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MOVIMIENTO OBRERO

ZANON Y DONNELLEY

La gestión obrera como respuesta a la crisis

En medio de la crisis de 2001, los obreros de Zanon ocuparon la fábrica para no quedar en la calle. Durante 13 años se convirtieron en un ejemplo internacional: gestión obrera, militancia, alianza con otros sectores combativos y la comunidad. Hoy los obreros de Donnelley, con una historia de lucha y organización a cuestas, cosechan parte de lo que sembraron los ceramistas. Entrevistamos a Raúl Godoy y Eduardo Ayala, dirigentes nacionales del PTS y protagonistas de esas experiencias.

9 de octubre 2014

La gestión obrera como respuesta a la crisis

Raúl, para quienes no conozcan, resuminos cómo fue el inicio de la experiencia ceramista
Cuando entré a laburar en la fábrica había un régimen de dictadura. Entramos contratados, trabajábamos de lunes a lunes dieciséis horas y estaba desterrada cualquier agrupación que oliera a política. Para mí fueron años de perro. Pero también creo que lo más revolucionario que hice en mi vida fue ese trabajo clandestino.
A mediados de los 90 los aires del Cutralcazo llegaron a esa planta gris. Nosotros aprovechamos. Empezamos a organizarnos jugando al fútbol. En el 96 empezó una cierta resistencia, la burocracia tuvo que llamar un paro, y más tarde convocó a elecciones, confiada de que nada había cambiado. Previo a esto la empresa con el aval del sindicato despidieron a 37 compañeros ”opositores”, que terminaron arreglando. Entre los que nos veníamos juntando decidimos armar una lista. Yo planteé: “Si entramos es para cambiar todo y, si no, nada”. Ahí nació la Lista Marrón. Nuestro programa: igual trabajo, igual salario; democracia obrera; decisiones en asamblea; revocabilidad de los mandatos; pase a planta permanente a todos los contratados; que los contratados tuvieran sus propios representantes; que se votara un delegado por sector para constituir un cuerpo de delegados.
La muerte del compañero Daniel Ferrás desató la bronca y el primer paro organizado por la interna, de nueve días. La comisión obrera de seguridad e higiene conquistada en esa huelga fue nuestro primer paso hacia el control obrero.
 
Eduardo, ¿qué pasaba en Donnelley todo ese tiempo?
También resumidamente. La derrota de Atlántida fue un golpe. Nosotros lentamente fuimos haciendo un proceso, también con un trabajo gris y cotidiano. Ganamos la comisión interna, hicimos una agrupación clasista que fue evolucionando en su programa, y enfrentando las políticas de las patronales, que en esta década se basaron en muchas conquistas de los 90.

"Creo que mostramos en pequeña escala la potencialidad que tiene la clase trabajadora para encabezar una alianza de todos los sectores que sufren la explotación y la opresión en esta sociedad, que es la que puede enfrentar y vencer a los capitalistas".

