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NACIONAL

El rumbo de la política económica

Apunten al salario

Jorge Capitanich habló de mantener los “acuerdos de precios” de Guillermo Moreno. Es el jefe de Gabinete del mismo gobierno que acaba de autorizar subas en las naftas, que no tardarán en trasladarse a otros productos. Mientras, las patronales, que burlaron todos los compromisos asumidos con el ex secretario de Comercio Interior, están aprovechando la situación de transición impuesta por el cambio de gabinete para remarcar.

Pablo Anino

28 de noviembre 2013

Jorge Capitanich habló de mantener los “acuerdos de precios” de Guillermo Moreno. Es el jefe de Gabinete del mismo gobierno que acaba de autorizar subas en las naftas, que no tardarán en trasladarse a otros productos. Mientras, las patronales, que burlaron todos los compromisos asumidos con el ex secretario de Comercio Interior, están aprovechando la situación de transición impuesta por el cambio de gabinete para remarcar. Con la inflación que pegó un nuevo salto luego de las elecciones, el verdadero “cepo” que existe es sobre el salario de los trabajadores. El nuevo Jefe de Gabinete comenzó a reunirse con empresarios y sindicalistas oficialistas o semioficialistas. Ya se habla de techos para las paritarias del año próximo. Quieren crear la idea que moderando los aumentos salariales se controla la inflación cuando son las patronales las que suben los precios. Intentan mejorar la competitividad y las ganancias atacando el salario obrero. La promesa de la creación de 300 mil nuevos puestos de trabajo es un reconocimiento del estancamiento que enfrenta la creación de empleo desde años. No hay ningún plan real para lograrlo. Pero más allá de las promesas, los anuncios económicos realizados hasta ahora no van a resolver los principales problemas de la economía.
El aumento de los impuestos a los bienes suntuosos, aunque desincentivará las compras que hacen ricos y famosos de autos lujosos y otros bienes, no es más que una medida de impacto mediático. El ahorro anual de divisas apenas alcanzaría a la mitad de los dólares que perdió el Banco Central sólo durante la semana pasada. Es probable que la medida entre prontamente en el sendero de fracasos que siguieron el “cepo” cambiario, el blanqueo de capitales, los acuerdos de precios y la política para la “soberanía” energética. La inflación, la caída de las reservas, el déficit fiscal y el deterioro del superávit comercial siguen su curso.
El gobierno busca conseguir dólares para contrarrestar la pérdida de reservas del Banco Central. Mientras intenta estabilizar la situación cambiaria. El nuevo presidente de ese organismo tiene el objetivo de achicar la brecha entre el dólar oficial y el “blue”. Pero para lograrlo tiene que satisfacer una demanda de dólares que no encuentra límites, lo cual agudiza la pérdida de reservas y los problemas. Por detrás, los exportadores agrarios vienen reteniendo ventas de soja para no liquidar dólares y los importadores aprovechan el dólar “barato” para ingresar productos al país. De hecho, presionan sobre el dólar con la expectativa de una devaluación. El movimiento de capitales financieros con la operaciones de “contado con liqui” (una maniobra para sacar dólares del país) va en el mismo sentido. Para contrarrestarlas el gobierno viene dilapidando recursos de la Anses en dólares. No tiene ningún sentido jugar con los especuladores bajo sus mismas reglas. Para combatir esa especulación financiera hay que establecer la nacionalización de toda la banca y la creación de un banco estatal único, controlado por los trabajadores, para poner todos los recursos de los bancos en función de las necesidades apremiantes del pueblo trabajador como la construcción de viviendas, la inversión ferroviaria y un plan de obras públicas. Frente a las presiones de los exportadores hay que imponer el monopolio estatal del comercio exterior. Como reconoció Mercedes Marcó del Pont, la ex banquera central, el 75% de la pérdida de reservas se debe al pago de la deuda externa. Para acabar con esta sangría, la solución no puede ser contraer nueva deuda como pretende el gobierno. Un nuevo ciclo de endeudamiento prepara las condiciones para un ajuste más general. Por el contrario, no hay que pagar un centavo de esa estafa que es la deuda externa. Pongamos en el centro de la discusión nacional una agenda de los trabajadores: doble aguinaldo, escala móvil de salarios en función de la inflación verdadera, un mínimo igual a la canasta familiar, terminar con la precarización y el trabajo en negro.

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