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MOVIMIENTO OBRERO

Las cadenas de la explotación textil

Se repite la tragedia en un taller textil. La muerte de dos niños pone en evidencia la complicidad de gobiernos, Justicia y sindicatos.

PTS

7 de mayo 2015

Las cadenas de la explotación textil

Se repite la tragedia en un taller textil. La muerte de dos niños pone en evidencia la complicidad de gobiernos, Justicia y sindicatos.

Se suma a la tragedia del barrio de Caballito en el 2006 en el taller Luis Viale, donde 2 adultos y 4 niños murieron calcinados. En ese momento el jefe de gobierno porteño era Jorge Telerman, hoy jefe de campaña presidencial de Scioli.

En la Ciudad de Buenos Aires se estima que hay 5 mil talleres donde se terceriza la producción textil. En 8 años no ha existido inquietud alguna del gobierno porteño por recabar información sobre las denuncias de la existencia de talleres clandestinos.

Así se construyen las grandes fortunas de la industria textil, sobre casi un 80% de trabajo en negro que incluye condiciones de precariedad extremas, llegando hasta la esclavitud ¿Cómo puede ser que esta cifra sea reconocida por los propios empresarios del sector y el gobierno nacional no haga nada, o mejor dicho, lo único que haga sea beneficiarlos otorgándoles repros y subsidios? Se aprovechan de la extrema vulnerabilidad en la que se encuentra una parte importante de la clase obrera en el país: los trabajadores inmigrantes.

La irrupción de una clase

Muchos venimos de talleres clandestinos, donde criamos a nuestros hijos en el hacinamiento y cuando creíamos que saliendo a trabajar en una fábrica nuestra situación cambiaría, nos encontramos trabajando jornadas extensas, sin convenio y sin ningún derecho sindical. Es el caso de la textil Elemento, donde en el 2013 una compañera se prendió fuego por los maltratos. Producíamos medias para Cheeky, la empresa de Juliana Awada, la esposa de Mauricio Macri. El gobierno de la ciudad encubre a los patrones esclavistas porque son parte de ellos.

La organización contra esas condiciones, por lo general, tiene como respuesta los despidos. Pero todo este entramado sería imposible de sostener sin la complicidad de las burocracias sindicales, como el SOIVA y AOT, fieles al gobierno nacional.

En Elemento otro fue el final. Se logró la reincorporación con una lucha larga y tenaz y con la defensa legal de los compañeros del CeProDH, entre ellos Myriam Bregman. Esto ya quedó escrito en la historia de la clase obrera textil que se une a la heroica lucha de las costureras de Brukman.

Por eso desde el PTS y la agrupación textil “Cosiendo Conciencia” militamos cada día para construir la fuerza capaz de hacer frente a esta situación. Nos organizamos para que todo costurero esté sindicalizado y que los sindicatos se pongan a la cabeza de pelear porque las grandes marcas absorban, con el convenio que corresponda, a todo el personal de los talleres denunciados. A los gobiernos les exigimos que garantice trabajo y vivienda digna. Hay que pararle la mano a estas empresas esclavistas para que no muera un solo niño más en talleres textiles.


“Hay miedo y se aprovechan más si sos inmigrante”

María Ugarte - Trabajadora reincorporada a la Textil Elemento

En los talleres textiles los chicos viven con mala alimentación, todos juntos, sin poder atenderlos como corresponde entre tanto trabajo y muchos no van a la escuela. Pero no solo pasa en los talleres clandestinos. Cuando las mujeres trabajamos en fábrica muchas horas tampoco podemos estar en la crianza, en el momento que necesitan. Te perdés una etapa de la vida de tus hijos pero sentís que no te queda otra porque tenés que trabajar. También sucede que muchas mujeres por miedo a pedir ir al médico sufren abortos, eso a mí misma me sucedió. Hay miedo y se aprovechan más si sos inmigrante. Mi experiencia me mostró que para poder cambiar nuestra situación es importante organizarnos entre los trabajadores porque son los que les pasa lo mismo que a uno y así podríamos avanzar con fuerza y cambiar de a poco este sistema que te aleja de lo que más querés.


Voces textiles e inmigrantes

Betsabé: Lo que paso en el taller de Flores me da mucha tristeza y bronca. Los nenes tenían la misma edad que mis hijos. Ahí me acordé de los niños que vivían entre nosotros cuando recién llegamos porque no tenía donde ir. Todavía en este mundo hay gente que se cree dueña de otros, pero claro la Policía y todos los controles que deberían tener están en la puerta cobrando su cuota y permitiendo entrar a los dueños de las prendas a sacar cualquier evidencia tal como etiquetas de marcas. Y los chicos me pregunto ¿Qué habrán hecho? ¿Habrán gritado, llorado o simplemente ya sabían que la única salida estaba cerrada? Dicen que el futuro son los chicos, pero los están matando.
 
Omar: Junto con mi familia trabajé y viví en varios talleres. Las condiciones eran muy malas. En un solo cuarto dormíamos con mi señora, mis dos hijos y también cocinábamos. El lugar era muy pequeño. En un taller de Floresta, ni siquiera se fumigaba. Había una puerta de vidrio que tenía una faja que decía clausurado. Venía la Policía, las inspecciones de la AFIP, pero no los dejaban entrar. Cada vez que venían nos pedían que nos encerremos en los cuartos. Yo me accidenté en el taller y deje de trabajar. Pedí cobrar una indemnización y la dueña me contestó que no me correspondía. A los jefes no les importa en qué condiciones viven sus empleados. Lo que a ellos les importa es ganar su plata.

Alejandra: Vivimos en condiciones muy precarias, de taller en taller, buscando algo mejor. Cuando mi esposo se accidentó, estuvo una semana sin ir a trabajar y la dueña quería descontarnos esa semana. Cuando les dijimos que nos queríamos ir, nos dijo que nos iba a denunciar ella a nosotros ¡Como si nosotros hubiéramos hecho algo mal! Ni el Consulado, ni ninguna autoridad boliviana nos apoyan, nos dejan varados acá, sin ninguna ayuda.
 
Jhoni: Los talleres todos sabemos que están, parecen casas normales. Veo que salen laburadores textiles, salen con su mochila como yo, y en la basura tiran retazos. Estos talleres son de paisas que tratan de tener algún sustento para sus familias pero explotando a sus propios paisanos.

Sol: Los talleres clandestinos tienen que desaparecer. A mí, mi hermano me trajo de Bolivia y me explotó en su taller, no tenía ni feriado ni domingo, todo el tiempo encerrada y no me quedo otra que escaparme. Por eso, los fabricantes y los talleristas se llenan de plata. Es necesario que cuando lleguen a Argentina primero puedan hacer su documento y luego buscar un trabajo en buenas condiciones.

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