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Historia

Lenin y la historia del Partido Bolchevique - Cuarta Conferencia (Parte II)

Los años de la reacción

10 de agosto 2006

Nuevamente sobre la participación en la Duma
Habíamos mencionado, anteriormente, la política de boicot a la Duma de 1906, que Lenin consideró un error secundario. Sin embargo, en 1907, cuando se vuelve a convocar la Duma repetir esta táctiva sería un error más grave: se dividen las opiniones y entre los bolcheviques surge un sector que nuevamente plantea la política de boicot, cuando ya estaba claro que la revolución no tenía fuerzas vitales. Para Lenin, por el contrario, no tenía sentido el boicot si no había fuerzas vitales revolucionarias que pudieran llevar adelante el boicot activo, es decir, si no podían evitar que el proletariado participara en las elecciones, liquidando este nuevo intento del régimen autocrático de legitimarse mediante elecciones amañadas.
Ante esta Duma de 1907, triunfa la política de Lenin de participar. Pero la forma de participar lleva a otra cuestión de principios porque ¿cómo se participa en un parlamento tan reaccionario? Imagínense que si nosotros criticamos las instituciones del régimen democrático burgués en Argentina, lo que era ese parlamento organizado por el zarismo ruso. Por ejemplo, los trabajadores de fábricas de menos de 50 obreros, no tenían voto; en fábricas de más de 50 trabajadores hasta 1.000, tenían derecho a elegir un delegado, y las que superaban este número podían elegir un delegado cada 1.000 obreros. Pero, además, estos delegados debían ir a un consejo de la ciudad, donde también estaban los representantes de los terratenientes, la burguesía y la pequeñoburguesía y ahí, por elección indirecta, se elegían los diputados. Era un sistema de estamentos, de elección indirecta y muy restrictivo.
Sin embargo, Lenin insiste en que para un partido ilegal, es vital mantener una política hacia el movimiento de masas, cuando éste se encuentra en retroceso. Y en esta segunda Duma de 1907, la socialdemocracia participa y saca 75 diputados. Los trudovikes, que representaban al sector agrario más acomodado, obtienen 104 diputados; los socialistas revolucionarios, 27; los socialistas populares, 16, y la derecha sólo obtiene 54 delegados. Es una situación en la que las grandes masas, que habían participado en forma activa en la revolución de 1905, le otorgan –por la vía posibilista de una elección a la Duma-, una gran confianza a la socialdemocracia, aunque no estaban dispuestas a hacer una revolución. Esto podía interpretarse, equivocadamente, como una recomposición del proletariado. Sin embargo, Lenin no se confunde: advierte que es un gran voto a los revolucionarios, pero es un voto pasivo; entonces se propone aprovechar esta situación para hacer agitación revolucionaria desde la Duma.

La necesidad de un partido obrero revolucionario
En 1907, se reúne el Congreso del POSDR en Londres. En ese congreso, con 303 delegados, se advierte que el partido sigue creciendo en las grandes ciudades, porque los mejores elementos se habían dado cuenta de que la socialdemocracia era la única fuerza vital que podía derrotar al zarismo. No tenían fuerza para volver a la huelga general activa o hacer una insurrección; en 1906 quizás habían votado a la burguesía liberal; pero esta vez, votaron a los socialistas directamente. Como decíamos anteriormente, esto podía confundir a la socialdemocracia, haciéndole creer que las fuerzas vitales de la revolución estaban sanas. Pero no era así.
Los levantamientos revolucionarios tienen un comienzo claro, como el de 1905, que se inicia con la manifestación encabezada por el cura Gapón para presentarle una petición al zar, que responde con la represión del Domingo Sangriento. Pero el proceso revolucionario en su conjunto es menos claro: actúan distintas capas, los más avanzados van hacia la socialdemocracia, los más atrasados hacen motines y rebeliones, incendian las fincas de los terratenientes, etc. Entonces, un proceso revolucionario no es uno en el cual todas las clases juntas, al grito de “¡Adelante!”, van hacia la revolución al mismo tiempo y coordinadamente. Por eso es importante una dirección revolucionaria. Si no hay una dirección revolucionaria, si el proceso queda librado sólo al movimiento espontáneo de las masas, lo más probable es que el proletariado salga prematuramente, que el campesinado o la clase media urbana no lo sigan, etc. Y al no coordinarse la entrada de los distintos sectores de masas, lo que puede suceder es que la reacción los pueda destruir por separado. Así pasó en el gran ensayo revolucionario de 1905.
El problema de por qué es necesario un partido revolucionario, no es un problema de discusión intelectual con célebres autonomistas que hoy dominan la escena política. Incluso podríamos decir que, en última instancia, los marxistas –junto con la liquidación de la sociedad de clases- estamos por la liquidación de toda forma política, como los partidos políticos (tal como son actualmente, es decir, como representantes de intereses de clase), ya que el comunismo implica la extinción de las diferencias de clase y, por ende, del estado. ¿Cuál es la razón, entonces, para dedicar la vida a la construcción de un partido proletario? La razón es que no se repita un 1905. Y no solamente un 1905... se puede decir, que no se repita toda la desastrosa historia del siglo XX, que está repleto de revoluciones en las que, por errores de dirección, falta de subjetividad o falta de dirección revolucionaria, las distintas capas han entrado en distintos momentos, permitiéndole a la reacción o bien desviar la revolución –haciendo que la burguesía pueda dominar reprimiendo solamente a la vanguardia-, o bien aplastar sangrientamente a las masas, como sucedió en 1905.
Entonces, el partido revolucionario, centralista y democrático, es una necesidad que surge de las entrañas de las enseñanzas de la revolución de 1905.

