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1937: una comparación muy significativa [1]

Dice Paul Krugman: “Esta semana, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York publicó en un blog un posteo sobre “el error de 1937”, el prematuro retiro de medidas fiscales que abortó una recuperación económica en marcha y prolongó la Gran Depresión.

Paula Bach

9 de junio 2011

Dice Paul Krugman: “Esta semana, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York publicó en un blog un posteo sobre “el error de 1937”, el prematuro retiro de medidas fiscales que abortó una recuperación económica en marcha y prolongó la Gran Depresión. Tal como señala su autor, Gauti Eggertsson (…), las condiciones económicas de hoy –con la producción en crecimiento, algunos precios en alza pero el desempleo aún alto– guardan un gran parecido con las de 1936-37. ¿Cometerán el mismo error los políticos modernos? Eggertsson dice que no, pero yo disiento. De hecho, en muchos aspectos ya hemos cometido el mismo error de 1937” [2].

El panorama sombrío que vislumbra Krugman se asocia a varios factores. La desocupación que venía disminuyendo de forma casi imperceptible en Estados Unidos, revirtió la tendencia en mayo, volviendo a trepar al 9,1% cifra que representa aproximadamente 13,9 millones de desocupados. El crecimiento del PBI durante el 1er. trimestre del año arrojó un débil 1,8% contra el 2% pronosticado. La disminución del crecimiento responde en gran parte al incremento en el precio de los alimentos y combustibles que frenó tanto el gasto como la inversión. Estos elementos se producen en un contexto en el cual hacia fin de mes culmina el programa QE2 (flexibilización cuantitativa) implementado por la Reserva Federal norteamericana en noviembre del pasado año [3]. A su vez y con una deuda de 14,3 billones de dólares (casi el 100% del PBI), Estados Unidos llegó al tope permitido por el Congreso. El déficit fiscal alcanzaría este año 1,5 billones de dólares, equivalente a aproximadamente el 11% del PBI. La discusión respecto de la reducción del déficit fiscal está abierta. En este contexto de debilidad financiera y económica de Estados Unidos, con el telón de fondo de las calificadoras Standar & Poor’s y Moody’s, amenazando rebajar la nota tanto de la deuda pública como aquella de los tres mayores bancos de Estados Unidos, Citigroup, Wells Fargo y Bank of America, con los demócratas recortando tímidamente el gasto y los republicanos pidiendo recortes más agresivos como precio para aumentar el tope de deuda, es que Krugman teme un “retorno a 1937” cuyas bases estarían patentadas en “retirar el apoyo fiscal mucho antes y perpetuar una desocupación alta”.

Los temores de Paul Krugman

El New Deal fue implementado a partir de 1933 por el presidente de EEUU, Franklin D. Roosevelt, como respuesta a la depresión económica estadounidense y mundial que sobrevino al crack de 1929. En 1933 el número de desempleados en Estados Unidos ascendía aproximadamente a 13 millones, el equivalente al 25% de la población. En términos relativos era significativamente más alto que el actual debido fundamentalmente a que, luego de la caída de Lehman Brothers a fines de 2008, el gobierno norteamericano (a diferencia de lo actuado en aquel entonces por la administración Hoover) tomó medidas inmediatas de salvataje a los bancos y en menor medida, de estímulo fiscal, para evitar que la sangre llegara al río. El New Deal tuvo como norte inicial atacar el problema del hambre y el desempleo fundamentalmente por el temor de la burguesía a las grandes tensiones que se venían acumulando en la clase obrera norteamericana y los millones de desocupados. Con las medidas implementadas, se logró una importante reducción del desempleo, aunque la desocupación se mantuvo en la elevada cifra de 7,7 millones de personas. Pero he aquí el fantasma que atemoriza a Krugman. A comienzos de 1937, como señala el historiador Alan Brinkley, Roosevelt que nunca se había reconciliado por completo con los déficits presupuestarios, aceptó hacer una serie de recortes considerables al gasto federal. Desde luego el desempleo seguía siendo alto, pero en cambio había otras señales alentadoras: la producción en las fábricas, la inversión de capitales, el precio de las mercancías [4]. Los resultados fueron catastróficos, el desempleo volvió a alcanzar los 10 millones de personas y hasta 1940, el año previo a la entrada de Estados Unidos en la guerra, el Producto Nacional Bruto continuaba por debajo de los valores de 1929.

