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Debate sobre situación Nacional y Partido

Una ubicación política inédita para la izquierda revolucionaria

En el XII Congreso del PTS, el tema central que cruzó la discusión sobre la orientación política fue la situación inédita que se presenta para el PTS, al haberse convertido, junto al PO, en los referentes de “la izquierda” en el país, lo cual constituye una situación sin precedentes históricos.

PTS

15 de diciembre 2011

El tema central que cruzó la discusión sobre la orientación política fue la situación inédita que se presenta para el PTS, al haberse convertido, junto al PO, en los referentes de “la izquierda” en el país, lo cual constituye una situación sin precedentes históricos. Más aún en una situación donde el gobierno gira a la derecha y la centroizquierda es débil y fragmentada (basta ver la división y crisis extrema de la CTA, o del MST y el PCR que optaron por un proyecto centroizquierdista en decadencia como Proyecto Sur). Es una oportunidad inédita abierta para los que nos reclamamos de la izquierda obrera, socialista y revolucionaria, a condición de enfrentar claramente la tendencia internacional al desarrollo de “partidos electorales”, donde cada vez hay menos militancia “voluntaria” y los partidos políticos en general, incluyendo los de “extrema izquierda” (como el NPA en Francia o el SWP en Gran Bretaña), son organizaciones limitadas al objetivo de sacar votos y al carrerismo político. Ya León Trotsky en 1930 le dice a la Internacional Comunista, por el caso del Partido Comunista Francés, que cuando un partido tiene más peso “por arriba” que militancia orgánica, es un partido que se está transformando de “revolucionario” en “parlamentario”, contraponiendo un término al otro (no como “complementarios”). Y se trataba de una época en la que había grandes partidos obreros con decenas de miles de militantes.
Hoy los partidos socialdemócratas con tradición obrera y lazos con los sindicatos, tienen la misma estructura “no militante” que los partidos de la derecha. Esa es una enorme presión también para los revolucionarios, porque no hay tradición de militancia, y sabemos que sin militancia orgánica estructurada en las principales fábricas, empresas de transportes y comunicaciones, universidades y colegios, escuelas y hospitales, que pueda hacer efectiva la lucha por un programa obrero y socialista, no se puede pensar en ninguna lucha seria, ni hablar de aspirar al gobierno de los trabajadores mediante la revolución socialista. El ¿Qué hacer? de Lenin, donde insiste en la importancia de la agitación política para transformar a la clase obrera en dirección de la lucha contra el régimen zarista (contra los “economicistas” que querían limitar a los trabajadores a la “lucha económica”) no se puede leer por fuera de esta realidad incontrastable.

El gran desafío que debatió el Congreso del PTS fue el de asumir hasta el final la nueva ubicación conquistada, y multiplicar las iniciativas y medidas necesarias para ampliar la inserción en el movimiento obrero y estudiantil, sin diluir el programa y la estrategia revolucionaria. Las intervenciones reflejaron la gran disposición de los dirigentes y cuadros, con numerosos ejemplos de organización de nuevos trabajadores y jóvenes, en distintos niveles, desde nuevas conquistas “sindicales” a centenares de obreros y obreras que están participando en cursos de formación marxista directamente partidarios.

Varias intervenciones reflejaron en el Congreso la preocupación por dialogar con trabajadores y jóvenes sin tradición política, no hablar en la “jerga” para “entendidos” a veces incomprensible de la militancia de izquierda, no hacer reuniones interminables que cansan hasta a los que ya son militantes, encarar no sólo respuestas a temas estrictamente políticos sino también a problemas culturales y sociales más en general. Pero hubo insistencia en ser conscientes de que la apertura necesaria para incorporar nuevos compañeros y compañeras en la organización partidaria debe distinguirse claramente del eclecticismo político: abandono del programa y la estrategia de la revolución obrera y socialista, y de la construcción de un verdadero partido revolucionario leninista, en aras de incorporar “nuevas sensibilidades”. Esto es lo que llevó a una de las generaciones de dirigentes y militantes trotskistas de más nivel y tradición surgidas del ‘68, como la que formó la Liga Comunista Revolucionaria, a terminar de liquidar todo vestigio de programa revolucionario y de inserción en la clase obrera, al fundar el Nuevo Partido Anticapitalista en torno a la figura de Olivier Besancenot. Habiendo sacado hasta el 5% de los votos en las elecciones, el NPA no jugó ningún rol de peso en las grandes luchas del año pasado, y no pudo resistir el surgimiento de nuevas figuras en la izquierda francesa. Entraron en una decadencia y divisiones enormes, perdiendo cerca del 60% de su militancia, y quedando al borde del estallido definitivo.