La lucha contra los liquidacionistas del partido
¿Y qué trae la contrarrevolución? La contrarrevolución trae, como dice Lenin, “Desaliento, desmoralización, escisiones, dispersión, traiciones, pornografía en vez de política. Reforzamiento de las tendencias al idealismo filosófico; misticismo, como disfraz de un estado de espíritu contrarrevolucionario.”1 
La Duma de 1906 estaba integrada por los kadetes, que eran los burgueses liberales que despertaban una gran simpatía entre los mencheviques porque proponían hacer una monarquía constitucional, y los octubristas, que eran contrarrevolucionarios, los grandes millonarios que querían masacrar al proletariado, eran los que organizaban los pogromos y las Centurias Negras. Si esta primera Duma no le gustaba al régimen zarista, imagínense cómo le cayó a la autocracia la Duma de 1907, donde los socialdemócratas obtuvieron tantos diputados. Se disuelve esta Duma y se convoca a una tercera, que se vota a fines de 1907, donde de 450 bancadas, nada menos que 400 fueron obtenidas por los centurias negras. Es que la proscripción era enorme, el derecho a elección era sumamente restrictivo.
A pesar de todo, los socialdemócratas obtienen una docena de representantes en la Duma. Pero las huelgas, que habían ido decreciendo, ya en 1908 prácticamente desaparecen, y los levantamientos campesinos también son liquidados en toda Rusia. Son los años de abatimiento, dispersión, es decir, de descomposición. Esto lleva al exilio, en condiciones paupérrimas, de numerosos revolucionarios rusos en Europa.
Y éste es el momento en que surgen dos sectores liquidacionistas del partido: los liquidacionistas de derecha, que eran los mencheviques, y los liquidacionistas de izquierda.
La mayoría de los mencheviques, negando la realidad existente, proponen funcionar como partido meramente legal. Mientras la policía les infiltraba los círculos socialdemócratas, el régimen organizaba redadas y enviaba al exilio o a la prisión a centenares de obreros activistas y revolucionarios, los mencheviques planteaban dedicarse al trabajo meramente literario, hacer actividades legales permitidas y esperar, de ese modo, a que cambiara la situación. Una política que Lenin tilda justamente de “liquidacionista”. Lenin dice que si no se puede hacer trabajo legal, hay que sostener el trabajo ilegal, para mantener la organización partidaria. Si no se entiende esto, es que no se han sacado las lecciones más importantes de 1905, de que hay que construir un partido revolucionario para prepararse para el próximo ascenso de masas.
Por izquierda, dentro del ala bolchevique, surgen tres tendencias, que se unifican como partidarios de la retirada de la Duma. Decían que participar en este parlamento traía enormes presiones de derecha sobre el partido. Algunos, incluso, sostenían que había que lanzarles un ultimátum a los diputados socialdemócratas: que se retiren de la Duma o quedan expulsados del partido. Entre estas corrientes, había una a la que pertenecían intectuales como Lunatcharski, que saca un folleto donde habla de religión y socialismo. Allí señala que las masas no comprenden las frías teorías del marxismo, porque éste habla de ideas impersonales y, por tanto, había que inventar un mito lo suficientemente atrayente para que las masas creyeran en el socialismo, como una religión del trabajo. No es raro lo que sostiene Lunatcharski en este período. También después de la derrota de la Comuna de París, en 1871, el filósofo Sorel sostiene que hay que transformar la táctica de la huelga general en un mito para el proletariado (algo que hacen sectores del anarquismo). Siempre que hay una contrarrevolución, una gran insurrección fracasada, surgen tendencias hacia el misticismo.
Desde el punto de vista filosófico, esta corriente encabezada por Lunatcharski era reaccionaria, porque abandona el materialismo dialéctico; pero, desde el punto de vista táctico, era ultraizquierdista porque planteaba que había que boicotear la Duma. Mientras tanto, Lenin planteaba que por sobre las cabezas de los Centurias Negras, los diputados socialdemócratas debían hablarle a las masas, sacando las lecciones de la derrota de 1905.
Entre 1908 y 1910, entonces, Lenin se encuentra con un aliado inesperado en esta batalla contra los liquidacionistas: Plejanov, el fundador del marxismo ruso vuelve a las filas revolucionarias defendiendo el materialismo militante, junto con un grupo de mencheviques llamados “pro-partido”.
Son entonces el bolchevismo y este grupo de mencheviques pro-partido, las únicas fuerzas sanas que quedan en este mar de abatimiento, dispersión y fraccionamiento en medio de la reacción. Incluso dentro de los bolcheviques, Lenin se encuentra en minoría, porque viendo que eran tan débiles, la mayoría tendía a conciliar con las fracciones. Por ejemplo, Tomski, que era el líder de los sindicalistas de la socialdemocracia rusa, sostenía que no había que romper con Lunatcharski sólo por cuestiones filosóficas.
Esa posición, prescindente en asuntos filosóficos, es combatida por Lenin en un libro bastante discutido, que se lama Materialismo y Empiriocriticismo, donde esencialmente defiende al materialismo filosófico contra todos los que se deslizaban hacia posiciones idealistas, de defensa de la religión. Será recién durante la Primera Guerra Mundial que Lenin consigue una posición más sofisticada de las cuestiones filosóficas a partir de la lectura de Hegel y que se encuentra expresada en los Cuadernos.
Esto lo veremos más adelante, con mayor detenimiento. Es importante porque hay compañeros sindicalistas, inclusive en nuestro partido y en otros partidos de izquierda, que creen que la discusión sobre asuntos filosóficos no tiene ninguna importancia; pero no ven los lazos infinitos que unen a las ideas de la clase dominante con la explotación de esa clase sobre otra. Tomski, bajo una posición aparentemente realista, constituía un ala derecha del partido bolchevique, que privilegiaba las tareas prácticas cotidianas en la construcción del partido en desmedro de la reflexión teórica, de las necesarias clarificaciones filosóficas.

