Esta semana, después del contundente paro de 36 horas, nos preparábamos para llevar adelante la nueva medida votada en asamblea por cientos de compañeros, esta vez por 48 horas. El lunes 22 se convocó a las partes al ministerio de Trabajo, después de varias postergaciones. Como no era de extrañar, la UTA aceptó el acuerdo ante el primer ofrecimiento y dejó sin efecto la amenaza de paro. Esta burocracia que no representa a casi ningún trabajador en el subte (pero que es sostenida por el propio Ministerio y la patronal) tomaba la decisión de postergar las paritarias hasta agosto a cambio de una suma no remunerativa por cuatro meses que oscila entre $900 y $1200. Representa un incremento del 15% promedio de los básicos, y en algunos casos no llega más allá del 12% o 13% del sueldo de bolsillo de los compañeros, muy por debajo de lo perdido por la inflación real y del 28% que exigía nuestro sindicato.
Como la UTA no puede levantar ningún paro decidido por los trabajadores, los gobiernos de Ciudad y Nación y la propia empresa tenían un problema. Luego de varias horas más de negociación, Metrovías ofreció eliminar la última categoría, pasando a quienes se encuadran en ella a la superior, junto a la promesa de tratar los puntos presentados por nuestro sindicato (AGTSyP) en las paritarias, en agosto.

Lo ofrecido estaba muy lejos de nuestros reclamos y no tenía equivalencia con nuestra lucha de dos largos meses que incluyó, además de los paros, varias levantadas de molinetes y otras acciones que hasta implicaron descuentos salariales. No sólo las sumas ofrecidas son exiguas comparadas con el 28% votado como recomposición salarial, sino que de nuestras exigencias de mejoras en condiciones laborales y del servicio para el pueblo trabajador, ni noticias, ni respuestas, ni responsables.
Ya en la sede de nuestro sindicato se abrió un debate sobre la continuidad del paro votado para el día siguiente. La Directiva del AGTSyP, considerando aceptable el ofrecimiento, plantea suspender la medida para consultar después a nuestros compañeros en las líneas. Mi propuesta (que fue acompañada por otros delegados) fue la de mantener el paro que se votó hasta tanto consultáramos con todos los trabajadores. No teníamos mandatos para levantar la medida, y la voluntad de quienes bancaron el paro de 36 horas y votaron seguir con 48 debía ser respetada. Lamentablemente se terminó imponiendo la decisión de la Directiva y quedó en suspenso nuestro paro. Así, los trabajadores en las líneas fueron consultados cuando la medida ya no existía. Muchos expresaron su bronca, por entender que dimos una tregua cuando el plan de lucha estaba poniendo en serios aprietos al frente patronal. Y fue por ello que en la línea B, en la H y en algunos talleres la propuesta fue claramente rechazada.

Un round

Terminó un primer round. En medio de la reaccionaria disputa política entre el gobierno nacional y el de la Ciudad por quién banca a una empresa concesionaria parásita como Metrovías-Roggio, los trabajadores que hicimos varias conferencias de prensa, aperturas de molinetes y cinco paros -llegando a este histórico de 36 horas-, terminamos saliendo con las manos casi vacías. Los usuarios del pueblo trabajador seguirán viajando tan mal como hasta ahora y nuestros compañeros seguirán trabajando en la mayor de las inseguridades, con un salario real que no responde al aumento del costo de vida.

Lamentablemente la Directiva de la AGTSyP jugó, una vez más, para una de las variantes capitalistas en pugna, la del gobierno nacional K, y no a favor de los reales intereses de los trabajadores y los usuarios del pueblo trabajador.

Vital para los trabajadores y usuarios

Echar a los Roggio que se consumen, como parte de sus ganancias y negociados, una fortuna que debería ir directamente al mantenimiento e inversión en el servicio, es una medida que, a esta altura, es vital. Por eso venimos planteando la estatización ya del subte, bajo control de los trabajadores y comités de usuarios.

¿Cómo mostramos los millones que se malgastan en sobrefacturaciones a proveedores y empresas tercerizadas, que en su mayoría están vinculados directamente a los Roggio? ¿Cuánto se necesita para que podamos brindar un servicio eficiente al pueblo trabajador, y seguro para todos los que trabajamos allí?

Mientras los gobiernos nacional y de la Ciudad se pelean por ver quién se hace cargo de este servicio, los trabajadores del subte somos los únicos que podemos dar una respuesta que no vaya en contra de los millones de usuarios. Como parte de la expulsión de los Roggio y lucha por una estatización bajo el control de trabajadores y usuarios, la apertura irrestricta de los libros de contabilidad y el control de todos los pasos de la gestión por parte de los trabajadores es un primer paso, imprescindible. Millones de usuarios del pueblo trabajador viajan varias horas al día para vender su fuerza de trabajo, horas que no son pagadas por los patrones. Las deficiencias de un subte que se sostiene a duras penas sin inversiones, deben ser superadas con un programa obrero que incluya impuestos extraordinarios a los capitalistas para poner en pie una planificación racional del transporte de pasajeros de toda el área urbana, que reduzca drásticamente el tiempo que se gasta en viajar y provea servicios cómodos, seguros y eficientes para todo el pueblo trabajador, con las condiciones de trabajo y salarios que discutamos y resolvamos democráticamente entre todos los trabajadores del subte.
Mal que les pese a algunos directivos de nuestro sindicato, los trabajadores somos los únicos que podemos lograrlo.