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Comunicados de prensa

Argentina:

El nuevo presidente puede pronto ser el último

Prensa PTS

4 de enero 2002

Eduardo Duhalde, el quinto presidente de Argentina desde el 21 de diciembre, obtuvo esta semana el apoyo bipartidista en el congreso para dirigir al país hasta fines de 2003. Sin embargo, su gobierno no sobrevivirá si los votantes pobres y de clase media rechazan su programa económico. Si las protestas y los disturbios estallan de nuevo, la presidencia de Duhalde pronto también terminará, obligando a los militares muy reluctantes a sostener a un establishment político desacreditado hasta que se hagan nuevas elecciones.
Análisis
El nuevo presidente argentino Eduardo Duhalde, un peronista populista de izquierda, obtuvo el nombramiento del congreso el 2 de enero para dirigir al país hasta fines de 2003, después de negociar acuerdos políticos múltiples con los dirigentes peronistas rivales y los partidos políticos de la oposición. Sin embargo, el apoyo político de Duhalde es frágil, y es impopular para más de la mitad de los votantes del país, de acuerdo a una encuestra realizada el 3 de enero por el diario de Buenos Aires, La Nación.
Para mantenerse en el poder, Duhalde debe ganar rápidamente el apoyo público argentino y estabilizar la economía. Sin embargo, si los votantes rechazan sus nuevas políticas económicas, las protestas callejeras masivas y los disturbios podrían retomarse y obligar a Duhalde a renunciar. Si Argentina pierde su quinto presidente desde el 21 de diciembre, la inestabilidad creciente podría obligar a los militares reluctantes a intervenir y a apoyar un régimen interino hasta que se hagan nuevas elecciones.
La prueba definitiva de la viabilidad política y popular de Duhalde llegará en los próximos días, cuando devele un programa económico de emergencia montado precipitadamente que devaluará la moneda argentina y probablemente aleje al país de las políticas de libre mercado que ha seguido desde 1991. El nuevo gobierno está tratando de mantener en secreto su plan, que se hará efectivo a partir del 7 de enero, hasta que el congreso le dé su aprobación.
El alejamiento de políticas que han sido señaladas internamente como las responsables de los males argentinos puede pacificar al público en el corto plazo. Pero la oposición popular crecerá rápidamente, en la medida en que el plan del gobierno llevará a la bancarrota a miles de compañías principalmente pequeñas y medianas, y diezmará a la clase media del país.
El esperado rechazo de Duhalde a las políticas de libre mercado podría también socavar el apoyo internacional que necseita para frenar el colapso económico de Argentina.
Bajo el plan de Duhalde, el gobierno devaluará el peso inmediatamente y establecerá una tasa de cambio de múltiples niveles, según se informa desde Buenos Aires. El peso inicialmente será devaluado a una tasa fija de alrededor de 1.35 pesos por dólar norteamericano para las operaciones comerciales y financieras internas.
Fuentes cercanas al nuevo ministro de economía Jorge Remes Lenicov dicen que el plan es mantener la tasa por 90 días y después volver a atar el peso a una canasta de monedas que incluye el dólar norteamericano, el euro y el real brasileño. Sin embargo, simultáneamente el peso flotará para las transaccciones extranjeras, creando efectivamente un sistema dual de tasa de cambio que alentará el mercado negro especulativo de moneda y limitará los intentos del gobierno de controlar la devaluación del peso.
Se estima que 10 millones de argentinos tienen deudas en dólares, y muchos viven de un ingreso fijo. El gobierno intentará reducir la reacción violenta de este grupo convirtiendo todas las deudas denominadas en dólares que tienen individuos y corporaciones, hasta un techo de $ 100.000, en pesos a una tasa de cambio de uno a uno.
Además, los depósitos bancarios que totalizan alrededor de $66.000 millones serán pagados en la moneda en la cual fueron originalmente denominados, pero los retiros de esos depósitos continuarán limitados a $ 250 por semana por los próximos 180 días.
Se impondrá un control de precios sobre los contratos de alquiler residenciales, otros servicios básicos y productos alimenticios también por un período de 180 días. El gobierno también desdolarizará los servicios como la electricidad y el agua, lo que implica que la suba de los precios ya no estará indexada con la inflación norteamericana.
