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Desde Adentro

Un día distinto

8 de septiembre 2005

En una de las fábricas importantes de la industria de la alimentación, las leyes de flexibilización laboral mantienen la división de los laburantes en efectivos, contratados, de agencia, tercerizados: todos con convenios diferentes; y la mayoría sin delegados. La dictadura patronal no tiene casi oposición. Pero desde hace meses venimos viendo por la tele del comedor muchos conflictos donde los trabajadores aparecen luchando. Influenciados por estas luchas, y respondiendo a los avances de la explotación patronal, y a la caída del salario, día a día, desde hace meses, los trabajadores de la fábrica venimos hablando “bajito”.

Escenario uno

En un sector, la patronal aumentó la productividad. En voz baja, dos operarios de cierta antigüedad en la empresa, opinaban sobre los cambios:

- “Lo que pasa es que faltan delegados.”

- “Los de la interna son pocos. Es verdad que caminan mucho y te escuchan poco. Pero ponele que tengamos delegados por sector, tipos que estén todo el día acá con nosotros, que apenas salte un drama, ¡pum!, salten al toque.”

- “¿Y que va hacer un delegado solo? Tiene que haber en todos lados delegados, pero van a ser muchos, la empresa antes nos echa a todos.”

- “No que mierda va a echar, es lo que nos corresponde. Aparte saltamos todos juntos, mirá a los de mantenimiento que hacen quite de colaboración y no pasa nada, porque están todos juntos.”

Escenario dos

Trabajadores comiendo. En la tele la policía reprime salvajemente a los piqueteros en la Rural, y un cana apalea a una mujer grande. Surge la primera reacción:

- “¡Eh! ¡Hijos de puta!”

El grito partía desde donde estaban tomando mate cocido los de limpieza (ya que ellos no pueden comer la comida que sirven). Pequeño gran hecho. Hablaban los que no tienen voz, los más explotados; los ignorados.
La segunda imagen es la de Kirchner dando un discurso. Ofuscación evidente en muchísimos rostros. Y una vez más las voces; esta vez, de un joven obrero.
- “Este tipo es igual a los demás, cambió de parla, nada más. Pero los jubilados ganan miseria, nosotros ganamos miseria, la guita se va para los yankis, la salud es una porquería, las escuelas se caen abajo, las casas siguen de chapa, (y remata): ¡Como me gustaría ser presidente!; o sea, es decir que todos podamos tener poder, ¿no?”.

La TV lanza otra imagen. Hospital Garrahan. Una enfermera es acusada de robo:

- “¡Hay que quemar la casa de gobierno, qué tanto joder! (dice un viejo obrero).
- “Las minas de los hospitales públicos se matan laburando y mirá como las tratan” (apoya otra vieja obrera).
- “Hay que hacer un paro todos y listo” (responde otra).
Estos diálogos y expresiones seguramente se multiplican por la planta, entre las mujeres, los de agencia, los tercerizados, los contratados, los de limpieza, etc. Muchas son espontáneas; otros son sentimientos que parten del estomago, de bronca acumulada; de una clase que empieza a hacer oír su voz. Otras, son conversaciones en voz baja. Por ahora.

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