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MOVIMIENTO OBRERO

POLÉMICAS FABRILES

“En esas valijas se van parte de nuestros salarios”

“En el micro en 197 hasta la fábrica, un par de obreros van despotricando contra el gobierno y sus amigos. Hablan de como ellos viven la vida como quieren, robando guita y como a nosotros nos las sacan a través del impuesto a las ganancias”. Estos obreros, sin embargo comparten el mismo comentario que obreros activistas de PepsiCo o de Kraft: “En esas valijas de Lázaro Baez se van parte de nuestros salarios”.

Hernán Aragón

25 de abril 2013

Esta nota no es precisamente una polémica, sino más bien una reflexión que nos hace llegar un compañero de una autopartista de la zona norte, donde no hay tradición de interna combativa. Allí, hay que saber moverse con cuidado y sobre todas las cosas, aprender a escuchar lo que se dice. En esta fábrica, como en las más politizadas de la zona, la denuncia de Jorge Lanata sobre la corrupción K fue tema masivo de debate.

“En el micro en 197 hasta la fábrica, un par de obreros van despotricando contra el gobierno y sus amigos. Hablan de como ellos viven la vida como quieren, robando guita y como a nosotros nos las sacan a través del impuesto a las ganancias”. Estos obreros, sin embargo comparten el mismo comentario que obreros activistas de PepsiCo o de Kraft: “En esas valijas de Lázaro Baez se van parte de nuestros salarios”.

“Yo lo que vengo percibiendo – dice el compañero - que por más que los supervisores digan que los problemas hay que dejarlos del otro lado del portón, la indignación se nota que no puede quedar en la espera. En la fábrica una que otra vez escuchás que echaron a tal directivo o jefe porque tenía cierto negociado, que hay determinado faltante y por tal se hace auditoria porque alguien se los robó. Pero a esos directivos que se hicieron su negocio, luego se van a otras plantas a seguir con esas prácticas. En cambio un obrero no se puede llevar ni un remache porque la seguridad te espera a la salida. Opino que por eso la denuncia de corrupción tiene llegada porque le habla a los miles y miles que viven cotidianamente de una u otra forma las matufias que hacen los altos mandos en las fábricas. Dialoga con su cotidianeidad, pero el periodista Lanata la hace para desviarlos detrás de otros candidatos de los patrones como el millonario De Narváez”.

Otro compañero afirma que la denuncia fue un impacto y aunque muchos obreros tomen el discurso de Lanata acríticamente, el solo hecho de haber visto el programa y manejar el tema al dedillo demuestra la existencia de una mayor politización. Esto mismo se dio con el juicio de Mariano Ferreyra. El número de trabajadores y trabajadoras que habían seguido el caso con atención, superaba al activismo tradicional de las fábricas.

Un día los trabajadores se despiertan y se enteran que otros como ellos quedaron bajo el agua. Mientras en las fábricas se junta la solidaridad, las noticias muestran que los políticos responsables están ausentes vacacionando en el exterior. El gobierno no habla de inflación, pero las góndolas del supermercado la recuerdan cada día. Y ahí, en el recibo de sueldo, mes a mes, el impuesto al salario. No hay infraestructura pero sí hay inundados; no hay inflación pero el dinero cada vez alcanza menos; no hay plata para aumentar las paritarias pero esta se va en valijas al exterior. Y entonces muchos comienzan a atar cabos. Roban los directivos de las fábricas, roban los políticos. “Pero cómo. ¿Estos no eran distintos al menemismo?”, se preguntan algunos. Los que simpatizan con el gobierno, e incluso defienden el impuesto a la ganancia, se callan o se separan. “El roban pero hacen” no encuentra demasiado espacio. El fin del “nunca menos” – que el obrero hace tiempo que percibe – se va convirtiendo “nunca menos que billetes de 500 euros”. “Ahí se va parte de nuestro salario”. Ese pensamiento se vuelve masivo.

Sin embargo, la decepción con el gobierno en muchos casos se vuelve amarga y genera incertidumbre. “Y después de estos, ¿quiénes vienen?”. Pero lo cierto es que para muchos obreros, el gobierno K empieza a ser llamado despectivamente “estos”.

Retomando la reflexión del compañero. El obrero ve como roban los directivos de las empresas y ve como roban los políticos del Estado. Indefectiblemente el robo se trata de una práctica común de los empresarios y de quienes gobiernan para ellos. Una conclusión que los clasistas debemos ayudar a sacar y que hoy es mucho más visible que hace unos meses atrás. Es robo cotidiano “ilegal” es una parte pequeña del “robo legal” del producto del trabajo obrero no pago por los patrones, es decir la explotación que este sistema legaliza.

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