1 - La campaña intimidatoria del día anterior

El gobierno se dispone a frustrar el paro. Tomada saca de la galera que el Subte es un servicio “esencial” y aviva a Metrovías para que garantice un servicio de emergencia. Tomada lo anuncia en conferencia de prensa y los medios unánimemente amplifican sus palabras. La cantinela es la de siempre: millones de usuarios volverán a ser rehenes de un grupo minoritario de delegados intolerantes. Tanta campaña reaccionaria tiene el objetivo de dejar otro mensaje: decirles a los huelguistas que la represión no está descartada y que el regreso de la patota, tampoco.

Se avizora un conflicto duro. Los trabajadores lo saben y se preparan para responder a la altura.

2 - Línea B: las puertas son nuestras

El conflicto se ha anticipado. En la línea B, Metrovías corta el servicio a las 10 de la noche y cambia los candados de las puertas de Lacroze para impedir el ingreso de los trabajadores. Con esta jugada la empresa comienza a hacer los preparativos para mover los trenes.

La noticia se expande como un rayo. Un grupo de trabajadores logra burlar la seguridad y a la policía e ingresa a los túneles para impedirlo. Corren las horas y afuera se va juntando la gente. Ya es madrugada.

Un delegado nos cuenta: “Cuando intentamos abrir las puertas había personal de seguridad para impedirlo. Ellos nos quieren hacer salir. En ese ínterin le decimos a los compañeros que empiecen a bajar, empezamos a forcejear y nosotros quedamos adentro y la seguridad afuera.

A las 3 de la mañana, la policía intenta bloquear un acceso, hubo empujones, golpes, ahí logramos que entre otro grupo. Ya éramos más 100 trabajadores porque se iban sumando los compañeros de Rancagua”. Luego serían más.

Al abrir las puertas, los trabajadores abrían el camino de un paro impresionante.

3 - Metrovías ya fracasó

En las primeras horas de la mañana, los medios vuelven anunciar que se prestarán servicios de emergencias invitando a los usuarios a tomar el subte. Pero a las bocas de las cabeceras solo llegan estudiantes, trabajadores y organizaciones solidarias. El PTS participó con una nutrida delegación.

El “pasajero común” parece haber comprendido de qué se trata. No hay hostilidad y en muchos casos simpatía con una lucha que se siente justa.
Metrovías ya ha fracasado.

4 - La Solidaridad bajó al andén

A todas las líneas llegan muestras de solidaridad.

Obreros Astillero Rio Santiago, de la línea 60 y trabajadores del Garraham se hacen presentes en la cabecera de Constitución. Allí también hay dirigentes de partidos de izquierda como José Montes, Christian Castillo, Vilma Ripoll, entre otros.

A la B llegan delegados y docentes de Ademys y de la agrupación “9 de Abril”, de la Junta Interna del INDEC, aeronáuticos, telefónicos. Es sintomática también la presencia de choferes de colectivos solidarios, como los de la agrupación “Conciente Colectivo”.

No faltan en un buen número los estudiantes, como los de Filosofía y Letras y Sociales, que como en la lucha de Kraft, desde temprano están listos para poner el cuerpo. “Este es un paso más que está dando el movimiento estudiantil en alianza con el movimiento obrero que sale a luchar”, dicen orgullosos.

5 - “Esta es la banda del subterráneo”

La tarde calurosa se ha apoderado de la ciudad. Y en los túneles, los trabajadores ya escriben un nuevo hito en la lucha del subte. Lo lograron con decisión y con el compromiso masivo. “Este es el paro en que más cantidad de compañeros participó activamente”, repiten los protagonistas.
Se nota en la presencia de muchos boleteros y en la gran cantidad de compañeras mujeres.

La alegría se ve en los rostros de todos. No pudieron las amenazas, no pudo el gobierno.

Se crea la ronda y se comienza a saltar. “Ya se acerca noche buena, ya se acerca navidad, para todo el subterráneo, democracia sindical”. La misma postal, es mismo cantito resuena en todas las líneas.

6 - Un objetivo inamovible

“Estamos llamando a todos aquellos que estén a favor de que los trabajadores tengamos libertad para organizarnos, porque no hay nada que pueda hacernos cambiar de parecer. Vamos a seguir luchando por el reconocimiento de nuestro sindicato”. Estas palabras las dice Claudio Dellecarbonara pero ya no le pertenecen. Son patrimonio de la mayoría abrumadora de los trabajadores del Subte.