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Intelectualidad

Desarrollar la Asamblea de Intelectuales en apoyo al FIT

Los votos logrados por el FIT el 23 de octubre significan un importante reconocimiento entre sectores de trabajadores y de la juventud a un frente que defendió una posición de independencia de clase tanto frente al gobierno como frente a la oposición patronal, y a la intervención activa que tuvo la izquierda en las principales luchas de estos años.

Esteban Mercatante

10 de noviembre 2011

Los votos logrados por el FIT el 23 de octubre significan un importante reconocimiento entre sectores de trabajadores y de la juventud a un frente que defendió una posición de independencia de clase tanto frente al gobierno como frente a la oposición patronal, y a la intervención activa que tuvo la izquierda en las principales luchas de estos años. Un gran hecho político en el marco de la conformación del Frente ha sido la puesta en pie de la “Asamblea de intelectuales, docentes y artistas en apoyo al FIT”.

A diferencia de la intelectualidad kirchnerista, para la cual apoyar un proyecto político significa alinearse sin chistar con la política oficial, y cada vez más elaborar argumentos estrambóticos ante cada giro más a la derecha del gobierno, durante estos meses hemos realizado en la Asamblea debates muy importantes que ya hemos reflejado en estas páginas y en el blog del IPS.

Este nucleamiento en apoyo al FIT es un primer síntoma que puede prefigurar un cambio más amplio en el panorama intelectual nacional dominado por la resignación y el “arrepentimiento” que marcó a la intelectualidad progresista desde los ‘80. Una intelectualidad que desde la vuelta de la democracia adoptó, sin más, posiciones liberales y coincidió en forma unánime, a pesar de sus distintas tradiciones, en cuestionar toda idea de revolución; los mismos que, después del 2001, se inclinaron por la defensa de las instituciones ante las amenazas de “anomia”, y sólo en algunos casos coquetearon con los “movimientos sociales” emergentes de los sectores obreros y populares que resistían los intentos de descargar sobre sus espaldas los costos de la crisis. Esta intelectualidad, tanto en su variante nac&pop como en su variante social-liberal del tipo de Beatriz Sarlo, apoya satisfecha la “restauración” kirchnerista que sacó de las calles a los sectores movilizados y recreó las expectativas sociales en las mejoras que pudieran lograrse en los marcos capitalistas.

Apóstoles del conformismo

Los intelectuales K son los principales apóstoles de este conformismo, del “nunca menos”, y nos presentan como horizonte de transformación insuperable las medidas distributivas que puedan surgir de este Estado, el mismo que defiende a rajatabla las conquistas que significó el neoliberalismo para la burguesía.

Aunque el leit motiv de Carta Abierta es reivindicar desde su propio nombre la figura tradicional del intelectual comprometido, lo cierto es que los principales hechos políticos ocurridos desde su conformación han mostrado exactamente lo contrario. Aunque su alineamiento con el oficialismo no ha estado exento de algunos reparos, cada vez que se puso en evidencia que este Estado gestionado por el peronismo se sustenta en la “triple B” (burocracia sindical, policía bonaerense y barones del conurbano, cuya violencia ha dado un saldo de más de una decena de muertos en el último año), un vergonzoso silencio les ha permitido superar los malos trances. El mismo silencio que hemos visto ante las persecuciones judiciales a los dirigentes obreros del sindicalismo de base de los últimos meses.

Hoy, con el 54% de los votos obtenidos por Cristina, estos sectores se muestran a la ofensiva. González en 678 insiste a los panelistas que dejen atrás el recuerdo del bochorno pasado, cuando Sarlo fue de invitada al programa, y que consideren el “53,9 de argumentos” que tienen para discutirle. Mientras tanto, un ala más rabiosamente cristinista encabezada por Ernesto Laclau participa de la mano del propio Secretario de Cultura Jorge Coscia del lanzamiento de la revista Debates y combates. Las jornadas que presentaron esta revista tenían como objetivo declarado “producir una crítica, un lenguaje alterno y también una superación del discurso liberal individualista, dominante en los medios de comunicación de masas y en el debate contemporáneo sobre la naturaleza de la democracia”. Pero cuando especifican más explícitamente, Laclau plantea por ejemplo que cree “que el Estado es un espacio de lucha también. Es necesario articular los dos niveles. Si privilegia sólo el Estado, entra en una posición liberal. Si uno pasa a un libertarianismo extremo, corre peligro de una cierta impotencia”. La ausencia de cualquier referencia al carácter de clase del Estado no es mera coincidencia. Esta intelectualidad no hace más que acompañar –y en esto coindicen los intelectuales “opositores”– el proyecto de “capitalismo en serio” que Cristina contrapuso al “anarcocapitalismo” financiero, cuya base sería la distribución progresiva del ingreso y el gasto social. Pero el “modelo” que Cristina busca exportar, como todo capitalismo, no tiene otra base que la explotación obrera, que alcanzó niveles sin precedentes gracias al mazazo al salario de 2002, y la precarización laboral, heredadas de los ’90, defendidas a rajatabla por el gobierno, los empresarios y la burocracia sindical.

Organizar un nuevo inconformismo

Aunque el gobierno insista con que acá la crisis no llega y que tenemos otro “modelo” que Europa debería imitar, y Cristina critique las políticas de ajuste, esto es lo que ha comenzado a anticipar para su próximo gobierno. Los varios ataques dirigidos a los sectores combativos del movimiento obrero son una preparación para un escenario donde la crisis internacional preanuncia mayores choques entre las clases. La “triple B” se prepara para golpear más duramente y Cristina está aprovechando el crédito logrado con el 54%, gran parte del cual fue un voto conformista a la espera de preservar el “nunca menos”, para acercarse nuevamente a los sectores empresarios con quienes la relación se había ido enfriando.

Pero las expectativas de los trabajadores y la juventud explotada y oprimida chocarán con la orientación política de un gobierno que es gerente de los negocios capitalistas. La campaña del FIT mostró que parte de estos sectores apoyaron o escucharon con respeto nuestras propuestas. La Asamblea en apoyo al FIT mostró que tampoco puede decirse que entre los intelectuales, docentes y artistas, a la izquierda del kirchnerismo haya una pared.

Creemos que este espacio puede expresar una disputa con la intelectualidad conformista y, frente a un escenario de crisis y rupturas con las ilusiones del “nunca menos”, podrá plantearse también el desafío de constituir una referencia para una intelectualidad que busque ligarse a la clase trabajadora y plantear una perspectiva anticapitalista. Por eso nosotros apostamos a que la Asamblea de intelectuales, docentes y artistas en apoyo al FIT dispute contra la miseria de lo posible que expresa la intelectualidad progresista nacional.

En la próxima asamblea, a realizarse este sábado 12/11 en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) discutiremos qué iniciativas podemos definir para avanzar en estos objetivos. Tenemos el desafío de profundizar los debates que iniciamos durante estos meses, sobre cómo es posible que la izquierda clasista conquiste una fuerte inserción en la clase obrera, desde donde plantear un programa para el conjunto de los oprimidos, base fundamental para pensar seriamente en la posibilidad de constituir un partido revolucionario.

Prensa

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