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Duhalde, el campeón de la derecha reaccionaria

Cuando se cumplen 13 años del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, Eduardo Duhalde reivindicó a las Fuerzas Armadas, “humilladas”, ante los juicios por los delitos cometidos durante la dictadura militar, y reclamó una “reconciliación”, en tanto propuso que colaboren en tareas de represión contra la “inseguridad ciudadana”.

Miguel Raider

28 de enero 2010

Cuando se cumplen 13 años del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, Eduardo Duhalde reivindicó a las Fuerzas Armadas, “humilladas”, ante los juicios por los delitos cometidos durante la dictadura militar, y reclamó una “reconciliación”, en tanto propuso que colaboren en tareas de represión contra la “inseguridad ciudadana”.

Evidentemente, Duhalde personifica el discurso de la derecha más reaccionaria que exige plena impunidad para los genocidas de la dictadura militar y mano dura contra los jóvenes plebeyos de los barrios más humildes, azotados por la pobreza y el desempleo.

En sintonía con estas declaraciones, bajo su presidencia, en 2002, fue el principal responsable político de la masacre del Puente Pueyrredón, cuando la “mejor policía del mundo” asesinó a los militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, mientras en mayo de 2003 indultó al genocida y carapintada Mohamed Alí Seineldín.

Para coronar las leyes de impunidad sancionadas por Alfonsín, Duhalde sostuvo junto a Menem los indultos que beneficiaron a Videla, Massera, Suarez Mason, Galtieri y cientos de represores. Cabe añadir que en 1990, cuando ocupó la presidencia como vice del riojano cuando este partió de viaje al exterior, indultó a varios miembros de la Triple A. Su trayectoria durante la década del ’90, ya sea desde el ejecutivo menemista o ya sea desde la gobernación de la provincia de Bs. As., estuvo signada por los planes neoliberales de hambre y represión que empujaron a millones de personas a la miseria y la desocupación.

Duhalde y la dictadura

En su libro “El Otro”, una biografía política del caudillo bonaerense, el periodista Hernán López Echague denunció que “Duhalde le debe mucho a Rodolfo Illescas, secretario general de la filial Lomas de las 62 Organizaciones, quien no sólo gestionó su postulación como Concejal ante los poderosos hombres de las 62, también favoreció... el buen pasar de Duhalde durante la dictadura. A mediados de noviembre de 1975... ocurrió un episodio que había de cobrar valor en la vida de Duhalde con posterioridad al golpe de marzo de 1976. Una noche... el gremialista Illescas irrumpió en la casa del intendente y le refirió que un conocido suyo, Jesús Ramés Ranier, apodado El Oso, le había hecho saber que el ERP se encontraba a poco de realizar una colosal operación contra un objetivo militar situado en la zona sur del conurbano. Ranier, un metalúrgico sin empleo, había ingresado a la organización guerrilera un año atrás, pero con el correr del tiempo se había convertido en un simpático soplón...A la mañana ... se presentó en el despacho de Calabró, y atribuyéndose por completo el mérito de la información, le narró la nueva. Los ojos del gobernador se pusieron a centellear del contento.

Nadie ignoraba que el golpe militar era una cuestión de tiempo... Un
desenlace inexorable que para Calabró no era más que una contingencia, pues ya se había habituado a gozar del poder y tenía previsto continuar en la gobernación como delegado del futuro gobierno de facto. La posibilidad de ofrecer una información de esa magnitud al Ejército, por tanto, lo llenó de satisfacción. Duhalde... le exigió al gobernador que, al transmitir la información a los hombres de la Jefatura II de Inteligencia, no olvidara mencionar su nombre. Calabró así lo hizo. El asalto al Batallón de Arsenales 601 “Domingo Viejo Bueno”, en Monte Chingolo, en el mediodía del 23 de diciembre de 1975, condujo al ERP hacia el abismo... El Ejército les tendió una ratonera perfecta. La represión fue feroz y desmesurada: entre miembros del ERP y habitantes de las villas aledañas al cuartel... los militares mataron a cientos de personas. En realidad, nunca pudo saberse con precisión cuántos fueron asesinados, porque la mayor parte fue a parar a fosas comunes. El oportuno gesto le valió a Duhalde el tácito reconocimiento de los militares, en particular el del futuro cabecilla del golpe, general Jorge Rafael Videla”. ¡Qué mejor representante podrían tener los milicos genocidas!

Progresismo de opereta

Las declaraciones de Duhalde movieron al diputado kirchnerista Carlos Kunkel y al jefe de Gabinete Aníbal Fernández a responder que “no se está juzgando a las Fuerzas Armadas, sino a quienes cometieron delitos de lesa humanidad”, afirmando al mismo tiempo que “la Ley de Seguridad Interior no permite los militares en las calles”. En verdad, los Kirchner de ningún modo se proponen “humillar” a las Fuerzas Armadas, sino por el contrario, su objetivo reside en legitimar estas instituciones represivas, que fueron los pilares fundamentales del terrorismo de Estado, a cambio de unos pocos genocidas condenados, particularmente sus figuras emblemáticas más repudiadas. Asimismo, los Kirchner jamás vacilaron en respaldar al gobernador Scioli y su ministro Stornelli para combatir la “inseguridad”, con la perspectiva de incrementar en 10.000 efectivos los ya 54.000 delincuentes que integran la temible Bonaerense. Lejos de “humillar”, los Kirchner contribuyeron en sellar la impunidad de esta Fuerza de Seguridad, bloqueando la investigación sobre la desaparición de Jorge Julio López, cuyas pistas conducían irremediablemente a la Bonaerense y a sus amigos de la cárcel de Marcos Paz. Ni haciendo malabares se pueda comprender esta orientación bajo los oropeles de un “progresismo” “nacional y popular”.

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