por eso tiene una particular actualidad la exhortación del viejo revolucionario ruso: “Nuestro proletariado debe entrar firmemente en la escena histórica para tomar en sus manos el destino de Latinoamérica y asegurar su futuro. El proletariado unificado atraerá a decenas de millones de campesinos indoamericanos, eliminará las fronteras hostiles que nos dividen y nucleará a las veinticuatro repúblicas y posesiones coloniales bajo las banderas de los estados unidos obreros y campesinos de Latinoamérica. (...). ¡Obreros revolucionarios de América Latina, ustedes tienen la palabra!”4.

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