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NACIONAL

La Cámara de Diputados dio media sanción al Presupuesto 2013

Bonapartismo fiscal degradado y crisis políticas

Luego de años de superávit presupuestario que permitieron al gobierno nacional disponer de importantes recursos para alimentar su relación con gobernadores e intendentes y subsidiar ganancias empresarias, desde la crisis del 2009 las cuentas del Estado se deterioraron hasta alcanzar un déficit importante, que es el telón de fondo de varias de las crisis políticas abiertas en los últimos meses.

Pablo Anino

11 de octubre 2012

Luego de años de superávit presupuestario que permitieron al gobierno nacional disponer de importantes recursos para alimentar su relación con gobernadores e intendentes y subsidiar ganancias empresarias, desde la crisis del 2009 las cuentas del Estado se deterioraron hasta alcanzar un déficit importante, que es el telón de fondo de varias de las crisis políticas abiertas en los últimos meses. Más allá de que muchas partidas son dibujadas, el proyecto de Presupuesto 2013 refleja la misma dinámica y el ajuste contra los trabajadores.

Déficit fiscal, síntoma del desgaste del “modelo” K

El proyecto de Presupuesto 2013 dibuja varias de las proyecciones económicas, una metodología habitual del kirchnerismo. Esto ocurre, en particular, con la inflación que es estimada en un ridículo 10,8%, mientras la real ronda el 25%. Aunque el gobierno niega la inflación, el vice-ministro de Economía, Axel Kicillof, defendió días atrás el presupuesto con el extraño argumento de que la inflación es buena para los trabajadores. Un cinismo total.

Lo más significativo del dibujo presupuestario es la subestimación de los ingresos, que como fue habitual en todos estos años, permitirá al gobierno el año próximo utilizar discrecionalmente la diferencia entre lo presupuestado y lo que verdaderamente se recaude. Lo que no permitirá la subestimación de ingresos es impedir que el déficit siga su curso y sea financiado con el dinero de Anses y Pami con el fin de sostener los subsidios a las ganancias capitalistas. Entretanto, a los jubilados se les sigue negando el 82% móvil.

Después de la fuerte desaceleración económica de los primeros meses del año, la actividad está entrando en una zona de relativa recomposición. Pero el desgaste del “modelo” K se sigue expresando en las variables económicas. El crecimiento ya no será a tasas chinas. Tampoco el gobierno contará con los “superávit gemelos”, pilares del esquema económico K. La crisis mundial, aunque todavía no pega de lleno, también acecha. Esta combinación de factores se refleja en que el superávit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) disminuyó estrechando la obtención de dólares y sólo se mantuvo gracias a la “sintonía gruesa” de Moreno frenando las compras al exterior, lo que, a su vez, retroalimentó la desaceleración económica del primer semestre. Pero el otro “gemelo”, el superávit fiscal (diferencia entre ingresos y egresos del Estado) ya es historia del pasado. Esto condujo a la necesidad de utilizar (y perder) crecientes recursos del Banco Central para pagar la deuda, algo que se repetirá el año próximo. Una verdadera dilapidación de dólares para la deuda en época de “cepo” cambiario.

“Sintonía fina” contra el pueblo trabajador

Según el Presupuesto 2013, por cada peso que se gastará de la deuda pública se destinarán sólo 50 centavos a la educación, 20 centavos a la salud, 10 centavos a la promoción y asistencia social, 10 para la vivienda o el agua potable y alcantarillado. Actualmente 3.500.000 chicos cobran la Asignación Universal por Hijo: un total de $16 mil millones anuales. Esto es equivalente a sólo el 16% de los subsidios a las ganancias de un puñado de empresarios y al 29% de lo destinado al pago de la usuraria deuda pública. La “sintonía fina” del presupuesto no se reduce solo a esa composición del gasto favorable a los capitalistas y especuladores financieros, sino que también se refleja en su evolución: se proyecta que la mayoría de las partidas con fines sociales crecerán por debajo de la inflación. Entre otros ajustes, el presupuesto prevé para los trabajadores estatales nacionales un miserable aumento del 12%, mientras las partidas para el pago de intereses de la deuda aumentan un 23,4%. Es decir, un ajuste en toda la línea.

Con la “sintonía fina” el gobierno ya mostró sus credenciales de ajustador con los aumentos de tarifas y la tercerización del ajuste en los gobernadores. El déficit presupuestario está conduciendo a la retracción del envío de recursos a las provincias y, junto con la pelea por la sucesión presidencial, fue un factor actuante en varios episodios de crisis como los vistos con el aguinaldo en cuotas de Scioli en Buenos Aires y con la reducción de las jubilaciones de De la Sota en Córdoba. De la misma manera, la angostura presupuestaria es un límite para eliminar el impuesto al salario obrero, lo que fue uno de los motivos de la ruptura de la burocracia moyanista. Si los generosos superávit fiscales de los años de crecimiento a “tasas chinas” permitieron al gobierno el “bonapartismo fiscal” comprando voluntades empresarias y políticas, hoy, aún sin catástrofe económica, el déficit fiscal y el crecimiento moderado agregan un condimento importante a la dinámica de recurrentes crisis políticas del kirchnerismo en el gobierno. Como se mostró en Santa Cruz y la Provincia de Buenos Aires, para los trabajadores se trata de enfrentar el ajuste mediante su organización y lucha.

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