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NEGOCIOS EN CANADA CON LAS MINERAS IMPERIALISTAS A CIELO ABIERTO

Cristina entrega recursos a la Barrick y fomenta la contaminación ambiental

Al contrario de lo que transmite el canciller Héctor Timerman sobre la “responsabilidad” del gobierno en cuestiones ambientales, el kirchnerismo lleva adelante una política de entrega y saqueo sobre los recursos naturales.

Hugo Echeverre

1ro de julio 2010

Cristina entrega recursos a la Barrick y fomenta la contaminación ambiental

Al contrario de lo que transmite el canciller Héctor Timerman sobre la “responsabilidad” del gobierno en cuestiones ambientales, el kirchnerismo lleva adelante una política de entrega y saqueo sobre los recursos naturales, actuando como gerente de varias empresas imperialistas. Tan es así, que en la reciente reunión de presidentes del G20 en Canadá, lo más destacado de Cristina fue su encuentro con la cúpula empresarial de la Barrick Gold, a quienes les volvió a prometer reglas favorables para la minería a cielo abierto. Una actividad minera que no reditúa nada positivo para el país, ni para los trabajadores.

La minería a cielo abierto es una de las formas de producción capitalista más contaminante (y un gran negocio). Fundamentalmente implica la voladura de montañas y sierras, para luego triturar las rocas mediante un proceso de molienda, que demanda volúmenes de energía que iluminarían ciudades enteras. Además de consumir cantidades fabulosas de agua, que combinan con el uso de cianuro o ácido sulfúrico para separar los minerales; creando reservorios de desechos industriales y químicos, que han ocasionado casos de cáncer en las poblaciones cercanas.

¿“Desarrollo” y “nuevos empleos”?

La presidenta está “convencida” que este tipo de minería es un avance para el progreso: “La minería genera desarrollo y nuevos empleos”, dijo Cristina. En los estudios de impacto ambiental del Estado, para el gobierno “nacional y popular”, ni el agua ni la electricidad son considerados insumos en el proceso de producción. Lo concreto es que, debajo de los anuncios de miles de puestos de trabajo, inversiones multimillonarias, desarrollo en las ciudades, etc., las empresas imperialistas se llevan el 90% del valor de los minerales expoliados. Argentina apenas llega a obtener un 3% de canon de boca de mina.

Los “nuevos empleos” son muy pocos. La mano de obra más bien es necesaria para la logística previa, caminos y baja infraestructura. El negocio del “desarrollo” de la minería a cielo abierto se encuentra en el regalo de los recursos naturales, mientras los funcionarios reciben grandes comisiones de parte de empresas como la Barrick Gold. “Por donde ha pasado la minería a cielo abierto -comenta, J. Rodríguez Pardo, escritor y reconocido ambientalista- no ha quedado nada. El llamado ‘pasivo’ ambiental es de terror; lo mismo lo social: áreas contaminadas, saqueo y destrucción territorial”.

La “Ley de Glaciares”

El veto presidencial de la “Ley de Glaciares”, que limitaba su utilización para el proceso de molienda y separación del mineral, es uno de los hitos destacados del kirchnerismo. Sólo en la mina de oro y cobre de Veladero/Pascual Lama, se despilfarran 1.000 litros de agua por segundo. Las denuncias son claras: más de 40 glaciares de roca están siendo intervenidos por diversas empresas mineras. En Córdoba, las cámaras empresarias están presionando para imponer en las sierras la minería a cielo abierto, en búsqueda de uranio. En San Juan, en La Rioja y Catamarca las secretarías provinciales son oficinas de las mineras. Por eso la bronca crece más rápido y suele ser explosiva. Como en Andalgalá, donde los ambientalistas frenaron la instalación de una minera y la represión se ensañó sobre ellos; y aún hay compañeros detenidos.

Por eso, la minería a cielo abierto y la utilización de los glaciares se ha vuelto un problema para el gobierno, y el senador Daniel Filmus ha presentado una ley, que busca maniobrar y ganar tiempo, pero al fin de cuentas no hace otra cosa que legitimar la entrega y los desastres ambientales realizados. Abriendo (además) la posibilidad de utilizar las áreas periglaciares, que es donde y cómo se contienen los glaciares. Lo mismo que la política que charló Cristina en Canadá, la ley kirchnerista de Filmus permitirá que las mineras derritan las áreas periglaciares y obtengan así el agua para mezclar con cianuro o ácidos, y llevarse cobre u oro (bueno y barato) para las empresas imperialistas.

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