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MOVIMIENTO OBRERO

Testimonios desde la gestión obrera

Lucho Lucero

25 de septiembre 2014

Testimonios desde la gestión obrera

El 11 de agosto, la multinacional gráfica más importante de la Argentina, RR. Donnelley, deja aviso a más de 400 trabajadores, mediante un papel en la puerta de la fábrica: “Lamentamos tener que comunicarle que, afrontados a una crisis insuperable, estamos cerrando nuestras operaciones en Argentina y solicitando la quiebra de la empresa”. Un O800 es el número donde podían recibir mayor información.
Una contundente organización de los trabajadores desde la comisión interna y su agrupación Gráfica Clasista, que viene hace años construyendo una conciencia de participación, hizo que no duden un segundo. Llamaron una asamblea y por unanimidad votaron tomar la planta y ponerla a producir.
A un mes y medio sin patrones, La Verdad Obrera recorre la fábrica y los trabajadores desde las maquinas en funcionamiento, nos cuentan como viven esta impresionante experiencia.
En esta edición una primera entrega de los testimonios.

“Soy de la época de Atlántida, 22 años de trabajo. Vi todo tipo de crisis, siempre generadas por la gerencia, para sacarle el jugo a nuestros cuerpos.
De la noche a la mañana cerraron la planta y se fueron. Enseguida hicimos una revisión de todo lo que nos hizo esta patronal para que reaccionemos. Nos llevo años ir conquistando derechos, fue una necesidad organizarnos. Primero, dejar de trabajar 12 horas y mejorar las condiciones. Si protestabas o faltabas mucho por enfermedad eras “no apto” y a la calle.
Yo estaba amoldado a ese trato. Nos dividían todo el tiempo según la ropa, te daban categoría según la máquina o la tarea, generando competencia y falta de compañerismo. Los viejos desconfiábamos de los jóvenes por miedo a que se quedaran con nuestro puesto.
Ahora cambiamos hasta el nombre. Somos Madygraf bajo gestión de los trabajadores. Sabíamos de Zanon, pero una cosa es escucharlo, y otra es ponerlo en práctica. Las decisiones las tomamos en asamblea, hacemos cualquier tarea que sea necesaria, rotamos por distintos puestos.
Nos tuvimos que volver fuertes porque no quieren que se generalice nuestro ejemplo, porque la crisis que dicen tener, quieren que la paguemos los obreros. Nos hicimos cargo de nuestros puestos de trabajo y los vamos a defender hasta las últimas consecuencias”.

Miguel

“Soy la enfermera del servicio medico hace más de 10 años.
Los compañeros siempre estuvieron muy organizados, pelearon muy duro, incluso evitaron el vaciamiento que se proponía la empresa, porque antes de cerrar había movimientos raros, querían llevarse bobinas de papel y se jugaron para evitarlo.
Eso me convenció para quedarme, para aportar mi granito de arena, porque ahora todos hacemos múltiples tareas, nos preocupamos por el bienestar de cada trabajador y así crece la solidaridad día a día.
Desde que no tenemos patrones, bajaron los accidentes, el estrés. Atendíamos muchos casos por día de accidentes, ahora me ocupo de otras tareas porque me sobra el tiempo. Hoy los trabajadores que tienen hernias de disco, enfermedades profesionales, son los encargados de la comisión de higiene y seguridad, son los que cuidan a sus compañeros. Antes eso era impensado, me apuraban para que los cure así nomás y vuelta a la máquina.
Ahora se despertaron otras actitudes, hay mas creatividad y los compañeros ponen todo para sostener el desafío que encaramos”.

Alcira
“En 14 años de trabajo en Donnelley, me dejó cuatro hernias de disco y cerró presentando una quiebra inventada.
Más de 10 años peleando, aprendimos a reconocer quiénes son los patrones, qué quieren de los obreros, porqué somos su material de ganancia primero y descartable después.
Nos veníamos preparando para luchar contra 123 despidos, no para el cierre.
Muchos conocíamos la experiencia de Zanon, habíamos hecho hace un tiempo un video casero del “Fantasma de Zanon en Donnelley”. Es el sueño de todo trabajador, no tener patrones.
Desde ese momento las asambleas se volvieron fundamentales. Un día después del cierre pusimos a funcionar las maquinas.
Estamos creciendo en nuestra conciencia política y nos vamos dando cuenta para dónde patean el gobierno y el sindicato.
Cuando Donnelley pidió un subsidio al Estado, en 12 horas se lo depositaron. A nosotros que demostramos que queremos trabajar, nos retiene la plata de los productos que entregamos a nuestros clientes.
Estamos rodeados de fábricas muy importantes, de un gigante como Ford, y eso nos pone en el centro de atención de miles de obreros que también pueden ser atacados por sus patones.
Pusimos en pie una comisión de prensa y difusión, de higiene y seguridad y la comisión de mujeres que recorren los barrios, las escuelas, otras fábricas, y son nuestro principal sustento.
Madygraf puede volverse una fábrica para la comunidad, fabricando manuales, libros, cuadernos para los sectores más humildes y puedan estudiar. No queremos hacer un negocio, queremos sostener dignamente nuestras familias”.

Monchi

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