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Norte GBA

Cuando un obrero escribe

El ocaso de un burócrata

Un trabajador metalmecánico de la industrializada Zona Norte del GBA nos escribe una muy linda nota. // Camina con zozobra, desarma un nuevo atado, tira de la cintita roja que lo envuelve, sin antes dar un par de golpes al paquete en la palma de su mano para prensar el tabaco. Excita el Philip Morris con una pitada profunda, y el cilindro arde en el otro extremo.

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26 de septiembre 2013

Camina con zozobra, desarma un nuevo atado, tira de la cintita roja que lo envuelve, sin antes dar un par de golpes al paquete en la palma de su mano para prensar el tabaco. Excita el Philip Morris con una pitada profunda, y el cilindro arde en el otro extremo. El humo se disipa frente a sus ojos, sus cabellos lucen algo grasientos. Por momentos detiene su paso frente al vidrio que en reflejo le devuelve su imagen. No se había afeitado la noche anterior, la reunión se extendía en horas, y los números sobre la mesa no eran alentadores. Comenzaron a hablar de un tal X, y un Z, pero luego empezaron a notar que quedaba chico el abecedario, y recurrieron a nombrar a tal o cual con XX o YY. La pesadumbre de la bebida blanca lo tenía malhumorado; las botellas de Whisky yaciendo entre desechos de papeles, las últimas cajas desgarbadas, daban muestra del nerviosismo en la Av. Belgrano 665.
El mujeriego sintió como si el frió cañón de una pistola, su punta circular, se blandiera en su cabeza; vagones de recuerdos comenzaron a hostigarlo. Él, que tenía la confianza de caminar y ser respetado, de generar el silencio ante su paso, de oler a frescura y fichar a las ocho, de mostrar y deleitarse con sus videos sexuales, queriendo galantear de macho lo que también generaba que directamente se ausentara por semanas, intento prescindir de culpa explicando que el problema yacía en el egoísmo de los compañeros. Los popes del gremio lo miraron con ironía. Solo atinaron a bufar, Rodríguez fue la voz cantante de los presentes.
 ¡Amigo mío! el ser humano, y ya nos lo ha enseñado Perón, es un ser egoísta por naturaleza, cada uno lucha por su beneficio, pero tenlo presente, solo los peronistas traemos esa armonía a la sociedad.
-Sí, la justicia social. Pero ellos han aprendido a llamarme burócrata, a decir que soy un vago- alego el desorientado amante de los cabarets y de las trampas.
 La justicia social. Si Perón viviera¡¡- exclamo bravamente mientras sus ojos se cristalizaron y atinaba a disimularlo con el rose de sus gordos dedos. -Acaso no fue él quien le dio una salida a las penurias de nuestro pueblo hambriento. Acaso comunistas, socialistas y los sectarios anarquistas no prometían el reino de la abundancia en un mar de miseria. Lucha y molotov. La retórica de nuestro general no era palabrerío ni ciencia, actuaba sobre la inmediatez. Eso debían tenerlo en cuenta esos mocosos. Burócratas, bla, bla, bla,
 Pero nadie recuerda a Perón, o sea, como explicarlo, hablar de Perón es como hablar de dinosaurios, hay jóvenes, algunos ni la primer barba se han rasurado. Ellos, dicen acá necesitamos esto, y si el supervisor los acosa se cruzan de brazos y dejan que la prensa siga, y la cinta de transportar termina dejando caer las piezas al suelo. Entonces me llaman de RRHH, me dice que pasa con la gente- se alza de hombros.
 ¡Sotelo!- grito algo eufórico Rodríguez-habíamos hablado de la escuela de adoctrinamiento. Es imposible que los obreros no sepan quien es Perón, me da náuseas de solo pensar que la memoria de nuestro general solo será expresión en el granito frio de su tumba. Sotelo lo miro, y con la verborragia característica desenfundo la lengua- Estamos en un problema, acabo de enviar la solicitada al diario como usted me pidió. Los zurdos parecen salir por debajo de las piedras. Pero, no podemos soltar la cadena a nuestros perros. Aún no. Y una solicitada no lastima, aunque el que avisa no traiciona.
 Léeme por favor, quiero ver que tan perspicaz es nuestro chupa tinta de moda al que le llenamos el buche-
-La hora de los corazones bien templados- acomodándose los anteojos, respira e hincha el pecho. A Sotelo le encantaría morder con rabia. Prosigue -No alentamos ánimos belicistas, ni caímos en la renuncia negligente de los pacifistas… pobres de aquellos que pierdan las verdades tan pacientemente adquiridas y se vuelvan tan pragmáticos y materialistas, que terminen en la misma bolsa que los gorilas-
 Excelente, excelente. Estamos volviendo al ruedo. Si Rosendo escuchara, ya se estaría chupando los dedos. Que Dios lo tenga en la gloria-
El mujeriego no pudo pegar un ojo, las vueltas en la cama desvelaron a su esposa. Al arribar, y cruzar el molinete sintió un garrafal frio que le mordía el cuerpo. Se dirigió a encarar la campaña, con la llama aun encendida de la noche junto a Rodríguez. Al cruzar el portón vio un circulo de Grafas azules agitándose, pidió paso, sus ojos se clavaron en el apellido grabado en una reluciente mascara de soldador. En los delantales de cuero se leía: “los esperamos”, le latían los ojos. Tomo el celular y disco, del otro lado alguien saludo, y el tan solo susurro “los zurdos están vivos”.

Roberto Ebro

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