logo PTS

Cultura

REPORTAJE A MARTÍN “RUTA 8”

Un escritor obrero

En la Casa Cultural “Karl Marx”, de San Martín (GBA), me ví con Martín “Ruta 8”, un compañero de los que no abundan: además de ser militante, es un activo escritor. Esta entrevista surge a raíz de una iniciativa que ha tenido ante el próximo Encuentro Nacional de Mujeres. Aquí Martín comenta de qué se trata

Demian Paredes

24 de julio 2008

Con 6 libros ya publicados (Memorias de un caminante, Hechos para no olvidar, Un disparo a la sociedad, Un extraño viaje al país de los guaraníes y La tragedia del Quequén) su último libro es El loco de los pájaros. Hablamos largo rato de literatura, la que él leía de chico –trabajando, ya que su primer empleo duró de los 10 a los 18 años. Allí se formó con los clásicos de Francia y Rusia: Víctor Hugo, Balzac, Gogol, Turgueniev. Y por supuesto otros “clásicos” Como John Reed (Hija de la revolución) y Jack London (Talón de Hierro). Luego la conversación giró alrededor de sus primeras actividades sindicales y su ingreso al PC, tras luchar contra un despido en la empresa en la que estaba.

Empiezo a militar, en el PC, en el año ‘60. Llego a ser ‘secretario barrial’ (...). Me echan de ese partido en 1976 –en plena dictadura- cuando viene el mariscal Braiko con 20 oficiales a condecorarlo a Videla. Cuando pregunto cómo era posible eso, me sacan a patadas. Me dijeron “Andate con los trotskistas”. Yo ni siquiera sabía de qué me estaban hablando (...). Pero eso me impactó. ¿Cómo van a condecorar a Videla?

¿Qué había pasado?

En el año 1946, cuando Perón gana las elecciones, lo llama al presidente de la cámara de diputados y le dice: “Usted me va a buscar relaciones comerciales con Rusia”; “General, no se olvide que son comunistas”. Y Perón le dijo “¿A mí que me importa que sean comunistas? Un país arrasado por años de guerra nos va a comprar de todo”. Efectivamente. Abrieron relaciones comerciales, y al cumplirse 30 años de la “Amistad argentino-soviética” sale la fragata Libertad, al mando del contralmirante Rodríguez, y al llegar a Leningrado entrega las llaves de la ciudad a un país con el que tenía 30 años de relación comercial. Luego tiene que ser devuelta la visita militar al “pueblo ruso”. De ahí que vienen.

Y ahí te quedaste: solo y sin partido...

Pero militando. En esos años todo el mundo militaba, sino te quedabas a un costado. Eso sí, militaba una mala política, pensaba que el PC tenía razón. Yo y tantos jóvenes. El partido tenía su ‘arrastre’ todavía (...) Soy de esa generación que surgió con las Coordinadoras, el Cordobazo, el Rosariazo, el Tucumanazo. Y esto a nivel nacional. Después hay que nombrar al Mayo Francés, con miles de jóvenes y con los obreros en la calle; la Primavera de Praga; la Revolución en Portugal. La caída del Sha de Irán, donde 15.000 mujeres se quitaron el pelo, se raparon, y participaron con las armas en la mano para echar abajo al dictador.

Después vino Jomeini, y es otra historia. Pero el hecho es que las mujeres querían liberarse de esa explotación y opresión que tenían. Vi la revolución nicaragüense. Todo este proceso termina en los puertos de Polonia. Todo eso lo viví. Toda esa historia hizo a los comentarios políticos y discusiones de lo que vivíamos (...). En el ’78-‘80 vinieron a verme compañeros que militaban en lo que sería el MAS, y me ganaron para militar (...). En el ’88 rompen los compañeros que forman hoy el PTS. Nosotros éramos un grupo de unos 50 compañeros y formamos el Grupo de Opinión Principista y fuimos a militar al PTS porque el programa y la política eran correctos: porque siempre practiqué el internacionalismo proletario y porque hay que refundar la IV Internacional sobre bases principistas. Desde entonces estoy leyendo a Trotsky, y si bien no he leído todo, es bastante. La historia de la revolución rusa, contada por Trotsky, tiene un gran valor. Para mí es una obra de arte que todo militante debería leerla.

Ahora contanos, ¿cómo es la dedicatoria a Fuentealba en tu último libro?
Está en la presentación: es un homenaje a los maestros, donde recuerdo la injusta muerte de Fuentealba. Le quiero mandar una nota a la señora de Fuentealba. Aprovechando que está el Encuentro de mujeres, voy a mandar una carta para que sea leída, reivindicando la lucha de las mujeres. Porque para mí la liberación de las mujeres es nuestra propia liberación también. Nadie quiere tener una esclava al lado... al menos los que pensamos en un mundo mejor: si yo pienso en un mundo de libertad, no puedo tener al lado mío una esclava; quiero una mujer liberada, como corresponde. A ese encuentro de luchadoras, quiero mandar la carta. Y enviarle un ejemplar del libro a la compañera de Fuentealba.

¿Qué relación hacés entre el capitalismo, la política, la cultura y “la condición obrera”?

La vida a mí no me dio mucho tiempo. Porque trabajar 8 horas –y a veces más-, tener un hogar y militar... para escribir te queda muy poco tiempo. Yo le “gané” tiempo siempre al descanso, y siempre traté de estar actualizado (...) Para mí la literatura, cuando es honesta, debe hablar de los males que tiene la sociedad, debe denunciar esos atropellos cometidos, por ejemplo en la clase productora, que es la que no tiene derecho prácticamente a nada, y es quien produce toda la riqueza existente (...).

Yo estoy convencido de la revolución. No es como nos dicen a veces “Lo de ustedes es una utopía”. Al contrario: es utópico pensar que el pueblo se va a aguantar esta explotación capitalista mil años más. Tengo una absoluta confianza en la clase obrera, por eso estoy acá. Sigo militando (...). Tenemos el gran desafío de ganar a los intelectuales más capaces. Tenemos la obligación, con la clase obrera, de convencerlos y mostrarles que tenemos el llamado histórico de cambiar los destinos del mundo (...).
Quiero terminar enviando un mensaje a la juventud. Quiero decirles que tengo una absoluta confianza en ellos. En las jóvenes generaciones de trabajadores que se enfrentan a este sistema. Este “viejo revolucionario”, este “viejo león”, todavía sigue rugiendo. No tendrá la fuerza que tuvo en su juventud, porque las entregué cotidianamente a la causa revolucionaria, pero sí me queda una rica experiencia de haber vivido con toda una generación que cuestionó en los ’70 al sistema: Mayo Francés, la Primavera de Praga, la Revolución de los Claveles y tantas luchas más que se dieron en el mundo.

El PTS no es “el partido de la revolución”, está “trabajando para la revolución, pero necesitamos hacerlo mucho más grande”.
Hoy son cientos los que se acercan; mañana serán miles; y luego serán millones los que levantarán nuestras banderas de lucha. Confío que la liberación será obra nuestra, como dijo Marx: ‘la liberación será obra de los trabajadores mismos’ –y de los intelectuales revolucionarios-.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: