La lucha de los trabajadores de Crítica irrumpió en medio de la pelea entre el gobierno y los medios opositores, logrando hacerse escuchar. Desde el 30 de abril el diario no sale a la calle, pero recién ahora los compañeros van superando el silencio de los grandes medios y empiezan a ser difundidos por algunos programas afines al gobierno (Duro de Domar, Visión 7, entre otros).

Los muchachos de 6,7,8 aprovechan la ocasión y se paran desde una supuesta defensa de los intereses de los trabajadores. Pero como no dan puntada sin hilo, en la emisión del domingo Orlando Barone afirmó que “los medios opositores a veces muestran conflictos, algunos dirigidos por troquistas (sic), porque son contra el gobierno, pero a este (por Crítica) no lo muestran...”.

Hasta no hace mucho los propagandistas del gobierno se esforzaban por demostrar que el sindicalismo de base y las corrientes de izquierda que lo promueven “no existían”.

Hoy no pueden negar el desarrollo de experiencias como Kraft, Subte y otras tantas, pero intentan dar vuelta la realidad y presentan esos fenómenos como funcionales a la derecha. Sin embargo los alkahuetes como Barone tienen un problema. Mientras denuncian con razón a los multimedios que ocultan (por sus intereses de clase) conflictos como el de Crítica, necesitan avalar y reproducir un ocultamiento mayor, el de otras tantas luchas que hoy también están en curso y que, como cuestionan directamente al gobierno, deben ser censuradas por ellos mismos.

El paro no se mira por TV

La noche del jueves 6 ni Telam, ni Radio Nacional ni Canal 7 hablaron del paro del Subte, un hecho trascendente ocurrido horas antes en plena Capital.

Mientras los medios de derecha machacaban con que el paro había afectado la “normalidad” de los ciudadanos y preguntaban a los delegados si tomarían más medidas, los medios gubernamentales directamente silenciaban la contundente acción de los trabajadores de Metrovías.

Por esas mismas horas, y acompañando el “operativo de prensa” contra los trabajadores del Subte, 6,7,8 recibía en su estudio a Julio Piumato, miembro de la plana mayor de la CGT. Los parlanchines de la “libertad de expresión” se sentaban junto a uno de los burócratas que sostienen a los matones a sueldo de Metrovías, que manifiesta públicamente que el “verdadero” sindicato en el Subte es la UTA (desconociendo la voluntad de los trabajadores) y quien también está muy interesado en que la CTA nunca reciba su personería gremial.

Los joviales socios del “club de la buena onda” deben hacer cada vez más malabares para no pasar papelones. El jueves además de Piumato estaba invitado Javier Romero, periodista de Crítica. Segundos antes del cierre del programa, sorpresivamente Romero le recordó a la audiencia que ese mismo día estaba de visita la misión de la OIT que avala la campaña por la libertad sindical del Subte. Dicen que el tiempo en televisión es tirano. Pero esta vez ayudó a Piumato y sus anfitriones a no pasar un mal trago en vivo y en directo.

Silencio de radio… Nacional

Si de censura y ocultamiento se trata, el caso de Nacional es emblemático2. Los periodistas y técnicos de la radio estatal fundaron un sindicato propio en 2009, después de años de soportar el accionar de direcciones burocráticas.
Esas mismas direcciones que apoyan incondicionalmente al gobierno, o sea a la propia patronal de Radio Nacional.

El ninguneo informativo que sufren estos compañeros es escandaloso. Mientras en las calles pelean para que el Ministerio de Trabajo les dé la inscripción de su organización ATRANA (una lucha similar a la del Subte) estos trabajadores resisten los ataques permanentes de la dirección de la emisora, que los persigue y hasta llegó a suspender a una veintena de compañeros durante el año pasado.

Ni Clarín, ni La Nación, ni Telefé, ni Télam ni Página/12 dicen una sola palabra al respecto… Y Barone tampoco. Parece que la “sensibilidad” con la realidad de los trabajadores de los medios tiene sus límites.

Más claro, echale Oliván

La ex conductora del programa de Canal 7, María Julia Oliván, confesó por radio Continental que si el productor del ciclo le hubiera hecho caso y en 6,7,8 se hubiera invitado a opositores a debatir, el programa “no habría funcionado”.
Aunque lo de “opositores” era en referencia a la derecha macrista y radical, Oliván tiene razón. Si 6,7,8 funciona como dosis diaria de propaganda k es justamente porque en sus estudios no existe “oposición” alguna. Y no hablamos de la oposición patronal, que alguna vez fue invitada (como Ricardo Alfonsín), sino de quienes se oponen de forma consecuente al doble discurso kirchnerista.

Oliván en su confesión destruye el mito seisieteochesco de que una voz “pluralista” y “democrática” se levanta desde la pantalla estatal contra los “monopolios”. Más aún, en Canal 7 no hay un solo programa de debates donde se pueda escuchar a dirigentes políticos que no sean oficialistas. En 2009 la izquierda obtuvo más de 500 mil votos a nivel nacional. Pero si alguien quiere saber lo que piensan sus dirigentes, debe apagar la tele (la privada y la “pública”) y recurrir a los medios alternativos.

Un spot de TVPTS denunció, con la metáfora de un fragmento de Heidi, que Canal 7 pasaba dibujitos animados mientras la policía montada del mejor candidato de Kirchner, el gobernador Scioli, por orden de la embajada yanki reprimía a los trabajadores de Kraft el 25 de septiembre.

Los “terribles” medios monopólicos son más democráticos con el gobierno que éste con sus opositores por izquierda. Los funcionarios k asisten cada noche a TN a discutir sus políticas burguesas con la oposición “destituyente”.
Y como siempre, día a día, los millones que laburan en jornadas extenuantes, dejados en banda por las dirigencias sindicales frente a los ataques de los patrones y la complicidad gubernamental… lo siguen mirando por TV.