“Los que se niegan a aprender de la historia están condenados a repetirla” [5]

Krugman dixit. Pero ¿Cuál fue la verdadera historia del New Deal y del año 1937? Krugman construye su propia versión. El New Deal aún con su despliegue de múltiples medidas pragmáticas, resultó un mecanismo ciclópeo de contención de la crisis. No condujo a una verdadera prosperidad de la economía norteamericana sino que implementó una serie de parches, como seguros de desempleo, empleos estatales extremadamente precarios, alentó la destrucción de cosechas y matanzas de animales para reducir la oferta y recuperar los deprimidos precios del agro, subsidió a los productores para que redujeran el área sembrada, entre otras muchas medidas. Todos estos mecanismos lograron en parte reducir la desocupación, apaciguar la tensa situación social y sacar a la economía de la parálisis. Pero el gran problema de la sobreacumulación de capitales y el subconsumo, no podía ser resuelto por las medidas del New Deal. Uno de los más importantes defensores de las ventajas del Nuevo Trato, el neoprogresista William Leuchtenburg señala que el New Deal “Nunca demostró que pudiera lograr la prosperidad en momentos de paz. En 1941, la cantidad de desempleados todavía era de 6 millones, y no fue sino hasta 1943, en plena guerra, que finalmente desapareció el ejército de desempleados” [6]. Recién a partir del ‘39 con los preparativos para la guerra, la economía entró en un sendero de verdadera recuperación y Roosevelt adoptó como consigna “programática” las medidas fiscales y monetarias sugeridas por J. M. Keynes. Como señala otro historiador norteamericano “Hacia 1938 Roosevelt parecía dispuesto a escuchar los argumentos keynesianos que proponían un programa de gasto permanente y, finalmente, cuando las demandas de la guerra hicieron necesaria la implementación de la política de pump-priming [7] en escala gigantesca, la solución dio resultado.” [8]

La verdadera historia

Krugman tiene razón: los que se niegan a aprender de la historia están condenados a repetirla. Salvo que Krugman no cuenta la verdadera historia. No existió un New Deal que desde el punto de vista estructural haya sacado a la economía capitalista norteamericana de la terrible depresión de los años 30. Es de suponer que si Roosevelt no hubiera retirado las medidas en el ’37, sólo habría prolongado una recuperación rastrera. Recién la preparación para la guerra con el montaje del aparato militar-industrial parasitando una demanda garantizada por el Estado, con la posterior “ocupación” de 17 millones de hombres en el ejército y la incorporación masiva al mercado de trabajo de las mujeres y los negros a una industria que ahora sí se mostraba vigorosa, señalaron el inicio verdadero de la recuperación de la economía norteamericana. En la actualidad, la economía de Estados Unidos se encuentra en una trampa: el temor de Krugman es acertado por cuanto un retiro de las medidas de estímulo y un probable aumento de la tasa de interés, redundaría en una recaída en la recesión y un incremento de la lucha de clases, pero su continuidad la induciría, al menos en el mediano plazo a una desvalorización severa de los Bonos del Tesoro y la incapacidad de Estados Unidos de seguir tomando deuda. Las analogías, con todo lo que tienen de parciales, se hacen presentes para recordarnos que la actual crisis histórica del capitalismo no tiene salida reformista. Las catástrofes capitalistas como la que ante nuestros ojos transcurre, no tiene más salida progresiva que la que deviene del despliegue de la energía revolucionaria de los trabajadores y las masas oprimidas, encaminada a acabar con la lacra del modo capitalista de explotación. A ello apostamos.

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