Oculto tras la maleza y unos desgarbados árboles que lo lindan, asoma el Arroyo las Tunas, empachado de desechos. A su vera casillas acomodadas improvisadamente, dando cuenta de la sacrificada vida de sus habitantes. Más de 35.000 almas ocupan una superficie territorial de 6 km cuadrados, en este barrio popular del partido de Tigre, en el norte del GBA.
Los humedales de antaño por donde el exceso de la lluvia corría, fueron ocupados por Barrios cerrados (country) generando que literalmente las familias quedaran encerradas a merced de su suerte.
“Ha llovido y el agua nos volvió a llegar hasta las rodillas. El municipio dice que recibamos colchones y que vayamos a comer a la sociedad fomento, pero esa no es la solución. El problema son los countrys, el arroyo entra en él, pero ellos cuando la lluvia es fuerte cierran las compuertas y esa agua no tiene salida más que al barrio”, dice una vecina mientras observa como los jóvenes del barrio queman gomas sobre la Panamericana en protesta de una situación que se volvió insostenible.
El espíritu de los barrios cerrados es el disfrute de la naturaleza como lo puede constatar la cantidad de habitantes por metro cuatro, sin importar el hacinamiento obrero. Muestra clara es el Nortdelta donde 1.250 personas habitan por km cuadrado. El intendente Massa de Tigre, aliado de las Multinacionales de la Zona y del gobierno, ha sido impulsor de estos proyectos y ante las inundaciones solo tiene excusas para ofrecer.
“La única solución es avanzar contra estos grandes negocios inmobiliarios. La salida no es la entrega de colchones, ni dormir en las escuelas o galpones sino un plan de obras públicas controlado por los trabajadores y los vecinos. En la solidaridad que mostraron los obreros de Donnelley, Kraft y Lear en la última inundación trayendo abrigos y alimentos a los habitantes de Las Tunas, está la alianza que puede imponer que ese plan se lleve a cabo”, dice Oscar Coria, dirigente del PTS de Norte desde el piquete.
La tarde noche se asoma con un frio penetrante, mientras aun los jóvenes del barrio mantienen viva la llama de las gomas, aplauden y arengan para hacer crecer el ánimo.