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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

BASE MILITAR EN EL CHACO

Kapitanich, un soldado del Comando Sur de los yanquis

Bajo la fachada de un “Centro de Operaciones para Emergencias y Ayuda Humanitaria”, el Comando Sur de EE.UU. acaba de inaugurar una base militar en Chaco.

Miguel Raider

24 de mayo 2012

Bajo la fachada de un “Centro de Operaciones para Emergencias y Ayuda Humanitaria”, el Comando Sur de EE.UU. acaba de inaugurar una base militar en Chaco. Ubicada en el aeropuerto de Resistencia, la base fue edificada gracias a una “donación” de U$6 millones de la embajada de EE.UU., un escándalo ignorado por la oposición patronal y los grandes medios como Clarín y La Nación, repudiado sólo por los partidos de izquierda, diversos movimientos sociales y organismos de DD.HH.
El titular del Comando Sur, Edwin Passmore, admitió que la construcción de la base fue acordada en 2008 entre el gobernador Jorge Capitanich y el ex embajador Earl Wayne sobre la base del “Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias”, financiado por la embajada de EE.UU., y aprobado en 2006 por el ex ministro de Justicia, Aníbal Fernández. Anticipándose, en 2004 los Kirchner impulsaron la Ley 25.880 que habilita la intromisión de personal militar extranjero con inmunidad ante la ley. El resultado: soberanía norteamericana en Chaco.
Passmore señaló que el centro de operaciones está destinado a la capacitación del personal de Defensa Civil de seis municipios anegables, pues “está pensado para emergencias naturales como inundaciones o sequías, pero también para epidemias como el dengue”. Claro que el Comando Sur jamás participó en este tipo de operativos. Lejos de cualquier “ayuda humanitaria”, Passmore fue asesor de inteligencia en las guerras de Afganistán e Irak y terminó expulsado de Venezuela en 2008 por actividades de espionaje. Hasta el gobierno de Cristina lo denunció en febrero de 2011, tras el ingreso no declarado al país de equipamientos y drogas en el aeropuerto de Ezeiza, para un programa de capacitación a la Policía Federal.

La exposición proimperialista de Capitanich no resulta extraña. En septiembre de 2011 le dijo a un grupo de los legisladores demócratas y republicanos que “desde América del Sur vemos con tristeza que Estados Unidos no nos considere un aliado”, “defiendo una alianza estratégica y estoy dispuesto a luchar por esa idea”, “la unión americana” para “convertir al continente en una potencia mundial”.

Diversos analistas sostienen que EE.UU. se propone montar un control satelital sobre los movimientos en la triple frontera Argentina-Paraguay-Brasil, para reestablecer el dominio sobre “su patio trasero” a partir de la reactivación de la IV Flota. En ese sentido, el CEMIDA (Centro de Militares por la Democracia Argentina) denunció que, históricamente, EE.UU. fracasó en los sucesivos planes para instalar una base militar en San Ignacio, una localidad de Misiones cercana a la triple frontera, apta para el aterrizaje de aviones militares con cargas pesadas. La base de Chaco posee la ventaja de estar en un aeropuerto, donde pueden desembarcar desde gigantescos Hércules hasta los sofisticados drones, guiados por un sistema de radares, un “sitio estratégico” por ser “un nodo informativo importante”, asegura Rolando Núñez del Centro Mandela.

La máscara de “ayuda humanitaria” muestra una de las tantas formas que adquirió la relación de subordinación con el imperialismo norteamericano, que se repite en otros 19 países de Latinoamérica bajo distintos programas de asistencia social. Sin duda, la épica de soberanía y nacionalismo del kirchnerismo no resiste prueba alguna.

Por el contrario, desde el PTS decimos ¡Fuera yanquis de América Latina!

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