 
Raúl, y ante la crisis, uds aparecieron como un salida distinta…
Sí. Antes de la crisis del 2001 nosotros habíamos recuperado el sindicato. Fue en una asamblea histórica. Los obreros de Zanon fuimos organizados y logramos contactarnos con compañeros combativos de otras fábricas, dispuestos a enfrentar el fraude y las patotas de la burocracia. Y lo conseguimos. Cuando la empresa comenzó el vaciamiento para quebrar y dejarnos en la calle, los ceramistas veníamos haciendo una experiencia sindical y política importante. Hicimos una huelga de 34 días en el 2001, donde planteamos a los compañeros que si queríamos mantener los puestos de trabajo había que luchar duro. “Que abran los libros de contabilidad, que muestren los millones que ganaron en todos los años previos” fue el reclamo.
Pero era un tema que excedía nuestra provincia. La crisis capitalista en Argentina llevó en esos años al cierre de 2 mil fábricas. Primero fueron las gestas de los trabajadores desocupados, después llegaron las primeras ocupaciones de fábrica. En Zanon el principio fue muy duro: con 5 meses de carpas, recogiendo alimentos y la solidaridad de la comunidad. Fue una militancia obrera enorme. Un día decidimos entrar y ponerla en funcionamiento.
La gestión obrera tuvo que asumir un desafío enorme, en una planta de 80 mil metros cuadrados. Organizamos la producción creando los distintos sectores y comisiones de comercialización, compras, salud, seguridad, prensa. Y además, un organismo de dirección que aparte de la gestión económica discutía de política, un verdadero Consejo Obrero: la “reunión de coordinadores”. Fue una experiencia impresionante, una escuela de planificación que demostraba la capacidad de la clase obrera para dirigir las fábricas.
Pero afuera había muchos otros casos de fábricas ocupadas. Ese fenómeno no sólo cuestionaba la propiedad privada, sino que mostraban que los capitalistas no eran necesarios. “Sin patrones podemos producir”, era el grito.
Nosotros queríamos imprimirle a todo ese movimiento un programa que no se quedase en la gestión de cooperativas aisladas, sino que diera una salida obrera a la crisis capitalista. Levantábamos la bandera de la estatización sin pago de la fábrica, gestionada por los trabajadores, y para que sea puesta al servicio de la comunidad. Decíamos “queremos un plan de obras públicas, que genere trabajo genuino, viviendas, escuelas y hospitales”, todas demandas muy sentidas por la población. Con esa vocación hegemónica recogimos el apoyo de amplísimos sectores. Creo que mostramos en pequeña escala la potencialidad que tiene la clase trabajadora para encabezar una alianza de todos los sectores que sufren la explotación y la opresión en esta sociedad, que es la que puede enfrentar y vencer a los capitalistas.
 
Eduardo, se puede decir que uds son parte de quienes se inspiraron en la experiencia de Zanon…
Desde un principio tomamos toda la experiencia de Zanon como parte de nuestra organización. Los primeros compañeros que conformamos una agrupación en la fábrica, con un programa y convencidos de cambiar todo, como decía Raúl, lo primero que hicimos fue viajar a Neuquen y conocer Zanon.
Nuestra agrupación se dio como objetivo desarrollar la organización dentro de la fábrica para transformarla en una fábrica de obreros militantes, que desarrollaran la unidad con los sectores más oprimidos dentro y fuera del gremio, construir una fuerte oposición clasista de los gráficos y recuperar el gremio para los trabajadores. Pero eso a la vez de ir tejiendo lazos de unidad y coordinación concreta con los sectores luchadores de la clase obrera. ¡Sí…. Como Zanon!
Desde un principio nos comprometimos en organizar los talleres del gremio y junto a Wordcolor y Printpak conformamos la lista Bordó dentro del gremio, estuvimos cuerpo a cuerpo en cada una de las luchas que se desarrollaron en la zona y hoy estamos hermanados los trabajadores de Lear. Además nos solidarizamos con los petroleros de las Heras parando la producción el día de la condena. Nuestra organización se formó mediante la lucha democrática en cada asamblea por eso no fue solamente sindical sino que también política. Tomamos posición ante las últimas elecciones nacionales y militamos la campaña del FIT. Adherimos a los paros nacionales y movilizamos marcando claramente nuestra independencia de las cúpulas burocráticas que los convocaban. Así nos preparamos para cualquier ataque patronal y en el último año bajo la consigna de “Familias en la calle nunca más” enfrentamos todos los intentos de Donnelley de quebrar nuestra organización usando la excusa de crisis inventadas. 
 
Raúl, ¿qué más te aparece que aportó Zanon y el Sindicato Ceramista?
Yo creo que hemos aprendido y fuimos corrigiendo cosas, pero siempre hemos intentado ayudar a avanzar al sindicalismo clasista y a la clase trabajadora en general. No sólo en la experiencia de gestión obrera que te contaba, sino desde un primer momento buscando coordinar a los sectores en lucha y oponer una alternativa a la burocracia sindical, como fue la experiencia de la Coordinadora del Alto Valle, que nucleaba a las internas y delegados combativos, al MTD, el principal movimiento de desocupados de Neuquén, agrupaciones docentes antiburocráticas, y a la mayoría de los partidos de izquierda. Recorrimos el país, desde los petroleros del Sur a los piqueteros del Norte de Salta, para poner el hombro en cada proceso de organización que surgía. Y más: en muchos lugares del mundo la experiencia de Zanon se hizo conocida. Hace poco estuve recorriendo la Europa en crisis, y obreros de fábricas ocupadas me decían que se habían inspirado en nosotros.
Tenemos el orgullo de ser reconocidos no solo por nuestras propuestas sino por nuestra práctica concreta.