Nos proponemos entonces organizar ampliamente trabajadores y jóvenes que simpaticen con nuestro programa de independencia de clase, de revolución, de lucha por un gobierno de los trabajadores, internacionalista. Que militen en el PTS a banderas desplegadas.

El Congreso debatió las conclusiones de la Conferencia de Organización de la Juventud del PTS (ver informe). Al haber logrado duplicar sus fuerzas militantes y tener la posibilidad de ampliarse organizativamente mucho más, a la vez que profundiza su carácter revolucionario (trotskista), fue un hecho nuevo del PTS si lo comparamos con el Congreso anterior, y adelantó problemas que fueron de utilidad para pensar la construcción del conjunto de la organización.

La construcción de corrientes clasistas y la selección de militantes en el movimiento obrero

Uno de los temas que más intensamente recorrió el debate fue el referido a la actividad que nos proponemos llevar adelante en el movimiento obrero.
Las conclusiones, expresadas en el cierre de este punto, pueden sintetizarse así:

a) Al no existir militancia “orgánica” peronista (copada por la burocracia sindical que es repudiada por cualquier trabajador que quiera “hacer política” de clase y no como arribismo burocrático) ni de ninguna otra corriente política, la lucha central en el movimiento obrero es contra el sindicalismo.
Esta es la tendencia “natural” burguesa de los obreros a discutir su participación en la renta nacional, para lo cual surgen históricamente los sindicatos. Son las únicas organizaciones obreras que no ha destruido la restauración burguesa de los últimos 30 años, aunque han quedado muy burocratizadas.

b) El programa sindicalista más ambicioso, decía Engels, es bajar las horas de trabajo y aumentar el salario, porque no llega a cuestionar la explotación asalariada. Gramsci llama el “estadio dos” de la conciencia de los obreros a la lucha por construir un partido obrero reformista para pelear también en el parlamento y en las calles por mejorar la situación de la clase obrera, pero sin llegar a cuestionar el poder capitalista. El mismo Moyano levanta un programa “sindicalista” cuando habla del fifty fifty, aunque no está dispuesto a hacer nada serio por conquistar tan siquiera esta “distribución de la renta” que implica que una ínfima minoría de burgueses se queden con la mitad de lo que producen millones de trabajadores.

c) La corriente organizada en torno al periódico Nuestra Lucha tenía el objetivo de organizar el ala clasista del sindicalismo de base. Cuando surgió el FIT, todos los compañeros y compañeras lo apoyaron con entusiasmo. Alejandro López encabezó las listas en Neuquén, junto a Raúl Godoy (PTS), Angélica Lagunas (IS) y Gabriela Supicich (PO) y hoy es el primer diputado obrero de la historia de la Provincia. Hernán “Bocha” Puddú fue primer candidato a diputado nacional por Córdoba y ahora va a trabajar como asesor de la bancada del FIT en la Legislatura provincial, Claudio Dellecarbonara fue candidato en Capital, y así decenas de compañeros y compañeras en todo el país. De hecho, se transformó en una corriente del “sindicalismo de izquierda”, tomando a su vez con mucha fuerza la defensa del Pollo Sobrero, militante de otro partido del FIT, cuando fue encarcelado.

d) Junto con esta actividad, el PTS inició en el último mes cursos sobre fundamentos del marxismo con centenares de obreros y obreras en todo el país, comenzando por las definiciones centrales que explican científicamente la explotación capitalista.