Además, el gobierno emitirá un bono a cuatro años para refinanciar las deudas con los contratistas del estado, así como también buscará un período de dos años de gracia en el pago a sus acreedores extranjeros y priorizará el pago a los tenedores locales de bonos en 2002. Remes Lenicov también espera visitar Washington la semana próxima para comenzar las conversaciones con el FMI y otras entidades multilaterales sobre un posible paquete de ayuda de $ 15.000 millones.
Duhalde también espera expandir las relaciones comerciales con el Mercosur, Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, el compromiso retórico del presidente de expandir el comercio internacional chocará con su probable adopción de medidas proteccionistas y regulatorias, como parte de un esfuerzo para apoyar al maltratado sector manufacturero y retener el apoyo político crítico del establishment de negocios de Argentina.
Las nuevas políticas económicas de Duhalde están cargadas de potenciales dificultades políticas y económicas. Por ejemplo, en los próximos meses el peso probablemente se devalúe mucho más que el 35% planeado. El real de Brasil se ha devaluado más del 50% contra el dólar norteamericano desde fines de 1998, mientras que la moneda chilena se ha devaluado más del 30% en el mismo período.
Cuanto mayor sea la devaluación del peso, mayor será la probabilidad de un resistencia popular política violenta contra el gobierno de Duhalde. Miles de firmas e individuos quebrarán porque las rentas y los ingresos no aumentarán, pero sí lo harán los costos de producción y los precios de venta mayorista y minorista de bienes y servicios. Como el país está ahora en su mes 44 de recesión, la ya débil demanda consumidora se contraerá todavía más después de la devaluación.
Los antecedentes de Duhalde como ex gobernador de la provincia de Buenos Aires confirman que es un populista que ama gastar dinero y acumular deudas gubernamentales. El nuevo gobierno se ha comprometido a mantener un presupuesto equilibrado. Sin embargo, Duhalde también se ha comprometido a aumentar el gasto social para desactivar las tensiones políticas entre los pobres argentinos y los sindicatos.
Si bien el nuevo ministro de economía es un halcón fiscal, Duhalde se inclinará a comprar apoyo político de los pobres y de los poderosos gobernadores provinciales aumentando el gasto público. Sin embargo, como Argentina tiene ahora los mercados internacionales de crédito cerrados, y los mercados de crédito locales están cayendo en crisis, Duhalde probablemente imprima más pesos. Esto hará subir la inflación y las tasas de interés mientras que debilitará aún más al peso contra el dólar.
Finalmente, las nuevas políticas del presidente no frenarán la crisis económica de Argentina sino que podrían hacer las cosas peor en las próximas semanas o meses. Argentina está en dificultades económicas desesperantes. Economistas privados en Buenos Aires estiman que la economía se puede contraer al menos el 7% en 2002 mientras que la tasas actual de 18% de desocupación probablemente aumente a más de 20% en las próximas semanas.
El apoyo público argentino es crítico para que sobreviva el nuevo gobierno de Duhalde. Si una mayoría de los argentinos avala sus nuevas políticas económicas, las oportunidades del presidente para restaurar el orden público y mantener el apoyo político bipartidista se verán significativamente reforzadas.
Sin embargo, es probable un nuevo estallido de protestas y disturbios callejeros por el impacto que tendrá el plan sobre los empresarios y la clase media. Esto podría desestabilizar el gobierno de Duhalde y obligar a la dirección militar de Argentina a ayudar a un establishment político civil débil e interino a mantener el orden. Los generales argentinos quieren evitar desesperadamente este resultado.
Los máximos generales están cumpliendo sentencias de por vida por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el último gobierno militar entre 1976-83. Los generales y los coroneles que dirigen hoy las fuerzas armadas no quieren gobernar el país de nuevo y sólo tomarían un rol limitado si fuera necesario, como ayudar a hacer cumplir la ley y mantener la estabilidad.
Mientras tanto, como hay pocos candidatos viables para dirigir el país hasta 2003, si Duhalde renuncia tomaría el poder un régimen interino, y finalmente se deberían realizar elecciones anticipadas dentro de 30 o 60 días.

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