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EDITORIAL

Ministros que bajan, precios que suben

Los cambios de gabinete son toda una señal de hacia dónde va el gobierno. El reemplazo de Nilda Garré en el Ministerio de Seguridad por el derechista Arturo Puricelli habla por sí solo.

Ruth Werner

6 de junio 2013

Ministros que bajan, precios que suben

Los cambios de gabinete son toda una señal de hacia dónde va el gobierno. El reemplazo de Nilda Garré en el Ministerio de Seguridad por el derechista Arturo Puricelli habla por sí solo. Aunque nunca lo confesaron a la Ministra la sacaron, entre otras razones, por el desprestigio acumulado por ser una de las responsables del “Proyecto X”, el operativo para espiar a los luchadores obreros y populares.

También durante su gestión estalló el escándalo del servicio de la Policía Federal, Américo Balbuena, infiltrado en la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh. Como si fuera poco, últimamente se descubrió que en la Policía de Seguridad Aeroportuaria cumplían funciones personajes de la dictadura militar partícipes del genocidio. Sin embargo, el elegido para ocupar la cartera de Seguridad no es precisamente un defensor de los derechos humanos: fue funcionario en Santa Cruz durante el reaccionario gobierno de Isabel Perón y López Rega (pág. 3). No extraña que en el día del Ejército, el 29 de mayo, Puricelli haya postulado el “reencuentro definitivo de las FF.AA. con la sociedad’. Detrás de él seguirá Sergio Berni, el verdadero hombre fuerte del gobierno en política de seguridad. Su prontuario indica que fue uno de los carapintadas que condujo a las leyes de punto final y obediencia debida en los ‘80, y en los últimos tiempos se lo conoce por mostrar decisión para reprimir piquetes, cortes de ruta y manifestaciones. No se descarta que este prohombre de la “mano dura” sea postulado como candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires para captar al electorado de derecha.

Nuestro partido, el PTS, ha tenido un importante protagonismo en denunciar la criminalización de la protesta del kirchnerismo. Fue nuestra compañera, la abogada del CeProDH, Myriam Bregman, quien señaló en 2011, junto a los compañeros de la comisión interna de Kraft y otras organizaciones, el espionaje “nacional y popular” del “Proyecto X”, así como el fin de semana pasado, en el programa de Lanata, la presencia de miembros de la última dictadura en la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
 
El “nuevo” viejo peronismo

A pocos días del cierre de listas para las elecciones, el escenario político sigue cruzado por los esfuerzos del kirchnerismo para reafirmar su coalición. No lograron atraer ni al intendente de Tigre, Sergio Massa y ni siquiera que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, se pronunciara abiertamente a favor de Cristina. Ambos bordean entre el Frente para la Victoria y el peronismo opositor. El agrupamiento de José De la Sota, Hugo Moyano y el empresario De Narváez busca ganar posiciones pero no han logrado aún un acuerdo con Mauricio Macri con lo que podrían participar divididos en la provincia de Buenos Aires.

La pérdida de base social del gobierno, abiertamente en la clase media pero también en franjas de la clase trabajadora, es el trasfondo de estos tironeos. Mientras el oficialista Página/12 se escandaliza contra el neoliberalismo de Massa o la “falta de compromiso” de Scioli con el “proyecto”, toda la estrategia K para enfrentar al Peronismo Federal se reduce a parecerse cada vez más a él. Poco importa la afinidad ideológica. Los ministros De Vido y Randazzo recorren la principal provincia del país tejiendo alianzas con los intendentes. Los punteros K son los mismos de siempre; los Pereyra, Secco, Descalzo o Díaz Pérez que poco y nada se diferencian de los barones del duhaldismo. Conviven con ellos y tienen las mismas prácticas clientelares y corruptas.

En Santa Fe, mientras se postula a María Eugenia Bielsa como la cara “progre” para enfrentar a la centroizquierda sojera del FAP, lo importante es que el kirchnerismo logró reunificar al peronismo nada menos que con Jorge Obeid, un ex menemista que supo ser aliado del derechista Carlos Reutemann. El verso de un nuevo peronismo sólo sirve para engañar a su propia militancia.
 
Ganancias a granel

Cuando el gobierno quiere aparecer como progresista suele hacer discursos contra las corporaciones, a favor del congelamiento y el control de precios. Pero se trata de otro fraude. No sólo la lista de los 500 productos la conformaron los grandes supermercados. Sólo 100 corresponden a productos básicos para la población (pág. 5).

Puestos a controlar a las “corporaciones”, el kirchnerismo se desenmascara como lo que es: un gobierno que está para servir a los empresarios, incapaz de controlar a nadie. Sólo las ventas de los grandes supermercados en 2012 alcanzan los 104 mil millones de pesos. Un equivalente a cuatro veces lo que se destina para presupuesto de salud. Vale la pena también hacer la cuenta de lo que se le saca a un obrero por IVA, impuesto al salario y otros gravámenes: más del 50% de su sueldo.

Para combatir la inflación, los únicos que tienen un interés genuino en controlar los precios son los trabajadores y el pueblo pobre, hartos de la carestía. Para defender los bolsillos del pueblo trabajador, hay que imponer a los dirigentes sindicales que luchen por la escala móvil de salarios, es decir, que los sueldos se indexen según inflación real; por un seguro de desempleo indexado mensualmente; y el 82% móvil para los jubilados. Además hay que pelear para que se abran los libros de contabilidad de las grandes cadenas de supermercados, por abolir el secreto comercial de las grandes industrias de la alimentación, de los dueños de la tierra, de la burguesía agraria exportadora y así desenmascarar sus millones. Hay que hacer públicas ante todo el pueblo sus cuentas y ganancias para demostrar que la remarcación permanente de los empresarios es para sostener sus beneficios. La única manera de establecer un verdadero control de precios es impulsar la más estricta vigilancia mediante comisiones conformadas por delegados votados democráticamente en las organizaciones obreras y los movimientos sociales, para no dejarlo en manos de burócratas, íntimos de los empresarios y muy predispuestos a las “tranzas” o a las coimas.

Estas medidas forman parte de un programa obrero de conjunto para atacar los intereses de los capitalistas. La campaña electoral del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que hoy está definiendo sus candidaturas (ver nota en esta página) es una gran oportunidad para llegar a millones de trabajadores y jóvenes para levantar esta pelea y por la independencia política de la clase obrera de los partidos patronales, en todas sus variantes, el gobierno kirchnerista, el peronismo opositor de derecha, el macrismo, la UCR, la Coalición de Carrió y la centroizquierda sojera de Binner y el FAP.

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