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Historia

Los inicios revolucionarios de la organización obrera: La FORA

10 de noviembre 2005

Fines del siglo XIX. La Argentina está consolidada como economía capitalista y, motorizada por el agro y la ganadería, en pleno crecimiento. Esto implica la apertura de fábricas y talleres, así como el crecimiento de grandes concentraciones, como la construcción, puertos, ferrocarriles, etc. Pero a su vez implica, ante la falta de organización del movimiento obrero, una miseria enorme; trabajo infantil, salarios de hambre y jornadas de 12 horas y, a veces, más.
La gran mayoría de los trabajadores eran inmigrantes, que traían consigo las ideas del movimiento obrero europeo y en muchos casos experiencias de lucha, como la de la Comuna de París de 1871. Había dos grandes corrientes ideológicas: los socialistas y los anarquistas1. La Federación Obrera de la Región Argentina (anarquista) surge como consecuencia de la ruptura de la FOA en 1902, que se produjo cuando los delegados socialistas se retiran de su segundo congreso.

La formación de los sindicatos

Los anarquistas utilizaron la experiencia de sus mejores dirigentes para comenzar a organizar al proletariado argentino en defensa de sus intereses económicos. Crearon sindicatos por oficios, federaciones locales y regionales. Los anarquistas daban mucha importancia a la instrucción de los obreros, abriendo en cada local una biblioteca y un teatro.
La organización era democrática: las asambleas eran el núcleo de la organización. En ellas se ponían en discusión todas las medidas que debían ser llevadas adelante y cada obrero podía expresar libremente su pensamiento respecto de ellas.
La solidaridad de clase era otro elemento central. Se peleaba por no dejar aislada ninguna huelga: paros en solidaridad con otros huelguistas, boicots a las empresas y movilizaciones permitían sostener en el tiempo los conflictos más duros, consiguiendo en muchos casos victorias importantes.
La honestidad y la dedicación militante eran características de todos sus miembros. Como la anécdota de “Aquel llamado Vallejos, que se desvaneció de hambre en la calle, y a quien la policía, al registrarlo y encontrarle un billete de cien pesos, le preguntó por qué con tanto dinero pasaba hambre y él respondió con tranquila dignidad: ‘Porque esta plata, señor, es del sindicato’” 2

Internacionalismo y lucha contra el Estado

Además tuvieron un sentido internacionalista. Planteaban que el destino del movimiento obrero argentino estaba íntimamente ligado a lo que sucediera con el proletariado mundial, considerándose parte de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Por esto consideraban a la Argentina, como el mismo nombre de la FORA lo indica, como región.
Pero no fueron sólo organizadores sindicales, por más que éste haya sido uno de sus ejes centrales. Los anarquistas planteaban esta lucha en oposición al Estado burgués. Planteaban la necesidad de no detenerse en las conquistas parciales, sino que se fijaban como meta el “comunismo anárquico” 3.

La concepción anarquista

Los anarquistas negaban toda forma de acción política de los trabajadores, éstos debían organizarse por sus reivindicaciones y bajo la bandera del “comunismo anárquico”. Pero la burguesía ejerce su dominio por intermedio de coerción estatal y por medio de la política burguesa. Los anarquistas, al negar la política, dejaban la iniciativa en manos de los políticos patronales y del reformismo socialista, que planteaba como estrategia la obtención de leyes favorables al movimiento obrero dentro del régimen burgués.
Al negar toda política porque opinaban que ésta era burguesa y la base general de la opresión, no distinguían política obrera de política patronal, y reducían la organización y la lucha de los trabajadores al terreno de las reivindicaciones económicas y a la preparación de la revolución a la pura espontaneidad.
El anarquismo, planteaba que la huelga general revolucionaria generaría el derrumbe automático del estado burgués, haciéndose así realidad el comunismo anárquico. Esta concepción equivocada no veía que era necesaria la conquista del poder por parte de los trabajadores, y la educación política de la clase obrera como clase dirigente para destruir al estado de los patrones.
Además eran sectarios con los obreros criollos. No tenían política hacia ellos por su falta de conciencia revolucionaria. Además, no luchaban por la unidad del movimiento obrero ya que ponían trabas para unificar la organización con todos los que no fuesen anarquistas.
Algunos de los dirigentes anarquistas llegaron a ver como excesiva la intransigencia anarquista y la política de querer imponer a la federación sindical la estrategia del comunismo anárquico4. Diego Abad de Santillán plantea: “El estado de ánimo de los congresales estaba inclinado en gran mayoría a favor de los anarquistas y toda discusión estaba determinada previamente por ese estado de ánimo. Quizás se halla abusado un poco de la propia fuerza para aplastar al adversario” 5

