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NACIONAL

La derrota política del 7D

Ya habíamos adelantado que el 7D no iba a pasar demasiado. Nos rectificamos: en realidad pasó de todo. Eso sí, nada que tenga que ver con algo parecido a la libertad de expresión para las mayorías populares.

Daniel Satur

13 de diciembre 2012

La derrota política del 7D

Ya habíamos adelantado que el 7D no iba a pasar demasiado. Nos rectificamos: en realidad pasó de todo. Eso sí, nada que tenga que ver con algo parecido a la libertad de expresión para las mayorías populares. Todo lo que vimos y escuchamos en los medios, sea desde el bando k o desde la Corpo, tuvo siempre como telón de fondo una pelea rabiosa entre bandos capitalistas que se disputan el reparto de grandes canales de TV y radios. El kirchnerismo podía adornar su discurso con cotillón “nacional y popular”, pero cada vez quedó más claro que su objetivo era debilitar a Clarín para fortalecer a otros grandes multimedios amigos. Y Clarín podía insistir con su “periodismo independiente”, pero a esta altura Noble y Magnetto no engañan ni a la audiencia de Piñón Fijo.
 
Hacete amigo del juez

Los hechos de la última semana mostraron la íntima relación que hay entre las corporaciones económicas, políticas y judiciales, dejando al descubierto la falacia de la “independencia de los poderes” que durante años sostuvo el gobierno en su intento por recomponer el Estado tras las jornadas de diciembre de 2001 en las que la Justicia fue uno de los blancos de la bronca popular.

El 6D dos jueces de la Cámara Civil y Comercial (amigos de Clarín y bancados por varias asociaciones de magistrados) le extendieron la medida cautelar a la Corpo, un día antes de que ésta cayera. Sacudido por la mala noticia, el gobierno mandó el viernes un per saltum a la Corte Suprema pidiéndole que rechace ese fallo “escandaloso”. Pero la Corte convalidó el escándalo el lunes y rechazó el pedido oficial por “improcedente”, aunque le avisó al gobierno que podía presentar un “recurso extraordinario” ante la misma Cámara que le extendió la cautelar a Clarín. CFK ordenó entonces a sus ministros presentar ese recurso el martes y ahora espera que la Cámara del escándalo (a cuyos jueces intentó bajar de un hondazo por ser amigos de Clarín) acepte la presentación.

La trama se completa con un juez, Horacio Alfonso, encargado de resolver si los artículos 45 y 161 de la Ley de Medios son constitucionales. Esa causa, que contiene la “cuestión de fondo” y de la que se deriva la famosa cautelar del 7D, no se mueve hace más de dos años. Fue presentada por Clarín, estuvo largo tiempo sin juez y hoy parece entrar en etapa de definición. El fiscal del caso se acaba de pronunciar contra el planteo de Clarín, con lo que el juez debería fallar dentro de unos días, quizás semanas.

Los analistas más avezados concuerdan en que cualquier “novedad” en esta pelea traerá nuevos procesos, cautelares y plazos. De cuánto esté dispuesto cada bando a tensar la cuerda dependerá el nivel de la crisis “institucional” y sus consecuencias políticas.
 
No va más el “nunca menos”

La aparición en escena de la “corpo” judicial agarró mal parado al gobierno. Si bien Sabbatella ya venía bajando las expectativas en las semanas previas (ver LVO n°504) en la Casa Rosada no imaginaban que el 7D se convertiría en un fiasco. El jueves a la noche los ministros y funcionarios no sabían qué decir frente al cachetazo judicial. Descolocados, muchos se llamaron a silencio.

La “osadía” de la Corte al rechazar esta semana los pedidos del mismo gobierno que la puso en ese lugar de privilegio confirma que, en última instancia, esos jueces y juezas cumplen el rol fundamental de preservar el “derecho” a la propiedad privada por sobre cualquier otro. Sobre todo el que le cabe a los grandes empresarios, terratenientes y miembros de la misma clase social a la que pertenecen (ver página 4).

Las huestes k argumentan que los miles de millones de pesos gastados en publicidad oficial con el 7D no fueron en vano. CFK y sus funcionarios más verborrágicos insisten en que será cuestión de días o meses, pero la Ley de Medios se va a aplicar. Así, mientras pasan los días, los meses y los años Clarín y sus aliados siguen ganando tiempo, concientes de que cuanto más se acerca el “poskirchnerismo” más se aleja la posibilidad de tener que repartir su poder con otras corporaciones.
 
Contra todas las corpos

Clarín es parte de las clases dominantes que se robustecieron aplastando la vida del pueblo trabajador. Cómplice del genocidio, socio en los negociados más abyectos de la Dictadura, beneficiario directo de decretos y leyes dictados por esta democracia para ricos.

Pero si desde algún lugar se hizo casi todo para que Clarín siga vivo y coleando, es desde el propio gobierno. No sólo cuando Néstor era aliado de Magnetto. También hoy.

Discursear contra las corporaciones mientras se gobierna para todas ellas (menos una) es un buen método para lograr apoyos que, tarde o temprano, serán traicionados. A tres años de votada la Ley de Medios vemos cómo, al amparo del millonario financiamiento estatal, varios grupos empresarios multimedios crecieron como nunca antes. Y al mismo tiempo comprobamos que el gobierno ni siquiera aplicó los rasgos de la ley que muchos consideraron “progresistas” y gracias a los cuales el kirchnerismo consiguió el voto de la centroizquierda y el entusiasmo de varios medios alternativos.

La derrota política del gobierno y su 7D deja en evidencia que la pelea contra las corporaciones mediáticas, nacionales y multinacionales, es imposible si no se desarrolla una gran fuerza social que levante un claro programa anticapitalista, encabezada por los propios trabajadores de los medios en alianza con el resto de la clase obrera y los sectores populares. Una fuerza que ponga los medios que hoy detentan las corporaciones al servicio de una verdadera libertad de expresión para las mayorías. Una fuerza obrera y popular cuyo desarrollo, justamente, se encargó de combatir el kirchnerismo desde su llegada al poder en 2003.
La batalla empresarial por el reparto de canales y radios podrá continuar. Pero si algo parece haber llegado a su fin es el chamuyo sobre la “democracia, la diversidad y la pluralidad” que el gobierno y sus alcahuetes reprodujeron hasta el cansancio durante los últimos tres años.

Prensa

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