e) Sin embargo el debate en el Congreso dejó en claro que nuestro objetivo en el movimiento obrero no es una suma de actividad sindical combativa y antiburocrática, actividad electoral de izquierda y cursos de marxismo. La clave pasa por aportar a la formación de dirigentes y militantes obreros que piensen y actúen más allá de las fronteras de su fábrica o gremio, que asuman que sin pelear por la “hegemonía obrera”, es decir, por dirigir a los millones de pobres que ni siquiera alcanzan a ser proletarios y al casi 40% de los trabajadores que no están bajo convenio, es imposible pensar la revolución. No basta con que los compañeros y compañeras conozcan el programa y se integren al partido, si su práctica no cambia en este sentido. Por esto la actividad quizá más revolucionaria que organizó la corriente de Nuestra Lucha fue la columna que se enfrentó con la policía para ir a llevar su solidaridad a los ocupantes sin techo del Parque Indoamericano a fines del año pasado. O los compañeros ferroviarios que organizaban cortes de vías con las organizaciones piqueteras y lograron el ingreso de trabajadores en el Roca hace algunos años, teniéndose que enfrentar incluso a muchos “efectivos”. O la defensa de los contratados que le costó la expulsión del SMATA al compañero Puddú. O la intensa actividad que desarrolla el PTS en la comunidad boliviana de la Capital o entre los ajeros superexplotados de Mendoza. Esos son grandes ejemplos de lucha contra el sindicalismo. Nos proponemos hacer política hacia los más explotados. Cuando hay descomposición capitalista y procesos revolucionarios surgen las masas más explotadas y oprimidas que las tenemos que ganar con una política hegemónica, o la van a ganar los fachos, como ocurre en varios países europeos ahora.

f) Teniendo en claro estos criterios, el Congreso resolvió seguir impulsando más que nunca la corriente del periódico Nuestra Lucha, preparándose para dialogar con los sectores de la clase obrera que avancen en su experiencia y se enfrenten al “cristinismo” y a la burocracia sindical. Se va a ampliar el “sindicalismo de base”. Nuestra Lucha reflejará tanto las luchas “económicas” como las luchas “políticas”, siguiendo las experiencias de las bancas conquistadas en Neuquén y Córdoba, defendiendo a los trabajadores inmigrantes bolivianos, paraguayos o peruanos, enfrentando los prejuicios racistas y sexistas. Este periódico es la herramienta más amplia e indispensable para extender la influencia de esta corriente clasista en el movimiento obrero.

g) En cuanto a la actividad específica de los compañeros y compañeras que se reivindiquen revolucionarios, además de conocer los fundamentos del marxismo como síntesis de la experiencia histórica de la clase obrera, nos proponemos adecuar el periódico La Verdad Obrera para que sea un instrumento mucho más popular pero especialmente dedicado a la lucha política de partidos (cuestión que no puede desarrollar hasta el final Nuestra Lucha porque no es un periódico “de partido”) sobre todo en torno a las principales lecciones programáticas y estratégicas de los principales hechos de la lucha de clases nacional e internacional. Los revolucionarios sabemos que sin lucha de tendencias o de partidos, la clase no obtiene sus objetivos comunes. Lejos de rehuir a los debates políticos entre corrientes (algo que es común en los sindicalistas), nosotros opinamos que sirven al desarrollo de la conciencia de clase y a la emergencia de un verdadero partido revolucionario.

h) El centro de la organización política de nuevos compañeros y compañeras deben centrarse en el contenido: con todo aquel que coincida, aunque sea en forma “sentimental” al comienzo, con nuestro programa hegemónico que apunta a una revolución donde van a participar las masas pobres, y demuestre estar dispuesto a pelear por él, tenemos que se flexibles en las exigencias organizativas. El que se reúne todas las semanas pero tiene una mentalidad corporativa, no es necesariamente un “trotskista”.

i) Los equipos de militantes (nuevos y viejos) son equipos de combate por un programa y una estrategia. La “formación” y la discusión son muy importantes (y en el PTS hemos desarrollo instituciones partidarias especiales para aportar en este sentido, como el IPS Karl Marx y el CEIP León Trotsky, incluyendo la edición de revistas, folletos y libros) pero lo determinante debe ser la práctica política real. En este sentido, la militancia del PTS no puede ser por “presentismo” (considerar la asistencia a reuniones y marchas sin importar si la práctica en su lugar de actividad es revolucionaria en el sentido de una política “hegemónica” como explicamos arriba).

El conjunto de estos criterios fueron sintetizados el último día del Congreso en las resoluciones que, partiendo de aprobar en general el Proyecto presentado previamente a la militancia, introdujo varias modificaciones (en el sentido de lo expresado arriba), como producto de los debates en el propio Congreso.

Por último, se realizó la elección del nuevo Comité Central, al que, luego de un intenso debate, se incorporaron dirigentes obreros y obreras (con lo cual un 36% de sus miembros son dirigentes obreros de la industria y los servicios, más un 23% de estatales y docentes, sumando un 59% de dirigentes que desarrollan actividad política en su lugar de trabajo, continuando lo que ya es “tradición” en nuestra organización, contraria a la común en las organizaciones de izquierda –y ni hablar de los demás partidos- donde la mayoría de los dirigentes son rentados), así como compañeros y compañeras de la juventud.

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