Declinación de la FORA

La represión de 1910, con el que la burguesía festejó el centenario, implicó la cárcel y la deportación de los principales dirigentes del movimiento obrero, además del aislamiento y desarticulación de los sindicatos. Ante las luchas obreras que iban creciendo en cantidad y combatividad, la burguesía argentina se dispuso a enfrentarlas extendiendo la aplicación de la Ley de residencia (que permitía la deportación de los inmigrantes involucrados en cualquier tipo de protesta), y el coronel Ramón Falcón, “inventor” de la picana eléctrica, estuvo a la cabeza de la represión. Falcón sería asesinado más tarde por el vindicador anarquista Simón Radowitzky.
Ante el ascenso del Yrigoyen, primer presidente electo por sufragio universal, el sectarismo anarquista aisló aún más a la fracción revolucionaria de los trabajadores, cobrando peso las otras corrientes del movimiento obrero.
La revolución Rusa impactó en la Argentina, produciendo una reversión de esta situación, creciendo la organización y las luchas, dando grandes gestas como la “Semana trágica” y la “Patagonia rebelde”. Pero este asenso no logró revertir completamente el reflujo de 1910.
En 1919, en la Semana trágica, se mostraron los límites de la huelga general revolucionaria. Los trabajadores de Buenos Aires tuvieron en vilo a las fuerzas represivas durante varios días acampando en las inmediaciones de la casa de gobierno. Pero la falta de una política insurreccional le permitió a la burguesía ganar tiempo y traer fuerzas desde Rosario para reprimir y a los reformistas recuperar el control del movimiento.
Su retroceso final, se da luego del golpe de Estado de Uriburu de 1930, que terminó de desarticular la organización anarquista. No sólo porque fueron los que más sufrieron la represión, sino porque su sectarismo no les permitió ver el avance reaccionario. Al concebir todo gobierno como burgués, no lograron ver las diferencias entre la democracia burguesa y el golpismo de Uriburu. Por eso no llamaron a enfrentarlo ni plantearon el frente único obrero en defensa de las libertades democráticas.

Conclusiones

De la experiencia de los obreros de la FORA debemos recuperar la idea de la organización democrática y clasista, la lucha contra el estado burgués y el internacionalismo. Pero se debe superar el antipoliticismo, que hoy influye a muchos trabajadores y activistas, planteando la necesidad de la organización política de los trabajadores para dar efectividad a la lucha por la destrucción del estado burgués.

1 La próxima nota de esta serie estará dedicada al análisis de la corriente socialista.
2 Citado en “Un siglo de luchas”, Antídoto, Bs. As.1988, Pág. 31.
3 Los anarquistas plantean el comunismo como una sociedad sin clases y sin estado, pero a diferencia de los marxistas no ven la necesidad de una sociedad de transición, es decir no veían la necesidad de un estado de los trabajadores.
4 En el V congreso de la FORA se plantea en los estatutos de la federación la recomendación del comunismo anárquico como única estrategia de la misma. Esta imposición fue la mayor traba que existió para la unificación de las federaciones obreras.
5 Abad de Santillán, Diego: “La FORA”, Utopía libertaria, Bs. As., 2005, Pág. 171.

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