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LA VERDADERA LEY DE LOS MEDIOS

La protesta en el foco

La chica parada en el andén del Subte, ante la pregunta del movilero de Canal 26, responde que “si es un reclamo justo, bueno, está bien”. El tipo queda descolocado. La orden era sacar al aire a pasajeros varados que se quejaran y relincharan contra los trabajadores de Metrovías por las tres horas de paro del miércoles a la mañana. Por fin, después de un incómodo silencio, el periodista consigue un par de voces enojadas, y desde el canal le avisan que la misión está cumplida.

Daniel Satur

8 de octubre 2009

La chica parada en el andén del Subte, ante la pregunta del movilero de Canal 26, responde que “si es un reclamo justo, bueno, está bien”. El tipo queda descolocado. La orden era sacar al aire a pasajeros varados que se quejaran y relincharan contra los trabajadores de Metrovías por las tres horas de paro del miércoles a la mañana. Por fin, después de un incómodo silencio, el periodista consigue un par de voces enojadas, y desde el canal le avisan que la misión está cumplida.

La ofensiva mediática, tratando de torcer el humor social un poco más a la derecha, por estos días se acelera. Los obreros y obreras de Kraft movilizados, las acciones solidarias de estudiantes y organizaciones populares en todo el país y la atención generalizada sobre este conflicto de interés nacional son acompañados por un reaccionario relato periodístico, casi convertido en cruzada.

Desde las acciones callejeras contra los despidos en Terrabusi hasta la toma estudiantil del Nacional Buenos Aires, todo suma a la hora de agitar la campaña del “caos” y el “desborde de la protesta”.

La demonización de los pibes del Nacional llegó a tales extremos que, desde la propia pantalla de C5N y bajo el título “educación tomada”, los conductores se lanzaron a la caza de los “cabecillas” de la medida, acusándolos de haber osado invitar a una asamblea del colegio a los obreros de Kraft.

Desde los más fascistas hasta los “republicanos”, apelando al “sentir ciudadano” y al “derecho a transitar”, prácticamente todos los medios intentan allanar el terreno para futuras represiones. Un terreno que Cristina y Scioli ya se animaron a sembrar con infantería y tanquetas. El viernes la policía acorraló a los obreros en la avenida Henry Ford impidiéndoles llegar a la Panamericana. El miércoles, en Avellaneda, frenó a organizaciones de desocupados cuando estaban por subir al Puente Pueyrredón. Recordemos que la presidenta ya había anunciado la semana pasada que “hay que terminar con los cortes y piquetes”.

Bajando línea

Hay una regla que dice que la “agenda” de los medios la marcan los diarios a la madrugada, la desarrollan las radios a la mañana y la completa la televisión con los noticieros nocturnos. Será por eso que los matutinos de mayor tirada son hoy los encargados de bajar línea contra las huelgas y movilizaciones. “Este fenómeno ha generado un extendido malestar ciudadano, así como preocupación en el mundo empresario y reclama una respuesta oficial”, editorializaba Clarín el martes 6. Al día siguiente, La Nación agregaba que la situación actual plantea tres alternativas: “que el Gobierno (…) aplique la ley como corresponde al momento de impedir que se violen elementales derechos de quienes se ven perjudicados por la acción de los piquetes (…) que las corrientes clasistas redoblen la apuesta y busquen entorpecer la marcha del Gobierno”, o que “estas protestas callejeras terminen en una tragedia”. Con mayor o menor virulencia, las patronales mediáticas agitan “el caos” y hasta obligan a sus columnistas del tránsito a mostrar las ciudades sitiadas.

Y todo, por supuesto, acompañado con móviles que entrevistan al rabino Bergman en su marcha al Congreso junto a las señoras de Recoleta; con fotos de Bergoglio y De Narváez reunidos en el Hotel Alvear hablando del escándalo de la pobreza; y con ciudadanos comunes que gritan “¡viva la patria!” en un acto homenaje a los genocidas en Plaza San Martín.

Canalladas “progresistas”

Como para no quedar rezagado, cierto periodismo “progresista” también hace campaña por estos días. Apelando a discursos que rozan lo canallesco, Página/12, Canal 7, Télam y otros voceros oficialistas describen a los delegados de Kraft como izquierdistas afiebrados funcionales a la derecha. Un macartismo patético que recorre no pocas redacciones, estudios de radio y de TV.

Mientras le abren sus páginas y micrófonos a burócratas como Moyano o Yasky, los escribas kirchneristas hacen su aporte para justificar cada paso y maniobras que da el gobierno, incluso aquellos que terminan atacando y estigmatizando a los trabajadores que luchan contra las políticas oficiales favorables a los capitalistas.

El periodista Daniel Míguez se arrastra ante el Ministro Tomada al tiempo que “informa” que los delegados de Terrabusi “no tienen el apoyo de la gran mayoría de los trabajadores que los votaron” (Página/12, 04-10-09). Una idea tan útil al gobierno y la CGT que termina siendo adoptada por los propios editorialistas del diario.

Por su parte Eduardo Aliverti afirma por radio que, si bien el conflicto de Kraft pone furioso al stablishment, no es menos cierto que hay “sectores de izquierda radicalizada aspirantes a algún mártir” (La Red, 03-10-09)… Y pensar que en junio de 2002, a horas de los asesinatos de Kosteki y Santillán, el mismo Aliverti denunciaba a Julio Blanck, quien en su columna de Clarín acusaba a “las organizaciones que necesitan esta represión y estas muertes para legitimar un discurso y una acción política” (Clarín, 27-06-02).

Mientras en el Senado se va definiendo la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, hay una regla que todos los medios (oficialistas y opositores, privados y estatales) cumplen a rajatabla. Es la ley del más férreo respeto a la propiedad capitalista.

La lucha de clases que cruje en los trabajadores de Kraft, del Subte o en los petroleros del sur, también hace ruido dentro de los medios. El Cronista, Télam y Radio Nacional, Crónica, Canal 13 y TN, Página/12, Infobae y C5N hace meses que persiguen, suspenden y despiden trabajadores de prensa, técnicos y gráficos. Los mismos medios que hablan de la “libertad de expresión” manipulan y distorsionan, cuando no censuran directamente, todas las luchas obreras. En primer lugar, las de sus propios obreros.

Cuando Pedro López Matheu, el gerente experto en atacar comisiones internas y cuerpos de delegados, llegó a Kraft hace unos años proveniente de las oficinas de Clarín, se aprestaba una vez más a una tarea para nada sencilla.

Por eso, cuando necesitó militarizar la planta de Pacheco, recurrió al mismo gobierno kirchnerista que allá por el 2004 lo ayudó a sacarse de encima a decenas de trabajadores de los talleres donde se imprimía la revista dominical Viva.

Son tiempos donde la relación entre Clarín y el gobierno ya no es lo que era.

Pero López Matheu, el gobierno y la policía siguen siendo los mismos de entonces.

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