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Cristina abraza la agenda de la derecha

Guiñando un ojo a las franjas más reaccionarias de las clases medias porteñas, Cristina acaba de anunciar el desembarco de 2.500 efectivos de Gendarmería y Prefectura para patrullar las calles de los barrios del sur de la Ciudad de Buenos Aires.

Miguel Raider

30 de junio 2011

Guiñando un ojo a las franjas más reaccionarias de las clases medias porteñas, Cristina acaba de anunciar el desembarco de 2.500 efectivos de Gendarmería y Prefectura para patrullar las calles de los barrios del sur de la Ciudad de Buenos Aires, donde se concentrarían las “zonas calientes” del “mapa del delito”. Simultáneamente, 1.000 efectivos de la Federal serán desplazados hacia otros barrios, mientras otros 300 realizarán tareas de asistencia. Conjuntamente, Cristina adelantó la construcción de una nueva cárcel en Mercedes que permitirá la deslocalización del penal de Villa Devoto junto al fortalecimiento de los “controles” de las 35 cárceles que integran el Servicio Penitenciario Nacional.

Complementariamente, Mauricio Macri anunció el envió de 600 nuevos efectivos de la Policía Metropolitana en dos etapas que cubrirán cuatro de las seis localidades del sur porteño. Evidentemente, la convergencia de macristas y kirchneristas constituye toda una revelación.

El denominado plan Cinturón Sur añade una cuenta más del giro a derecha del gobierno kirchnerista desde la creación del Ministerio de Seguridad al mando de Nilda Garré, una respuesta reaccionaria a la ocupación del Parque Indoamericano, cuando más 1.400 familias desposeídas reclamaban el derecho a la vivienda, con el saldo de tres compañeros inmigrantes asesinados por la tarea conjunta de la Federal y la Metropolitana. Decididamente, Cristina abrazó la agenda de la “seguridad ciudadana” en aras de la defensa de la propiedad privada de los grandes capitalistas.

Criminalización de la pobreza

Cristina apuntaló por derecha a Daniel Filmus, candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Bs. As. por el Frente para la Victoria, quien apoyó la brutal represión a los docentes de Santa Cruz que reclamaban destrabar el conflicto en las puertas del Ministerio de Trabajo, donde talla su compañero de fórmula, el ministro Carlos Tomada.

Haciendo a un lado su simulado perfil progresista, Filmus bendijo el plan Cinturón Sur que tendría por finalidad articular nuevas políticas represivas entre las cuatro fuerzas (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Metropolitana) focalizando la atención sobre los barrios más pobres, particularmente villas miseria, asentamientos y núcleos habitacionales precarios, donde se registran las tasas de mortalidad infantil más altas de la Capital.

Cristina, Garré y Filmus asimilan la experiencia del Operativo Centinela, celebrada a rabiar por los intendentes del conurbano bonaerense, los que destacan, sin pudor alguno, el notorio incremento de las detenciones por averiguación de antecedentes, aunque omitiendo el crecimiento de los casos de gatillo fácil, que cada 28 horas, según señala la CORREPI, se cobra una nueva vida. Los 9.000 gendarmes instalados en los barrios más humildes del conurbano cercaron los alrededores de villas como Fuerte Apache y La Cava, hostigando a los sectores más desposeídos. La nueva iniciativa se propone ajustar las clavijas de los más desposeídos que residen en zonas “calientes” como la villa 1.11.14 del Bajo Flores y la villa Rodrigo de La Boca, área bajo dominio de la Prefectura.

Mientras los empresarios embolsan fortunas y el INDEK registra que la mitad de los asalariados percibe un ingreso de hasta $2.200, Cristina ajusta una nueva vuelta de tuerca criminalizando la pobreza.

¿Control efectivo?

Los trascendidos periodísticos señalaron que el nuevo plan obedece a los informes elaborados por Garré, los que denuncian la connivencia de la Policía Federal con el tráfico de drogas, la prostitución, así como de innumerables delitos. A su modo, los kirchneristas reconocen que la Federal es una banda de delincuentes irreformable, pues a puertas cerradas confiesan que Gendarmería y Prefectura deberían ejercer un “control efectivo” sobre las comisarías porteñas. Irónicamente, el mismo día que trascendió el plan, dos gendarmes fueron sorprendidos in fraganti con una tonelada de cocaína. Es inconcebible el desarrollo de negocios ilegales como el narcotráfico o la comercialización de autos robados omitiendo su relación con las fuerzas de seguridad que patrullan las fronteras como administradoras del gran delito.

En realidad, los kirchneristas se proponen relegitimar a las fuerzas de seguridad para avanzar pasos hacia la restauración del poder de fuego del Estado y así lidiar contra el derecho a la protesta social y los métodos de acción directa que emplean los trabajadores y los sectores populares, que tanto Cristina como los empresarios condenan.

¿Qué malabares diseñarán Martín Sabbatella, su colectora de Nuevo Encuentro y la llamada izquierda kirchnerista para llamar a votar a Filmus y a Cristina tras esta política reaccionaria digna de derechistas como el gobernador Scioli y el candidato del radicalismo Francisco De Narváez?

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