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Comunicados de prensa

El estallido social en Argentina obliga a dimitir al presidente De la Rúa

Prensa PTS

22 de diciembre 2001

A las ocho de la tarde (hora argentina), el helicóptero presidencial con Fernando de la Rúa a bordo despegó de la Casa Rosada en un vuelo sin retorno. Poco antes, el presidente de la República Argentina había remitido al presidente del Senado la carta de dimisión que había escrito de puño y letra. Era el fin del Gobierno de la Alianza, que después de 740 días no pudo cumplir más de la mitad de su mandato y que deja el país sumido en una crisis política, económica y social de proporciones gigantescas que en las últimas 48 horas ha causado 22 muertos, medio centenar de heridos y un millar de detenidos en los violentos enfrentamientos en todo el país. En la calle, Buenos Aires vivió ayer una de las jornadas más violentas que se recuerdan, con graves enfrentamientos que causaron cinco muertos.
El momento histórico recordó una escena similar vivida el 23 de marzo de 1976 cuando la entonces presidenta Isabel Estela Martínez de Perón, derrocada por los militares golpistas, abandonó el palacio desde la misma terraza en otro helicóptero. De la Rúa dimitió cuando no había ninguna duda del rechazo de la oposición peronista a aceptar su invitación a formar parte de un Gobierno de unidad. Los principales líderes del Partido Justicialista (PJ) estaban anoche reunidos en la provincia de San Luis.
Según establece la Constitución, al estar vacante el puesto de vicepresidente, asume el cargo el presidente del Senado, el peronista Ramón Puerta. La Asamblea Legislativa (pleno del Congreso), convocada para esta mañana, elegirá al presidente de transición entre todos los legisladores y gobernadores. A partir de aquí se abren dos posibilidades: que el nuevo jefe del Ejecutivo tenga mandato parlamentario para concluir la legislatura, o que convoque elecciones anticipadas. El presidente de transición, que será en cualquier caso del PJ, puede ser el propio Puerta, pero anoche se barajaba el nombre del senador Eduardo Duhalde.
La dimisión de De la Rúa abre un nuevo escenario, que en el ámbito económico pondrá fin a la convertibilidad entre el peso y el dólar que ha regido en Argentina durante la última década. El plan de salvación que discutían anoche los jefes peronistas contempla, además, la compensación de todos aquellos argentinos que están endeudados en dólares, un plan de ayuda social a los sectores más necesitados, el logro del déficit cero para evitar que el tipo de cambio se dispare y la reprogramación de la deuda externa con apoyo dentro y fuera de Argentina.
Si el programa es coherente tendrá el respaldo de los organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los sectores productivos. El directorio del Banco Central acordó anoche que hoy abran las entidades de crédito, pero sólo para operar de manera restringida. Se pagarán los salarios de jubilados, pero no habrá pagos de importaciones ni se podrá cambiar moneda, para evitar la salida masiva de depósitos, y garantizar las reservas en billetes que actualmente llegan a 9.800 millones de dólares para garantizar el circulante.
En la calle, Buenos Aires vivió una de las jornadas más violentas que se recuerdan. Buena parte de la actividad comercial está paralizada -el metro suspendió sus servicios a primera hora de la tarde.
El presidente trató de mostrar firmeza a la hora de garantizar la paz social, seriamente amenazada en estos momentos en el país, y justificó el estado de sitio, decretado anteanoche. La medida de emergencia ha sido desobedecida constantemente desde su anuncio, ya que las manifestaciones, enfrentamientos violentos, asaltos y saqueos proliferan en distintos puntos. La mayor batalla campal se produjo en los alrededores del palacio presidencial de la Casa Rosada, donde estaba recluido el primer mandatario. Las fuerzas policiales fueron desbordadas en repetidas ocasiones y actuaron con inusual energía contra pequeños grupos que no se privaron de acciones violentas. Escenas de guerrilla urbanas fueron constantes a lo largo de todo el día en el llamado microcentro porteño.
"Pido que se deponga la violencia", requirió De la Rúa. "No dejaré que la violencia se enseñoree entre nosotros. Estoy para asegurar la paz". Sus palabras contrastaban con la realidad que vivían las calles de la capital.
Buenos Aires amaneció después de la noche más larga en la que ,por primera vez desde la década de los 50, la clase media salió masivamente a la calle para exigir la dimisión del ministro de Economía, Domingo Cavallo, que se produjo después de medianoche, y que fue aceptada ayer por De la Rúa. Como ocurrió en otros países de América Latina, por ejemplo en la caída del fujimorismo en Perú, la movilización popular ha sido determinante en Argentina para acelerar los cambios.
Tres jueces se apresuraron a dictar sendas órdenes que impiden al ex ministro salir del país, por presuntas causas pendientes en su contra.

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