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CULTURA

GEORGE ORWELL: DISTOPÍ Y REALIDAD

Pasado y presente de la vigilancia y el castigo

Tuve la oportunidad de ver en el Teatro San Martín una de las tres funciones que brindó la semana pasada la compañía norteamericana The Actor’s Gang, quien junto a Tim Robbins como productor artístico, realizan, desde 2006, 1984, la conocida novela de distopía (o “utopía negativa”) del inglés George Orwell.

Demian Paredes

19 de abril 2012

Tuve la oportunidad de ver en el Teatro San Martín una de las tres funciones que brindó la semana pasada la compañía norteamericana The Actor’s Gang, quien junto a Tim Robbins como productor artístico, realizan, desde 2006, 1984, la conocida novela de distopía (o “utopía negativa”) del inglés George Orwell.

La obra, inteligentemente adaptada por Michael Gene Sullivan, se pone en escena con tres paredes con pequeñas ventanillas, donde se ve una cabeza humana y una voz que interroga, y un receptáculo para el prisionero. Estamos en la parte final de la novela, cuando el “héroe” rebelde de esta historia, Winston Smith, es, tras ser capturado, llevado al “Ministerio del amor” para ser interrogado, torturado y “re-hecho”, para poder volver a la (vigilada, controlada) sociedad. Allí se le obliga al “inadaptado” a recorrer todo su “historial reciente”: su descreimiento de los mecanismos de funcionamiento y discursos –con exitosas estadísticas... falsas– del gobierno del Gran Hermano, el líder de “Oceanía” (uno de los tres Estados-nación junto “Estasia” y “Eurasia” que, supuestamente, se encuentran en guerra perpetua entre sí); su búsqueda de rebeldes que conspiren contra el gobierno; y su historia de amor con una mujer, empleada como Smith en un departamento donde trabaja la clase media (aislada, alejada y descreída de que haya humanidad alguna –o cualquier esperanza de protesta y reclamos– en “la clase baja”: los obreros). Como la novela, la obra relata los mecanismos por los cuales logran, literalmente, destruir a Smith, vencerlo, complementándose con algunos gags e ironías a lo largo del cruento interrogatorio representado, desde un expediente con una declaración del protagonista, por cuatro oficiales.

1984, ayer y hoy

¿Tiene algún sentido seguir representando esta obra, escrita en 1948 como una denuncia a los llamados “Estados totalitarios” del siglo XX, el fascismo y el stalinismo? (1) Si pensamos en lo que significó el 11 de septiembre de 2001, tras el ataque al World Trade Center, la ofensiva bushista urbi et orbi, con campos de concentración como Guantánamo y Abu Grahib –o directamente con torturas y juicios ¡en el aire!, a bordo de un avión, escapando así de toda “juridicidad estatal” y convenciones humanitarias–, las leyes de la Patriot Act y las guerras en Afganistán e Irak, sí. El mismo Robbins lo dice: “Hoy vivimos en una sociedad que tolera la tortura y que mantiene cárceles secretas con prisiones sin representación legal. Tenemos medios de comunicación que funcionan como brazos propagandísticos del Estado en la construcción de una guerra como la de Irak. ¿Nos hemos convertido en nuestro enemigo?”

Aunque hoy no estamos sometidos a una “nueva norma”, la del “estado de excepción permanente”, como postulan algunas teorías (Agamben, Espósito), sí es una realidad que los países imperialistas (Estados Unidos, el Estado de Israel, Alemania, Francia), en crisis de dominio, endurecen sus “políticas policiales”, aumentan “la vigilancia” y surge la ultraderecha, con su xenofobia y racismo.

Orwell, sus ideas y acción políticas, y el trotskismo

Orwell, además de periodista y escritor denunciante del imperialismo inglés, fue un activo combatiente en la guerra civil española (experiencia plasmada en su Homenaje a Cataluña). Explica Christopher Hitchens, autor de una breve pero documentada biografía del escritor, aparecida hace una década: “Lo más cerca que Orwell estuvo de algo que podría recibir el nombre de trotskismo fue en España, donde se dirigió a las barracas Lenin de Barcelona y se alistó en la milicia del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista, un movimiento que, aunque en sí mismo no era ‘trotskista’, tenía una actitud de simpatía hacia la Oposición de Izquierda). Pero dio ese paso debido a […] su previa relación con el Partido Socialista Independiente (Independent Labour Party [ILP]), un movimiento claramente local que junto a sus críticas al Partido Laborista desde la izquierda, también tenía una posición antiestalinista. […] La mayoría de los antifascistas extranjeros se incorporaban a las Brigadas Internacionales o eran elegidos para éstas, que operaban bajo la estricta disciplina del Partido Comunista. La incorporación de Orwell a un grupo disidente le permitió ver de primera mano la verdadera historia de Cataluña, que era la historia de una revolución traicionada” (2)

Entonces, su particular experiencia con el POUM –una organización política revolucionaria que sin embargo, como la llamó el mismo Trotsky, era centrista– y los hechos de España le demostraron qué era el stalinismo. Orwell se reivindicó siempre como “socialista democrático”, pero carecía de alguna alternativa política realista y coherente a la burocracia de la URSS –fuertemente denunciada en otra obra suya muy conocida: Rebelión en la granja (Animal Farm), de 1945–. Como recuerda Hitchens, “En sus ensayos Orwell sentía inclinación por sostener que tanto Lenin como Trotsky tenían alguna responsabilidad en el stalinismo” .

* * *
“Siempre habrá Trotskis y Goldsteins e incluso Winstons Smith, pero debe entenderse con claridad que las probabilidades en su contra son abrumadoras”, dice Hitchens. Efectivamente, 1984 de Orwell, así como Nosotros, del ruso Zamiatin o Un mundo feliz, de Huxley representan, desde el arte y la “ficción”, los tortuosos caminos, las celadas y contradicciones que tiene que enfrentar la humanidad para poder elevarse a un estadío nuevo, a una sociedad superior sin hambres ni guerras, sin explotación ni opresión.

Orwell, desde la escritura (sea ficción o testimonio histórico y periodístico) y la acción (en la guerra civil española), aún con sus límites, demostró ser un firme combatiente de la causa de los oprimidos y explotados, y contra el imperialismo.

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