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La clase obrera ante el bicentenario

Los gobiernos constitucionales continuan la obra de la dictadura

Bajo el gobierno de Alfonsín, los sectores capitalistas más beneficiados fueron los llamados “capitanes de la industria”, que ya se habían fortalecido durante la dictadura. En vez de declarar una moratoria de la deuda externa como había amenazado en su campaña electoral, “Raúl querido” legitimó esa verdadera hipoteca sobre la economía nacional, que en la dictadura pasó de 7 mil a 42 mil millones de dólares (gracias a la estatización de la deuda privada de los grandes empresarios implementada por Cavallo desde el Banco Central), y bajo el gobierno radical se incrementó a 64 mil millones, mediante la aplicación de los planes Baker y Brady.

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13 de mayo 2010

Bajo el gobierno de Alfonsín, los sectores capitalistas más beneficiados fueron los llamados “capitanes de la industria”, que ya se habían fortalecido durante la dictadura. En vez de declarar una moratoria de la deuda externa como había amenazado en su campaña electoral, “Raúl querido” legitimó esa verdadera hipoteca sobre la economía nacional, que en la dictadura pasó de 7 mil a 42 mil millones de dólares (gracias a la estatización de la deuda privada de los grandes empresarios implementada por Cavallo desde el Banco Central), y bajo el gobierno radical se incrementó a 64 mil millones, mediante la aplicación de los planes Baker y Brady. En los seis años de gobierno radical los trabajadores protagonizaron 13 paros generales, algunos muy masivos, y surgieron numerosas listas sindicales opositoras a los sectores de la burocracia que habían sido colaboracionistas del proceso. Las corrientes con peso en la izquierda sindical, fundamentalmente el MAS y el PC, no tuvieron sin embargo la política de basarse en el odio a la burocracia para desarrollar una corriente que retomara las banderas del clasismo sino que transformaron en una estrategia la búsqueda de acuerdos con sectores burocráticos opositores. Así facilitaron que la dirección de la CGT encabezada por Saúl Ubaldini pusiera la fuerza de los sindicatos al servicio de la recomposición del Partido Justicialista que había salido muy maltrecho de la derrota electoral de 1983. De esta forma favoreció el surgimiento de la corriente “renovadora” del peronismo, que llevó a Antonio Cafiero a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Contra muchos pronósticos, Cafiero fue derrotado por Carlos Menem en la elección interna del peronismo para definir su candidato presidencial en 1989. Mientras, el gobierno radical se hundía en medio de la caída de los salarios y el crecimiento de la inflación.

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