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A PROPÓSITO DE UNA ENTREVISTA A ANDRÉS RIVERA

Trotsky y su legado

En mi humilde opinión, una de las cosas que distinguen la escritura de Andrés Rivera es que ha logrado insertarse en los derroteros de la historia nacional desde una perspectiva que trasciende los hechos locales para ponerlos en relación con las grandes corrientes de la historia mundial.

Juan Dal Maso

24 de octubre 2008

En mi humilde opinión, una de las cosas que distinguen la escritura de Andrés Rivera es que ha logrado insertarse en los derroteros de la historia nacional desde una perspectiva que trasciende los hechos locales para ponerlos en relación con las grandes corrientes de la historia mundial. De alguna manera, el propio Rivera expresa esto cuando dice que sus lecturas prohibidas cuando era un joven militante del PC fueron Trotsky y Borges. En las novelas de Rivera, los recorridos autobiográficos se combinan con la reflexión sobre la tradición política comunista y marxista, su historia y sus figuras.

Desde este ángulo, me parece importante comentar brevemente la entrevista realizada a este gran escritor por la revista Sudestada, reproducida el domingo 19 de octubre en el suplemento Debates del Diario Río Negro.

Partiendo del respeto y la simpatía que tenemos por Rivera nos tomaremos la licencia de hacerle un pequeño contrapunto.

Trazando un análisis del proceso de la revolución rusa, los roles de Lenin, Trotsky y Stalin, Rivera desarrolla una denuncia del régimen stalinista y la burocratización sufrida por la revolución. En este marco, señala que Trotsky "perdió la perspectiva de lo que se venía" y que no asumió en todas sus consecuencias el Testamento de Lenin, que implicaba eliminar el poder de Stalin, lo cual podría haberse hecho apelando a Tujachevsky y el Ejército Rojo, resolviendo el problema "sin la participación de las masas" que habían caído en la pasividad.

Moshé Lewin, al igual que Isacc Deutscher, sostiene que Trotsky estaba en el nivel más bajo de su compresión política durante 1923, en el mismo sentido de lo planteado por Andrés Rivera. De alguna manera Trotsky subvaluó un poco la relación de fuerzas desfavorable que se estaba imponiendo al nivel de la lucha política en la dirección del PCUS. Tenía confianza en que con una política que encauzara el curso económico de la URSS la clase obrera se fortalecería al interior de la sociedad soviética en detrimento de la burocracia, pero la ofensiva anti-trotskista no dio el tiempo necesario para este proceso, en un marco de derrotas de la clase obrera a nivel internacional.

Sin embargo, si analizamos El Nuevo Curso o la plataforma de la Oposición Conjunta, veremos que Trotsky tenía claridad de la situación que se abría en la URSS mucho antes de que se consolidara el stalinismo como tal. Tanto es así, que recapitulando en 1935 acerca de la victoria de Stalin sobre la Oposición, responde a la pregunta formulada por Rivera acerca de por qué no dio un golpe contra Stalin:

"La muy conocida (y muy ingenua) pregunta, ’¿por qué Trotsky no utilizó el aparato militar contra Stalin en ese momento?’, es la mejor demostración de que quien la formula no puede o no quiere meditar acerca de los fac­tores históricos generales que permitieron el triunfo de la burocracia soviética sobre la vanguardia revoluciona­ria del proletariado. Más de una vez he señalado esos factores en varios libros, entre ellos en mi autobiogra­fía (...) Es indudable que hubiera sido posible dar un golpe de estado militar contra la fracción de Zinoviev, Kamenev, Stalin y compañía sin la menor dificultad, sin siquiera derramar sangre; pero eso sólo hubiera servido para acelerar el ritmo de la burocratización y el bonapartismo contra los cuales luchaba la Oposición de Izquierda. Por su esencia, la tarea de los bolcheviques-leninistas no era la de apoyarse en la burocracia militar contra la burocracia partidaria, sino la de apoyarse en la van­guardia proletaria y por su intermedio en las masas populares, para dominar a la burocracia en su conjunto, purgarla de elementos extraños, someterla a la vigilancia y control de los obreros y reencauzar su política por la senda del internacionalismo revolucionario. Pero a medida que la guerra civil, las hambrunas y las epide­mias agotaban la fuente vital de la fuerza revolucio­naria de las masas, y a medida que la burocracia acrecentaba sus filas y su insolencia a pasos agigantados, los proletarios revolucionarios se convirtieron en el bando más débil."[1]

Stalin venció a Trotsky, porque la burocracia había vencido a la clase obrera. Y la burocracia había vencido a la clase obrera porque la burguesía se impuso por sobre los intentos revolucionarios en Europa Occidental y China. Trotsky pasó en limpio las lecciones de estos procesos en su conocido Stalin el gran organizador de derrotas y fue el único que planteó una política alternativa a la del stalinismo en los años ’30, consistente en dejarle tomar el poder a Hitler, para aliarse luego con la burguesía "democrática" contra el fascismo que no habían sabido combatir. Las respuestas políticas, programáticas y estratégicas de Trotsky en los preparativos de la Segunda Guerra, que desembocaron en la fundación de la IV Internacional, son lo que permitieron sentar las bases de una mínima continuidad entre la tradición marxista y las actuales generaciones militantes.

Contra los que frente al régimen terrorista de Stalin desertaban del comunismo, Trotsky demostró que la burocratización de la URSS era un fenómeno que había que combatir frontalmente, pero que carecía de todo sentido la denuncia de la burocracia sin defender a la URSS de cualquier ataque imperialista o restaurador.

Y aquí nuevamente, Trotsky se destaca por la radicalidad de su proyecto socialista que oponía el pluripartidismo soviético (es decir la legalidad de todas las tendencias que defendieran las conquistas de la revolución) contra el totalitarismo stalinista, para revitalizar la organización de base de los soviets y que de esta forma los trabajadores volvieran a estar en el centro de la vida política soviética.

Estas cuestiones quedan en segundo plano en la valoración de Trotsky por Rivera, parecería centrarse en los primeros pasos de la Oposición de Izquierda y deja de lado el proceso de conjunto de la lucha llevada adelante por Trotsky en momentos cruciales de la historia del siglo XX.

Frente a la actual crisis del capitalismo, la discusión sobre qué alternativa construir contra la degradación y la miseria a la que este sistema somete a millones de personas, está a la orden del día.

La obra de Rivera es un aporte valioso en este sentido como expresión de una lucha cultural contra la sociedad burguesa.

En la misma entrevista Andrés Rivera nos invita a leer la historia con los ojos y los oídos muy abiertos.

Para esto es necesario recuperar el legado auténtico del marxismo y el socialismo de las deformaciones y tergiversaciones impuestas por el stalinismo. No como un acto de purismo intelectual, sino como asunción de un proyecto emancipatorio que no se detenga ante ninguna frontera burocrática y pueda superar las limitaciones de los procesos revolucionarios del siglo XX. Un proyecto por el que valga la pena luchar, por las generaciones de esclavos insurrectos que nos precedieron, por nosotros mismos y por los que seguirán luchando después de nosotros, esperamos que no por mucho tiempo más.

21/10/2008

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