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Se movilizan en Estados Unidos contra el racismo y la brutalidad policial

Las últimas semanas miles de personas se movilizaron en las ciudades más importantes de EE.UU. Protestan contra el asesinato de dos afroamericanos, y la impunidad y brutalidad policial, dejando al desnudo el racismo que sigue vigente en la sociedad estadounidense.

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11 de diciembre 2014

Se movilizan en Estados Unidos contra el racismo y la brutalidad policial

Las últimas semanas miles de personas se movilizaron en las ciudades más importantes de EE.UU. Protestan contra el asesinato de dos afroamericanos, y la impunidad y brutalidad policial, dejando al desnudo el racismo que sigue vigente en la sociedad estadounidense.

Los asesinatos de los afroamericanos Michael Brown en Ferguson, y de Eric Garner en Nueva York, a manos de dos policías blancos, se convirtieron en emblema para los manifestantes que salieron a las calles en todo el país, luego de que la Justicia dejó libre de cargos a los policías.

En Nueva York, Ferguson, Chicago, Los ˜ángeles, Washington, Berkeley y Oakland se registraron las principales protestas donde los manifestantes llegaron a bloquear calles, puentes y autopistas (considerado un delito federal) y muchas fueron reprimidas por la Policía, que detuvo más de 500 manifestantes en todo el país.
Así se expresa la bronca acumulada por una situación de racismo brutal que se encontraba contenida.

La realidad de la minoría negra en el corazón del imperialismo

A pesar de la propaganda que decía que la llegada al poder de Barack Obama, el primer presidente afroamericano, demostraba que el racismo estaba superado, y que el país vivía una época “pos racial”, los casos de Brown y Garner visibilizan cientos de casos similares y sobre todo los atropellos y el racismo social endémico que perdura.

Una segregación racial que se puede cuantificar con datos precisos. El desempleo es el doble entre los negros (12%) que entre los blancos (6%). La población carcelaria está compuesta por afroamericanos en un 37%, mientras son sólo el 12,6% de la población general. Cada 28 horas un afroamericano es asesinado por un policía o miembro de seguridad privada. Los policías blancos son 21 veces más propensos a disparar a un hombre negro que a un blanco. El propio FBI calcula que entre 2007 y 2012, policías blancos asesinaron al menos a dos hombres negros por semana -unos 500 en ese período.

Pero el racismo es sistémico. Como dice la especialista en estudios afroamericanos Keeanga-Yamahtta Taylor: “de la mano de los gobiernos locales y federales se fue erosionado lentamente a las comunidades de afroamericanos. Sus barrios fueron convertidos en ghettos al mismo tiempo que se desfinanciaron las escuelas públicas y viviendas sociales, se deterioró la salud y se recortaron fondos para programas sociales. Los afroamericanos fueron particularmente afectados por la destrucción de empleos públicos y la generación de empleos precarios y mal remunerados, lo que luego, durante la crisis hipotecaria generó desalojos masivos y problemas de vivienda. Finalmente el encarcelamiento de cientos de miles de hombres y mujeres de raza negra termina provocando que por tener antecedentes penales queden por fuera del mercado de trabajo o en empleos marginales”.

Hay que unir a la clase obrera

Esta segregación de la población negra (especialmente en EE.UU., pero también en muchos otros países) ha cumplido una función concreta: la de dividir a la clase trabajadora.

Después de 50 años de conseguida la ley de derechos civiles que iba a garantizar una supuesta integración, hoy la segregación y el racismo siguen teniendo absoluta vigencia en EEUU. Las movilizaciones masivas que recorren las principales ciudades del país así lo demuestran.

Si bien las encuestas muestran que los blancos están mayoritariamente de acuerdo con los fallos de la Justicia a favor de los policías, en las calles se puede ver una situación auspiciosa. Acciones de solidaridad entre negros, blancos y latinos. Muestras de apoyo hacia los manifestantes en Ferguson de parte de trabajadores precarios de los servicios, como los de los fast food o de supermercados como Walmart, junto a una nueva generación juvenil afroamericana que ya no está dispuesta a ser un actor pasivo frente a los atropellos. Es esta unidad entre trabajadores blancos, negros y latinos, aunque aún muy embrionaria, la que puede superar la discriminación implantada por las clases dominantes para dividir la fuerza de la clase obrera, y abrir el camino para acabar definitivamente con el racismo en EEUU y con este sistema capitalista que lo fomenta.

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