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EDITORIAL

LAS DIVISIONES DEL PERONISMO Y LA CGT

Internas que hacen crujir a la coalición kirchnerista

La coalición de gobierno cruje al ritmo de la desaceleración económica y las internas que desata la temprana pelea por la sucesión.

Fernando Rosso

19 de julio 2012

Internas que hacen crujir a la coalición kirchnerista

La coalición de gobierno cruje al ritmo de la desaceleración económica y las internas que desata la temprana pelea por la sucesión. Los pilares que sustentaron al kirchnerismo toman distancia o pasan a la oposición. Estos pilares son la burocracia sindical y los barones del peronismo, que junto a las policías bravas, de las cuales la Bonaerense es paradigma, conforman las “Tres B” (burocracia, barones y “bonaerenses”) de los factores reales de poder en la Argentina, más allá del relato de quienes ocupan la Rosada.

El gobierno todavía goza de cierta “fortuna” por los altos precios de la soja o la esperanza de que Brasil recupere algo de crecimiento, que le den aire a la Argentina en el segundo semestre. Incluso especula con recuperarse en el 2013, cuando el peso de la deuda será menor. Montado sobre su 54%, el cristinismo empuja al distanciamiento de los que hasta ahora fueron sus principales aliados y acelera las internas, para evitar la emergencia de competidores que le disputen poder político y sus posibilidades de continuidad. Igualmente el vendaval internacional, las medidas que tomen los gobiernos de Brasil o Argentina pueden generar ciertas contratendencias parciales, pero no evitar la avanzada de la crisis sobre sus economías, como viene sucediendo. Ante el hundimiento hasta el subsuelo de Europa, el casi nulo crecimiento de EE.UU. y los pronósticos a la baja de la economía mundial, soñar con evitar absolutamente las consecuencias de la crisis global, es una utopía reaccionaria.

En el equilibrio inestable de la hegemonía del kirchnerismo sobre la coalición de gobierno que hasta ahora le dio sustento, la vara se inclina más hacia la coerción, que al consenso. Los gobernadores del pejotismo no rompen abiertamente, más por la disciplina que todavía impone la caja, aunque cada vez más estrecha, que por la adhesión (que nunca tuvieron) al “proyecto”. Lo mismo sucede con la burocracia sindical por su histórica subordinación y dependencia del Estado. Con esto, el kirchnerismo genera que Scioli y ahora De la Sota tomen moderada distancia y se propongan como candidatos para la sucesión, y que Moyano rompa y se candidatee como “columna vertebral” de un peronismo pos-kirchnerista. La burguesía y el establishment, que bajo el kirchnerismo “la juntaron con pala”, alientan a los posibles sucesores dentro del peronismo, ante la falta de candidatos con peso en la oposición no peronista. Apuestan a una “esperanza blanca” que deje definitivamente atrás, hasta en las formas, las políticas de desvío que debió tomar el kirchnerismo para lograr un “país normal”. Cristina con un discurso cada vez más anti-obrero, contra la acción directa y las huelgas, se ofrece como la mejor opción para llevar la obra restauradora hasta el final. Agita los sueños reeleccionistas o busca “construir” un candidato de su propia camarilla que le garantice continuidad en el poder, empresa en la que hasta ahora tuvo poco éxito.

La CGT “Balcarce” y la CGT “La Plata”

Si Moyano bautizó perspicazmente a la CGT aliada al gobierno como “CGT-Balcarce”, la central que lo votó nuevamente como Secretario General en Ferro, podría llamarse “CGT-La Plata”, ciudad donde se asienta el gobierno de Scioli. Su discurso puede tranquilamente formar parte de la plataforma política “Scioli 2015”: lo defendió del ataque “destituyente” del kirchnerismo, agitó al mejor estilo Blumberg la cuestión de la “seguridad” pidiendo mano dura, a lo que sumó el tradicional reclamo de la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. También dijo que hará su propia medición de la inflación, contra el Indek y coronó sus primeros pasos con una visita al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, que en junio del año pasado rompió con el kirchnerismo para volver al…duhaldismo. Consecuentemente no definió ningún plan de lucha y confirmó el rumbo que tomó cuando levantó el paro camionero: ofrecerse como la pata obrera del peronismo opositor.

