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TESTIMONIOS

“Una militancia muy fuerte, un compromiso de vida”

El juicio oral llevado adelante contra 8 genocidas en el Tribunal Oral de Neuquén, mostró que en nuestra región hubo una notable politización y militancia de la juventud y la clase obrera en los 70, al igual que en el resto del país.

PTS Neuquén

13 de marzo 2009

El juicio oral llevado adelante contra 8 genocidas en el Tribunal Oral de Neuquén, mostró que en nuestra región hubo una notable politización y militancia de la juventud y la clase obrera en los 70, al igual que en el resto del país. Muchos de los sobrevivientes eran jóvenes militantes en plena dictadura, y fueron parte de esa generación que creía en el objetivo revolucionario, en una sociedad sin explotadores ni explotados, y que se sentía sujeto de ese cambio. A propósito del 33 aniversario del golpe genocida, transcribimos algunas de las vivencias y opiniones de sus protagonistas. En las próximas ediciones de La Verdad Obrera Neuquén y Alto Valle iremos transmitiendo otras experiencias.

“Una militancia muy fuerte, un compromiso de vida”

Dora Seguel tenía 16 años cuando fue secuestrada el 14 de Junio de 1976 en Cutral Co. También fueron secuestradas sus hermanas Arlene, de 21 años, y Argentina, de 19. Las tres eran militantes del PRT, y como dice Dora: “ las tres teníamos una convicción, y militábamos en la clandestinidad. Éramos marxistas, y existencialistas, y militábamos para cambiar las cosas, y éramos concientes que nuestra vida dependía de asumirlo como era: una militancia muy fuerte, un compromiso de vida”. La militancia a ellas se las había transmitido su padre, Don José Seguel, un obrero de YPF solidario y comprometido con la lucha de su clase, la clase obrera. Las “tres mosqueteras”, como dice Dora cuando habla de ella y de sus hermanas, se quedaban hasta altas horas de la noche leyendo, debatiendo y cantando Quilpayun a “garganta pelada”. Arlene había empezado a estudiar en la Universidad la carrera de Servicio Social, y transmitía a sus hermanas todo lo que aprendía en la Universidad. El vínculo entre las tres era muy fuerte, debatían, estudiaban, militaban por cambiar esta sociedad de explotación, creyendo que la revolución era posible. Y Arlene que era la mayor, les trasmitió la pasión por cambiar el mundo, y era quien las cuidaba y retaba cuando se “exponían” demasiado. La clandestinidad no les impedía militar y transmitir sus ideas. A Dora se le iluminan los ojos y se le dibuja una sonrisa cuando recuerda esos momentos con sus hermanas y esa opción de vida militante.

Las tres fueron secuestradas y trasladadas al Centro Clandestino de detención “La Escuelita” de Bahía Blanca. Argentina (“Chichita”) y Dora fueron liberadas al cabo de unos días. Arlene continúa desaparecida. A la fecha, no se ha imputado a ningún genocida por ninguna de las tres hermanas, sus casos esperan en el juzgado federal, desde hace años. Argentina falleció en el año 82 en un accidente de tránsito. Pero en Dora, en sus palabras, en su mirada cómplice, está el reflejo de las “tres mosqueteras”.

¿Que opinás de cómo se están llevando los juicios contra los genocidas?

Yo una vez te dije que no sé quien me torturo más, si los militares o si el Estado después. Porque fue un manoseo muy grande. Vos te preparás, se viene el juicio, preparás todos tus recuerdos, como para volcar todo lo que pueda servir. Pasa un tiempo y te dicen: “no, ley de punto final”. Volvés a guardar todo en esa cajita. Pasa un tiempo: “reapertura de casos”, de nuevo abrís la cajita. El juicio que se está haciendo es bueno en un país donde nunca hubo juicio, no somos los únicos desparecidos los del 76. Jamás se hizo nada, vos decís es un algo dentro de la nada, pero no me satisface. Muchos puteaban, el día del veredicto, yo decía, no, está re bien, por primera vez van a ir en cana, logramos eso. Al menos es un algo dentro de la nada, y ojalá se pueda hacer mucho más.
Pero la verdad, que así vayan en cana, cárcel común, pasaron 30 años, me sirve tan poco, le sirve al país, le sirve a la historia, a mi ya muy poco.

¿Que le dirías a los jóvenes que militan hoy como militabas vos en los 70?

Que es un compromiso, que no pierdan la capacidad de la ilusión, del que se puede, porque se puede. Lamentablemente estos hijos de puta hicieron las cosas de tal manera que van a pasar muchos años, pero se puede.

¿Pensás que sigue valiendo la pena militar por la revolución?

Si, no se si ya la revolución va a ser cómo la teníamos planteada nosotros. Pero hay que estar y hay que luchar y asumir ese compromiso con tal dignidad, con tal pasión, nosotros no lo logramos, muchos deben decir ésta qué viene a hablar, puede ser que no supimos ver, analizar. Yo sentí mucho odio, ya no, ya no siento odio. Pero en un principio yo sentí mucha bronca, porque éramos muchos y muchos simpatizaban con nuestros ideales. Y había conciencia de clase, cosa que hoy no hay, todo un montón de factores que sumados hacían viable la revolución.
Hoy sigo pensando que es posible. Nostras nos juntábamos en esas mateadas con Arlene y Argentina y nos decíamos: “mente fría, corazón caliente”. Porque era tan fuerte lo que sentíamos, porque nuestra cabeza tenía que estar fría, y éramos muy chicas, yo con 16 años, pero estábamos apasionadas porque creíamos que el mundo nos necesitaba.

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