1 Lenin, Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo
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GLOSARIO

Centurias Negras: Ver Pogrom.
Kadetes: por la sigla KDT que en ruso expresaba el nombre del Partido Demócrata Constitucional, de la burguesía liberal.
Lunatcharski, Anatoli Vasílievich (1875-1933): Escritor y político soviético. Hijo de un oficial, se hizo revolucionario a los 17 años. Completó su educación en Zürich (Suiza) y volvió a Rusia en 1896, para comprometerse en actividades antizaristas que motivaron repetidos arrestos. Durante la primera revolución fracasada de 1905-06 se unió a la facción bolchevique encabezada por Lenin; pero, después de 1907, los abandonó e incluso criticó al marxismo durante cierto tiempo. Después de la revolución de 1917 se volvió a unir a los bolcheviques y fue nombrado comisario de Educación.
Octubristas: pertenecientes a la Unión del 17 de Octubre, un partido burgués reaccionario.
Pogrom o pogromo: consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o expoliación de sus bienes. Una oleada sangrienta se desencadenó entre 1903-1906, dejando más de 2.000 judíos muertos y muchos más heridos. Algunos de los pogromos fueron organizados por la misma policía secreta zarista. El movimiento antisemita más violento durante este período fue el de las Centurias Negras, una organización para-estatal, avalada por el régimen zarista.
Sorel, Georges Eug˜éne (1847-1922) fue un filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario. Sorel había sido un monarquico y un tradicionalista políticamente antes de volverse al marxismo en 1890, aunque durante su carrera siguió apoyando valores comúnmente asociados con el conservadurismo. Finalmente, creó una variante extremadamente heterodoxa criticando el supuesto racionalismo del marxismo. Rechazó las teorías marxistas del materialismo histórico, el materialismo dialéctico y el internacionalismo. Consideraba que el núcleo “verdadero” del marxismo se encontraba en tanto prometía lo que él creía un papel redentor al proletariado dentro de una sociedad terminalmente en decadencia. Sorel se movió a favor del anarco-comunismo de Bakunin. Como Proudhon, veía al socialismo como una cuestión principalmente moral.
Trudovikes: en ruso “Grupo Laborista”, partido de demócratas pequeñoburgueses, representantes del campesinado.

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