"Nuestra agrupación se dio como objetivo desarrollar la organización dentro de la fábrica para transformarla en una fábrica de obreros militantes. Queremos ayudar a recuperar los sindicatos y barrer a la burocracia sindical. Queremos luchar por un mundo nuevo, sin explotación".

 
¿Y ustedes, Eduardo?
 Hoy la multinacional norteamericana Donnelley ya no está y la planta la hemos puesto a producir los trabajadores. Pero sin la inspiración de la experiencia de Zanon y de la tradición de lucha de la clase trabajadora hubiera sido muy difícil conquistar tanto en tan poco tiempo. Pero esto es apenas un primer round en nuestra pelea. Desde la primera asamblea que hicimos después de la quiebra la convicción votada en la asamblea fue Expropiación y Estatización bajo gestión de los trabajadores para poner esta fábrica al servicio de los más necesitados, para que los manuales y libros que podemos imprimir lleguen hasta el niño más humilde en el barrio más pobre. Hasta el último de los compañeros está convencido, no solo de que podemos dar un ejemplo de cómo se enfrenta la crisis y se garantizan los puestos de trabajo, sino también de que podemos cumplir un rol social. Creo que esto queda graficado en que mientras luchamos por que nos liberen los salarios para poder alimentar a nuestras familias, la asamblea votó en forma unánime la producción de 10 mil cuadernos para donar a las escuelas más pobres.
 
RG: Y quiero agregar dos cosas que para mí son importantes.
Los ceramistas también nos planteamos el objetivo de revolucionar el sindicato. No se puede recuperar un sindicato para que sigan iguales a cómo los diseñaron el Estado y los burócratas. Por eso después de muchos debates en el 2005 aprobamos los nuevos estatutos de nuestro sindicato: que la asamblea es soberana y los dirigentes son revocables y rotan en sus cargos; que las minorías tienen representación; que el sindicato se reclama clasista y por lo tanto independiente del Estado, los patrones y sus partidos, y que se pone al servicio de la lucha de clases más allá de las fronteras. Eso es parte del programa de los revolucionarios: la lucha contra la estatización de los sindicatos y por la democracia obrera.
Todas estas batallas fueron posibles por la confluencia de un partido revolucionario como el PTS, que encarnábamos junto a otros compañeros, muchos más jóvenes que yo, con muchos compañeros independientes, y clasistas, con quienes dimos juntos durísimas peleas durante los últimos 13 años.
 
¿Cuál es la perspectiva que ves?
Eduardo: La cooperativa MadyGraf hoy es una salida transitoria para nosotros, con los estómagos vacíos es difícil obtener fuerzas para luchar por objetivos mayores. Esta figura legal nos permite funcionar mientras luchamos por una salida más estratégica, la expropiación sin pago y estatización bajo gestión de los trabajadores. Pero además en ese camino también queremos que nuestra fábrica se convierta en un polo de organización no solo de los trabajadores gráficos sino todos los sectores que salen a luchar, en particular de la zona norte del GBA. Tratar de retomar la experiencia de la Coordinadora de Zona Norte de medidos de 1975. Queremos ayudar a recuperar los sindicatos y barrer a la burocracia sindical. Queremos luchar por un mundo nuevo, sin explotación, donde todos seamos libres. Miles de veces discutimos entre compañeros las tareas que tenemos como trabajadores para luchar por una sociedad mejor, esta experiencia nos está presentando a los trabajadores de MadyGraf cada vez tareas más concretas.

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