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CHACO - CHARATA

Epidemia, miseria y ganancia sojera

La expansion de miles de casos de Dengue en el norte argentino, particularmente en el Chaco, vuelve a desnudar el carácter brutal del capitalismo que, en la Argentina semicolonial del siglo XXI, es incapaz de evitar una enfermedad descubierta en el siglo XIX y que se halla estrechamente ligada a la ausencia de condiciones de vida y salubridad básicas, como el acceso a una vivienda digna, agua potable y a un sistema de desagüe y cloaca moderno.

Eduardo Castilla

2 de abril 2009

La expansion de miles de casos de Dengue en el norte argentino, particularmente en el Chaco, vuelve a desnudar el carácter brutal del capitalismo que, en la Argentina semicolonial del siglo XXI, es incapaz de evitar una enfermedad descubierta en el siglo XIX y que se halla estrechamente ligada a la ausencia de condiciones de vida y salubridad básicas, como el acceso a una vivienda digna, agua potable y a un sistema de desagüe y cloaca moderno.

Charata no es una excepción

La localidad de Charata1, ubicada en el sudoeste del Chaco, es una de las zonas de la provincia donde más avanzó el proceso de sojización. La provincia se convirtió en un lugar central de la producción del “yuyo” más famoso, pasando de proveer el 1,3% de la producción nacional en la cosecha del año ’93 al 3,2% en la del año 2004. En ese tiempo, la superficie sembrada creció casi un 800% y la producción más del 650%. La cosecha de la temporada 2008/2009 se ubicaría en 750 mil toneladas según los últimos pronósticos. Cada tonelada de la oleagionosa se comercializa actualmente a 370 dólares. Los sojeros (según graficó De Angeli días atrás en una entrevista con Jorge Lanata en el diario Crítica), parecen quedarse con un beneficio que ronda el 15% por tonelada (unos 55 dólares). Dicen que el gobernador Jorge Capitanich es uno de ellos.

Sin embargo, el Chaco tiene el triste récord de ser, según el INDEC, la provincia de mayor pobreza en el país. Cerca del 55% de la población es pobre y la mitad de estos indigentes. En la provincia del kirchnerista Capitanich, antes gobernada por los radicales Nikisch y Rozas, casi 100 mil personas viven en ranchos y más de 20 mil en casillas. En estos años de boom sojero la miseria del pueblo chaqueño no hizo más que multiplicarse.

Pobreza, agua estancada y agroquímicos

En estos años Charata creció de 18 mil habitantes a casi 35 mil. Muchos de ellos fueron empujados por la expansión del negocio del monocultivo de soja. Hoy son los albañiles que construyen las mansiones de los beneficiados por ese negocio. Sin embargo no existe el agua potable en la ciudad. “En todas las viviendas (…) hay agua de pozo. O viene de napas subterráneas o se acumula durante las épocas de lluvia. También hay camiones cisterna, que venden casa por casa, pero es agua de pozo y tampoco es potable” señala el corresponsal del Diario del Norte. Agrega que “Para tomarla hay que hervirla o comprar los bidones de 20 litros que vende una empresa privada”.3 En las zonas pobres, donde vive más de la mitad de la población, el agua se busca en grifos comunitarios y se acumula en tachos de plástico, potenciando de esta forma el desarrollo de larvas del mosquito que transmite la enfermedad. A la miseria se agregan la especulación y los negociados que genera esta crisis. Los repelentes para mosquitos cuestan 15 pesos más que en Buenos Aires y 10 pesos más que en Resistencia. Los agroquímicos que promete el gobierno no llegan y los que llegaron estaban vencidos. Lo que sí el gobierno nacional y Capitanich estarían asegurando (según dicen), es la llegada de cantidades importantes de glifosato, el agroquímico de Monsanto para sembrar soja, que sigue contaminando suelos y aguas subterráneas.

Ante la crisis epidemica, el gobierno ha lanzado una campaña de prevención y fumigación. Pero hay que atacar el origen del desastre. Como señalan especialistas, la fumigación mata al mosquito pero no la larva que puede sobrevivir un año. El primer paso debería ser implementar ya mismo un plan de obras públicas que, bajo control de los trabajadores y el pueblo, permita establecer una red de agua potable en toda la provincia del Chaco, y construir viviendas dignas para toda la población, terminando así con los focos infecciosos.

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