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EL ESCENARIO NACIONAL DESPUES DE LA VOTACION DEL SENADO

Un gobierno golpeado

Con la votación del senado, y tras 4 meses de puja por la renta agraria, los grandes terratenientes y los capitalistas del campo argentino -apoyados por los grandes medios de comunicación y todo un arco de viejos políticos patronales- le doblaron el brazo al gobierno de los Kirchner.

PTS Neuquén

20 de agosto 2008

Con la votación del senado, y tras 4 meses de puja por la renta agraria, los grandes terratenientes y los capitalistas del campo argentino -apoyados por los grandes medios de comunicación y todo un arco de viejos políticos patronales- le doblaron el brazo al gobierno de los Kirchner. Después del lock out y el desabastecimiento celebraron su triunfo en el predio de la Sociedad Rural de Palermo mientras un millón y medio de peones rurales continúan trabajando en los campos bajo las condiciones de explotación impuestas por la ley laboral de Videla y Martínez de Hoz. Los que festejan son los grandes pooles de siembra y los 4 mil terratenientes que acaparan la mitad de la superfi cie cultivable del país junto a los sectores medios, contratistas y rentistas del negocio agropecuario. Son los que quieren continuar enriqueciéndose con las exportaciones sin importarles que aumenten los precios de los alimentos y el costo de la vida para los trabajadores y la población.

Esta derrota dejó al gobierno en crisis y debilitado frente a las patronales agropecuarias y el resto de los sectores empresariales. Incluso sus propios aliados, los industriales dedicados a la exportación, presionan por imponer condiciones más favorables para recuperar “competitividad” exigiendo, por ejemplo, una nueva devaluación del peso.

Lejos del planteo simplista de algunas corrientes que se siguen reivindicando de izquierda a pesar de haber apoyado el lock out, las patronales utilizan la debilidad del gobierno para avanzar con sus planes y descargar ataques sobre los trabajadores. Los despidos selectivos en las plantas del neumático en la Zona Norte del Gran Buenos Aires son un ejemplo palpable.

Tras la derogación de la 1 5, la renuncia de Alberto Fernández y la crisis abierta con los radicales K y Cobos (que se ha transformado en una figura de oposición dentro del mismo gobierno), los K intentan retomar la iniciativa con medidas tales como un ínfimo aumento del salario mínimo de $1300 que sólo alcanza a 300 mil trabajadores. Medidas que no modifican la realidad del pueblo trabajador y no alcanzan a esconder que en lo profundo hay una vuelta de página: han concluido los tiempos en los que el kirchnerismo gobernaba arbitrando sobre las distintas fracciones de las clases dominantes capturando una porción de la renta agraria y la distribuía entre los pagos de la deuda externa, los subsidios a los industriales y empresarios amigos y la caja para intendentes y gobernadores adictos.

Ese trasfondo es el motor que agita las aguas de los partidos políticos patronales. La imagen de un PJ unido bajo el mando del ex - presidente se fue desdibujando a medida que se desarrollaba la crisis política, pasando a la oposición importantes sectores del aparato justicialista de provincias centrales como Córdoba o Santa Fe. Pero, a pesar que algunos sectores del peronismo se aglutinan alrededor del duhaldismo e intentan reorganizar el aparato del PJ, la existencia de distintos proyectos políticos impide la generación de una alternativa de conducción al matrimonio K. Esto permite que el gobierno se atrinchere entre los intendentes del conurbano bonaerense, la burocracia sindical moyanista y un importante número de gobernadores del noroeste y noreste. Por su parte, Carrió trata de ubicarse como referente político de las clases medias gorilas y golpea al gobierno para desgastarlo mientras busca poner en pie, tras las banderas “republicanas”, una “nueva derecha” que ocupe el lugar de la vieja UCR.

Mientras tanto la inflación continúa y el salario alcanza cada vez menos, agotando progresivamente el doble discurso del gobierno y el verso de la distribución de la riqueza. En esta situación comienzan a surgir elementos de lucha y resistencia de sectores de trabajadores.

Tanto en el proceso de los obreros del neumático, donde existen fuertes tendencias a la unidad, al asambleismo y a la acción directa, como en Córdoba, donde se dieron movilizaciones masivas de más de 10.000 mil trabajadores y enfrentamientos con la policía del gobernador Schiaretti, se asoman, como la punta de un iceberg, la clase obrera y sus métodos que estuvieron ausentes mientras las patronales del campo y el gobierno se peleaban por una porción de la renta.

Del otro lado del alambrado

La reciente crisis, que provocó la división del peronismo y la CGT y el resquebrajamiento de la CTA, también hizo una nueva delimitación en la vanguardia obrera y la izquierda dejando en claro adonde conduce la ausencia de una estrategia de independencia de clase. El PCR, el MST y otros grupos llevaron a la práctica la conciliación de clases, saltaron la tranquera, y se aliaron con los impulsores del lock out agropecuario. En otro campo nos ubicamos los militantes del PTS y quienes levantamos una tercera posición con independencia política de ambos bandos patronales y en defensa de las reivindicaciones obreras y populares. Desde esta perspectiva impulsamos pronunciamientos de delegados y comisiones internas combativas, centros de estudiantes y decenas de lugares de trabajo y estudio y la declaración de mas de 500 intelectuales, docentes universitarios, escritores y trabajadores de la cultura.

Levantamos un programa frente a la crisis nacional luchando por el aumento general para los planes sociales y los salarios; el fin del trabajo precario y la derogación de la ley de la dictadura que regula las condiciones de labor en el campo. Por un salario igual a la canasta familiar indexado mes a mes según el aumento del costo de vida; la abolición del IVA y otros impuestos al consumo estableciendo impuestos progresivos a las grandes fortunas. Por la nacionalización del comercio exterior, los puertos privados y las grandes propiedades de tierras y empresas agropecuarias; el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca.

Por una Asamblea Nacional de Trabajadores

Mientras las clases dominantes pujan por un nuevo equilibrio y la economía nacional muestra síntomas de enfriamiento, el escenario de fondo está dominado por la crisis financiera que sacude territorio imperial: los EEUU. Los capitalistas intentarán descargar sus costos sobre nuestras espaldas. En la resistencia a esos ataques sectores cada vez mayores de la clase obrera y la población irán pasando a la oposición.

Hay que prepararse para nuevos procesos de luchas de los trabajadores y sectores populares al calor de los cuales se irá haciendo la experiencia con el gobierno, el peronismo, la derecha y nuevas variantes patronales. Es necesario prepararse de antemano apoyando cada lucha y proceso de organización desde una perspectiva de la clase obrera y difundir la idea de la independencia política de los trabajadores. Para eso debemos unir las fuerzas de los que en la crisis planteamos una posición independiente de los bandos capitalistas.

Una Asamblea Nacional de Trabajadores sería una importante tribuna para reagrupar a organizaciones sindicales combativas como el Sindicato Ceramista y decenas de delegados e internas que se pronunciaron, los estudiantes de la FUBA y el bloque surgido en el Congreso de la FUA, los movimientos sociales como el Frente Darío Santillán o el Bloque Piquetero Nacional, organismos de DDHH y partidos de izquierda. Hay que dar el paso para levantar una alternativa obrera y popular.

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