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El ADN de Carrió

Elisa Carrió parece superarse día tras día en su pasaje a la derecha más reaccionaria. Desde el púlpito del Instituto Hannah Arendt, Carrió condenó el proyecto de extracción de muestras de ADN de probables hijos de detenidos-desaparecidos como una “violación a los derechos humanos”, dado que coarta “el principio de integridad y de la autonomía personal”, acorde a las políticas del “fascismo”, y lo adjudicó a una “venganza personal” con el afán de “perseguir” a la titular del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, pues “uno por ser rico no deja de ser víctima”.

Miguel Raider

22 de octubre 2009

Elisa Carrió parece superarse día tras día en su pasaje a la derecha más reaccionaria. Desde el púlpito del Instituto Hannah Arendt, Carrió condenó el proyecto de extracción de muestras de ADN de probables hijos de detenidos-desaparecidos como una “violación a los derechos humanos”, dado que coarta “el principio de integridad y de la autonomía personal”, acorde a las políticas del “fascismo”, y lo adjudicó a una “venganza personal” con el afán de “perseguir” a la titular del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, pues “uno por ser rico no deja de ser víctima”.

Semejante declaraciones despertaron el justo repudio de todos los organismos de DD.HH. No era para menos.

Carrió inhabilita el legítimo y elemental derecho democrático a la restitución de la identidad de más de 400 víctimas secuestradas durante la dictadura militar, robando hasta la esperanza de miles de familiares de desaparecidos que aguardan con ansia restablecer los lazos filiales. De esa forma, propicia abiertamente la impunidad de los apropiadores de los hijos de detenidos-desaparecidos, negando el derecho a la verdad y a la justicia del período más sangriento de la historia nacional.

¿Qué clase de “autonomía” e “integridad” puede tener una persona que hasta es privada del derecho de conocer su verdadero origen filial? Resulta una injuria adjudicar la condición de “víctima” a Ernestina Herrera de Noble, quien puso su diario al servicio de la dictadura militar y recibió sus favores, entre otros la entrega ilegal de sus dos hijos adoptivos, tal como habría declarado Héctor Magneto, mandamás del Grupo Clarín. Parece que los bebés secuestrados no son víctimas del terrorismo de Estado implantado por una dictadura que sistematizó la apropiación de las criaturas como una práctica usual con la colaboración de médicos y profesionales civiles. La obsecuencia con el multimedio Clarín condujo a la chaqueña a reivindicarlo como un ejemplo de “libertad de expresión”.

Sin embargo, las declaraciones de Carrió no brotan de la “locura” sino de su orientación derechista para “cerrar” las “heridas” causadas por la dictadura mediante la “reconciliación” con los milicos genocidas, tal como postula la jerarquía de la Iglesia católica. En ese sentido, Carrió se inspira en la referencia del Arzobispo de Sudáfrica Desmond Tutu, quien presidió la Comisión Verdad y Reconciliación que implementó la política de “arrepentimiento y perdón”. La chaqueña emula ese modelo de Sudáfrica, donde las bandas paramilitares y los asesinos del régimen del Apartheid obtuvieron plena impunidad como una “concesión” a cambio de la confesión de los crímenes más aberrantes cometidos por ese régimen racista. Evidentemente, Carrió no tiene muchos reparos con los genocidas. A fines de 2007 hasta se propuso incorporar a las filas de la Coalición Cívica al ex comisario Edgardo Mastandrea como “asesor” del tema seguridad, cuando éste fue denunciado por la Secretaría de Derechos Humanos de provincia de Bs. As. por su responsabilidad en numerosas desapariciones durante los años de plomo (Página/12, 2/10/07).

Mientras los Kirchner dilatan los juicios a cuentagotas, después de siete años de anuladas las leyes de obediencia debida y punto final, con apenas 40 condenados de los más de 200.000 genocidas partícipes, según reconoció el ministro de DD.HH. Eduardo Luis Duhalde, personajes como Carrió tienen la desfachatez de llevar la impunidad reinante hasta el extremo de convalidar los secuestros de hijos de desaparecidos. Despreciable.

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