El gobierno no se queda atrás con sus nuevos aliados sindicales. Entre los dinosaurios que visitaron a Cristina se encontraba, a su derecha (coincidencia de forma y contenido), Gerardo Martínez de la UOCRA, el mismo que ofició como agente del Batallón 601 bajo la dictadura. Junto a él otros “gordos” de lo peor de la burocracia noventista (ver pág. 4)
Los burócratas neo-oficialistas se fueron de la reunión con las manos vacías y con una promesa de convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, además de una apretada para que sigan la interna con Moyano y ganen más sindicatos para su congreso de octubre. La ausencia de Antonio Caló (el hombre que más suena como Sec. Gral. de la “CGT Balcarce”) en el cónclave con CFK y las declaraciones del oficialista de todos los gobiernos, Andrés Rodríguez de UPCN, diciendo que no le cree a los índices del Indec (cuando sus huestes integran la patota del organismo intervenido por Moreno), no preanuncian un futuro del todo armonioso entre el gobierno y su nueva CGT.

Al debilitamiento de la base obrera, que durante la década neoliberal perdió importantes conquistas, que la burocracia entregó con sus traiciones, lo que llevó a una enorme división estructural en sus filas, ahora la burocracia sindical suma una histórica división por arriba, detrás de líneas políticas patronales.

A la vez que se combate contra la avanzada del gobierno contra las conquistas obreras, hay que aprovechar el debilitamiento de la burocracia sindical y su superestructuralización con una estrategia de fortalecer la unidad todo el movimiento obrero desde abajo para recuperar los sindicatos y echar a los traidores.

Las internas en la federación peronista 

Scioli debió decretar el pago –aunque en dos cuotas- del aguinaldo a los estatales y docentes. La lucha y la movilización amenazaban con abrir una crisis política con consecuencias tanto para el gobernador como para CFK. Si la movilización no se profundizó fue por la pérfida división de las burocracias que dirigen los sindicatos estatales, divididas, como no podía ser de otra manera, detrás de variantes patronales. Gran parte de los trabajadores estatales responsabilizaron, con razón, tanto a Scioli como a CFK; otra demostración de que su interna no es la de los trabajadores que están dispuestos a la pelea cuando se tocan intereses vitales como el salario. La nueva propuesta de pago en dos cuotas no puede considerarse un triunfo, ya que sienta el precedente del desdoblamiento hacia el futuro, por lo cual se impone mantener el rechazo y la exigencia del pago de todo el aguinaldo de una sola vez.

El resultado parcial de esta primera “batalla”, confirma la continuidad de la interna. Scioli presentó una “solución” propia acordando con los empresarios del juego la extensión de licencias para a cambio de fondos. El espanto de los kirchneristas por esta salida “menemista” de pactar con los jerarcas del bingo devela su cinismo, si se recuerda la historia que une al kirchnerismo a Cristóbal López, el rey del juego en la Argentina, dueño de 14 casinos y 14 salas slots, entre otros negocios (Revista Crisis N°10). Sólo resta esperar los próximos encuentros de este enfrentamiento que tiene como escenario a la provincia más importante del país (ver página 5).
Otro que salió a la escena fue el gobernador de Córdoba. Luego de guardarse a cuarteles de invierno durante la gestión de Schiaretti, y bancarse los años de relativo éxito del relato “nacional y popular”, De la Sota volvió recargado, se separó del gobierno manifestándose elípticamente contra el cepo al dólar, además de apoyar las demandas de Scioli porque “defiende su provincia” y de reclamar por los fondos de la Caja de Jubilaciones de Córdoba. De paso se despachó con un discurso ultraderechista contra la juventud (con la excusa de la lucha “contra las drogas”) y contra las mínimas libertades democráticas conquistadas. También se atribuye a las internas del kirchnerismo con el gobernador Peralta en Santa Cruz, la larga huelga policial en esa provincia.

Estos enfrentamientos o rupturas todavía moderadas, no son más que movimientos preparatorios que demuestran el estrechamiento del “bonapartismo fiscal” para sostener la continuidad de la coalición gobernante.

Las crisis políticas generadas por las internas de “los de arriba”; tienen que ser aprovechadas por “los de abajo”, por los trabajadores y el pueblo para intervenir y difundir ampliamente su propia salida política: por sindicatos sin burócratas y un partido de trabajadores sin patrones.

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